Saber dar y recibir feedback es una habilidad clave para el día a día profesional, ya que es el camino a la mejora personal y a facilitar el trabajo en equipo.
Sin embargo, ser constructivo y encajar bien las críticas no es tan fácil como parece. El primer paso para ello es descubrir los tipos de feedback profesional.
Los tipos de feedback en la empresa
A grandes rasgos, podemos distinguir los siguientes tipos de feedback:
- Implícito: es el que se produce a través de señales más o menos sutiles, como gestos o tonos de voz, sin que se haya especificado la intención de dar feedback. Forma parte del día a día, todos los hacemos de una manera u otra. Su problema es que puede ser incompleto o ambiguo, puesto que depende de la interpretación de quien lo recibe. Por eso, en caso necesario debemos pedir que se nos aclare.
- Explícito: es el que utiliza mensajes claros y directos, generalmente mediante señales verbales y haciendo específica su intención. Reduce la ambigüedad del caso anterior, pero debe darse de manera adecuada para no generar una reacción negativa en el receptor.
- General: es el que evalúa la globalidad de un proceso, pero sin considerar sus diferentes partes por separado.
- Concreto: es el que se centra en detalles o actividades específicas, por lo que resulta más descriptivo y más eficaz a la hora de corregir fallos.
- Positivo: es el que se emite para reforzar la conducta de alguien o felicitarle por su buen desempeño (refuerzo positivo). Su objetivo es incrementar el comportamiento deseado.
- Negativo: aquí debemos distinguir entre feedback negativo por actitud o por contenido. El feedback negativo por actitud es el que no se da de manera adecuada, mientras que el feedback negativo por contenido es el que se centra en errores o aspectos a cambiar.
- Constructivo: por último, el feedback constructivo es el que se centra en las diferencias entre el comportamiento deseado y el actual y da herramientas para modificarlo.
Consejos para dar y recibir buen feedback profesional
- El feedback debe ser un proceso frecuente. De nada sirve dar consejos a toro pasado: es necesario que se dé con la frecuencia suficiente como para poder corregir los errores “sobre la marcha” y evitar consecuencias negativas. Para ello, pueden crearse rutinas de feedback sistemáticas.
- El debate no es uno de los tipos de feedback. Ante el feedback negativo podemos sentir la necesidad de justificarnos a nosotros mismos, pero eso solo interrumpe el proceso. Debemos escuchar lo que está diciendo la otra persona, tomar nota e implementar los cambios que consideremos necesarios, pero no entrar a debatir.
- El feedback debe basarse en hechos, no en opiniones subjetivas. Solo así será posible actuar para cambiarlos.
- El feedback debe tratar de cosas que la otra persona puede cambiar. El objetivo es generar aprendizaje y mejoras que repercutan en el bien de toda la empresa.
- El feedback ideal es cara a cara. Aunque al principio pueda resultar incómodo, hay matices de la comunicación personal que son importantes para un buen feedback.
- El feedback tiene la intención de ayudar, no de castigar. Se trata de un momento en el que debemos dejar de lado nuestras emociones negativas para ser lo más constructivos posible.
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