Los envases tienen la función de contener productos para su conservación y transporte, y son de gran utilidad tanto para el usuario final como para la distribución del artículo. El análisis del ciclo de vida de un envase (ACV) es una de las herramientas para promover la sostenibilidad de cada una de las fases por las que pasan, así como para fomentar que tengan más de un sólo uso desde una visión global.
De hecho, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) de 2014 reconoció este tipo de análisis como una estrategia clave para evaluar y reducir el impacto ambiental que generan.
El ciclo de vida de los envases de plástico se divide en fases que comprenden desde la extracción y procesado de las materias primas con las que se elaboran a todos los procesos por los que pasa el producto para su comercialización, su uso y su gestión cuando finaliza su vida útil
Todo envase pasa una fase de diseño que tiene como objetivo conseguir el mejor formato para cumplir con las funciones del envase: transportar, proteger, conservar el producto y hacerlo atractivo para el usuario final. Tras su fabricación, llegará el envasado, la distribución y el transporte del producto que permitirá su utilización por parte del usuario final o de otras compañías. Una vez usado, el envase se convierte en residuo que debe ser gestionado en función de sus posibilidades. Estas opciones estarán vinculadas a las decisiones tomadas durante el ciclo de vida sobre materiales, diseño, usos, etc. que permitirán el reciclaje, la reutilización o la valorización energética -que convierte los residuos en energía- o, si no entra en ninguna de las anteriores opciones, su eliminación.
Pautas de sostenibilidad
El enfoque ACV permite extraer una serie de pautas generales que minimicen el impacto ambiental de los envases y mejoren la gestión de los envases de alimentos y bebidas desde una perspectiva sostenible. En el caso de las materias primas, se refieren a la elección de materiales con menor impacto ambiental, reciclables y renovables y que cuenten con certificaciones de origen y de cumplimiento de la normativa ambiental y de reducción de la huella ambiental.
Para la fase de diseño, por ejemplo, se apuesta por envases ligeros y con un diseño que faciliten y simplifiquen el envasado y su posterior reutilización. El 80% del impacto ambiental que puede llegar a tener un envase se preconfigura en la fase de diseño y se minimiza apostando por el ecodiseño, según los datos del VI Plan Empresarial de Prevención (2015-2017) de Ecoembes.
En la de fabricación se impulsa la minimización del consumo energético, el uso de fuentes renovables y la reducción de la huella de carbono, del consumo de agua y recursos materiales. En el ámbito de la distribución, las apuestas se concentran en el rediseño de las rutas y del transporte para sean eficientes energéticamente. Para la gestión de un residuo, una vez finalice su vida útil, se promueve una infraestructura y logística adecuada parar recoger, separar y clasificarlo en origen para su reciclaje.
La reutilización es una estrategia que permite alargar el ciclo de vida del envase y que consiste en que el mismo envase pueda tener varios usos sucesivos en el tiempo sin ser tratado o modificado. El reciclaje permite -a través de un proceso de selección y tratamiento- que el envase esté disponible para nuevos usos.
En 2021, en España se entregaron a instalaciones recicladoras homologadas 1,5 millones de toneladas de envases domésticos entre plásticos, cartones/papel, brik y metal para su reciclaje, según datos de Ecoembes. En nuestro país se reciclaba en 2019 el 69,6 % de los envases, según los últimos datos de Eurostat, una cifra que aumenta cada año y que ha crecido un 5,3% respecto a 2020.
Para 2025, la Unión Europea ha marcado que deberá reciclarse, como mínimo, el 65% en peso de todos los residuos de envases: el 50% en plástico, el 50% del aluminio, el 70% del vidrio o el 75% del papel y cartón. Para 5 años después, en 2030, el mínimo en peso se situará en el 70%: un 55% de plástico, el 60% de aluminio, el 75 % de vidrio y el 85% de papel y cartón.
El análisis del ciclo de vida es, en definitiva, una herramienta que ha permitido ampliar la perspectiva a todo el proceso de la vida de un envase y generar importantes avances en sostenibilidad en este ámbito.