Si te sientes culpable por tus hábitos tecnológicos, no estás solo. Hay buenas razones para las crecientes preocupaciones de los usuarios sobre los dispositivos digitales. Como dijo el ex gerente de producto de Google, Tristan Harris, a la revista Wired «la tecnología dirige lo que 2 mil millones de personas piensan y creen todos los días».
Te dejamos 6 consejos para despejar tu mente:
- Cómo recuperar tu cerebro: En nuestra economía de la información, se nos anima abierta y conscientemente a devorar la mayor cantidad de contenido posible. Escuchamos que el conocimiento es poder, por lo que nos alimentamos de un buffet en línea sin fin. Sin embargo, hay una diferencia entre la búsqueda intencional del conocimiento y consumir una gran información sin sentido. «El consumo excesivo y el flujo de entrada inhiben la creatividad, afectan negativamente nuestra capacidad de trabajo profundo y reducen nuestra producción acumulativa», escribe Srinivas Rao, autor de “An Audience of One: Reclaiming Creativity for Its Own Sake”.
- Comienza explorando tus pensamientos: Cuando llegues a la oficina cada mañana, una buena práctica consiste en sentarte en tu ordenador, abrir un documento en blanco y escribir al menos tres páginas continuas de flujo de conciencia. El proceso, inevitablemente, comienza con pensamientos aleatorios y observaciones banales, pero poco a poco comenzarán a surgir ideas nuevas. Termina cada sesión convirtiendo las partes útiles en un correo electrónico para tu equipo o un plan para implementar tus ideas. Estas páginas pueden convertirse en una herramienta esencial para despejar tu mente.
- Abraza los momentos intermedios: ¿Cuándo fue la última vez que esperaste al autobús sin mirar tu teléfono o condujiste sin escuchar nada más que el tráfico? Según el Dr. Sandi Mann, profesora de psicología en la Universidad de Central Lancashire, dejar que nuestras mentes vaguen libremente involucra al subconsciente, que activa nuevas vías neuronales. «El aburrimiento hace fluir los jugos creativos», mantiene Mann. «Y cuando intentamos deshacernos de todo nuestro aburrimiento, quizás también estamos eliminando nuestra creatividad».
- Habla: La conversación también puede proporcionar un inicio de idea. En su libro The Geography of Genius, el autor Eric Weiner describe las cafeterías de Viena de la era de 1900 como «fábricas de ideas», donde las discusiones fluían libremente, los artistas encontraban inspiración e incluso los movimientos sociales echaban raíces. Hablar de ideas a menudo es más productivo que consumirlas porque estás absorbiendo diferentes perspectivas y contribuyendo con las tuyas. Una buena discusión puede despejar las telarañas creativas y ponerte en un camino más intencional.
- Aplica restricciones: A menudo, pensamos que la creatividad requiere un campo abierto: sin reglas ni límites. Pero las limitaciones suelen fomentar un pensamiento más divergente e innovador. Por ejemplo, en lugar de realizar una sesión de brainstorming que llene una pizarra con una variedad de sugerencias, intenta reducir el alcance. O si estás tratando de resolver un problema específico, limita tu consumo de contenido a artículos, podcasts e incluso películas que exploren el mismo tema.
- Automatiza y sistematiza: Automatizar procesos repetitivos, tanto en tu vida como en tu trabajo, te dejará un tiempo valioso que puedes utilizar para pensar y crear. Escribe respuestas estándar por correo electrónico y elimina la mayor cantidad de trabajo práctico posible.
- Cambia tu estado: A pesar de nuestras mejores intenciones, todos hemos caído en ese estado zombi de navegación por la web sin sentido o por Instagram en un momento u otro. Ahí es cuando es hora de cambiar de rumbo. Sal a caminar, tómate un café, echa una siesta, o habla con un colega para restablecer tus pensamientos y romper patrones inútiles. No hay necesidad de sentirse culpable, pero es increíble lo rápido que el cerebro funciona cuando le das un respiro.
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