Un emprendedor o empresario puede tener una gran idea de negocio, pero quizás no sea el momento adecuado para lanzarla y es preciso esperar un poco más para que su producto o servicio realmente despegue.
Se necesita creer que el emprendedor ha programado bien su entrada al mercado. Para lo cual, las siguientes preguntas resultan vitales: ¿Tendrá clientes? ¿O necesitarán mucho más tiempo y capital hasta que el mercado esté listo para ello?
El tiempo puede importar, pero no es todo. Los VC también ponen mucho énfasis en el fundador. Es crucial que el fundador sea la persona adecuada para construir y hacer crecer la compañía.
Los inversores necesitan estar convencidos de que el emprendedor está en una posición única para comenzar la empresa, dándoles una ventaja competitiva. ¿Cómo? Para ello se fijan en las evidencias, como es que tenga experiencia en el terreno o sector al que se pretenden dirigir, una profunda comprensión del mercado y una pasión implacable por mejorar la industria en la que van a operativizar la actividad.
A veces, los inversores no tienen suficiente tiempo para agregar algo más a su cartera. Como otra muchas, se trata de circunstancias no relacionadas con el emprendedor y que pueden evitar que un inversor/a diga ‘sí’.
En su etapa inicial como inversores, los socios individuales hacen muchas más ofertas pero, más adelante, generalmente solo miran de una a dos ofertas al año, ya que están pensando en cómo hacer que esa inversión encaje en su cartera, en los compromisos de tiempo existentes y en sus intereses personales.
Eso significa que, incluso los proyectos muy buenos, se pueden sorprender de cuánto tiempo puede llevar conseguir una inversión para poner en marcha su negocio.
En la mitología de Silicon Valley a muchos les gusta glorificar a los fundadores con la figura del «explorador solitario», pero para el capital riesgo, una compañía con un solo fundador puede ser una señal de advertencia, una bandera roja.
Hasta ahora, la ley de promedios de docenas de startups muestra que los equipos duales funcionan mejor. Si un fundador no tiene un socio fuerte, puede estar bien, pero tienen que ver a alguien importante junto con él, como un mentor comprometido o un asesor fuerte, con un profundo conocimiento del terreno.
Cuando solo se puede invertir en dos o tres negocios al año, por las razones expuestas anteriormente, entonces solo se escogen empresas que emocionan e ilusionan.
A menudo, no hay nada de malo en el negocio pero, como solo pueden comprometerse a financiar a un puñado de emprendedores, solo respaldan a los que «les quitan el sueño» y no pueden dejar de pensar durante días.
Si no tienen esa obsesión, seguramente que no inviertan. Posiblemente en base al recuerdo que tengan de sus propios comienzos, cuando trabajaron como locos en su propio proyecto, así que será mejor que la startup y lo que está tratando de poner en marcha les recuerde a los inversores esa sensación.