Las adicciones, en general, suelen estar asociadas culturalmente a los pequeños (o grandes, según se mire) placeres de la vida que la mayoría de nosotros reconocemos como tales; por ejemplo, los carbohidratos, el chocolate, el tabaco para los que fuman, los videojuegos, etc. Pero algunas adicciones también pueden venir de la mano de tareas o acciones que no todo el mundo aprecia; la adicción al trabajo, por ejemplo.
El término workaholic o trabajólico fue acuñado en el año 1971 por el psicólogo estadounidense Wayne Oates en un libro en el que hacía referencia a su propia adicción al trabajo, en una analogía a la dependencia del alcohol.
La psiquiatría no reconoce este tipo de adicción como un trastorno mental pero los expertos afirman que el fenómeno existe y que actualmente el temor a perder el empleo y las nuevas tecnologías se convierten en factores de riesgo que agravan el problema.
Psicopatologías asociadas a la adicción al trabajo
Ser trabajólico puede parecer algo positivo desde el punto de vista de la productividad a corto plazo, pero tiene consecuencias muy negativas para la salud. Dedicar más tiempo del necesario al trabajo influye en los ritmos de comida y sueño, haciendo que estos cambien y se compriman en espacios de tiempo más cortos. También provoca que las horas de descanso disminuyan y que los niveles de estrés se disparen. Y a todo esto hay que sumarle el empobrecimiento de la vida social y/o familiar.
Diferentes estudios realizados vinculan la adicción al trabajo no solo con problemas de salud, sino también con la fatiga, con una mala alimentación y con la aparición de otros trastornos mentales como trastorno obsesivo compulsivo (TOC), depresión en diferentes grados y el trastorno por déficit de atención (TDAH). Los trabajólicos también presentan una tendencia a presentar estos trastornos mayor que las personas que no experimentan esta adicción.
Campo abonado para la adicción al trabajo
En la actualidad, el uso generalizado de portátiles, tablets, y smartphones han hecho que las horas de trabajo se extiendan y ocupen las horas que antes utilizábamos para el ocio, las tareas domésticas o para tomar una café con los amigos. Realmente, los adictos al trabajo actuales no tienen una referencia clara para saber diferenciar cuándo termina la faceta profesional y cuándo empiezan las horas de ocio, descanso o conciliación familiar. Si antes la adicción al trabajo se llevaba a cabo únicamente dentro de las empresas, ahora esta adicción puede seguir en los hogares de las personas que la padecen
Características de una persona adicta al trabajo
- Tendencias compulsivas: trabajan intensamente y tienen dificultades para relajarse.
- Necesidad de tener un control excesivo y malestar cuando no se obtiene el rendimiento esperado, no control ala situación o las cosas no salen como se espera.
- Escasas o nulas relaciones interpersonales con el resto de compañeros.
- Incapacidad para delegar tareas o trabajar en equipo.
- Autovaloración centrada en el trabajo y no en otras facetas de su vida. Se puntúan según les va su vida laboral y por los éxitos o fracasos alcanzados en esta faceta.
Diagnóstico
Los síntomas pueden agruparse en tres grupos:
- Cognitivos: ansiedad, irritabilidad, tristeza, necesidad creciente de trabajar más, preocupaciones relacionadas por el rendimientos laboral de forma persistente, agobio, etc.
- Fisiológicos: estrés, insomnio, dolor de cabeza, tensión muscular, disfunciones sexuales, hipertensión, etc.
- Motores: necesidad imperativa de llevar a cabo muchas tareas sin olvidar ningún aspecto de las mismas, incapacidad de dejar de trabajar, dejando de lado la vida social y familiar.