Como sociedad estamos continuamente generando residuos. Por eso, su gestión es clave para poder minimizar el impacto ambiental de los mismos y, de hecho, en los últimos años ha cobrado una especial importancia reducir estos residuos durante la fabricación de los productos. Un propósito para el que el ecodiseño es la clave. Este es un concepto de producción que tiene como objetivo diseñar productos, por ejemplo, en el sector de los envases, minimizando su impacto en el medioambiente, otorgando la misma importancia al requisito medioambiental que a otros más convencionales como la calidad o el coste.
Según el último Plan Empresarial de Ecoembes, que comprende los años de 2018 a 2020, cerca de 2.200 compañías, el 52% de ellas pymes, implantaron un total de 9.380 medidas de ecodiseño. Y es que la mayor parte de organizaciones cuentan en sus estrategias con la misión de reducir el peso o eliminar materiales de sus envases. De esta forma, por un lado, evitan el consumo innecesario de materias primas y, por otro, consiguen que sean más sostenibles. Así, en este periodo se implementaron 4.470 medidas de ecodiseño enfocadas a este aligeramiento, lo que supone un 47% del total de las medidas implantadas. De estas, por sectores, el 57% pertenece al de alimentación, el 19% al de cuidado personal y hogar, un 15% al de equipamiento del hogar, un 5% a motor y ocio y el 4% restante, a textil y piel.
En este periodo de tiempo, 1 de cada 5 medidas han fomentado envases más fácilmente reciclables y/o han introducido material reciclado durante su fabricación. De hecho, se reintrodujeron 37.000 toneladas de material reciclado en ellos.
Las empresas recurren a las medidas de ecodiseño fundamentalmente por tres razones:
- Para contribuir a la salud del planeta. Por eso se deben aplicar, entre otras, medidas que fomenten, por un lado, el consumo responsable y, por otro, una producción sostenible, para lo que el ecodiseño es fundamental. Hay estudios que aseguran que el 80% del impacto ambiental de un envase se determina en la fase de diseño y que cualquier cambio posterior será más difícil de abordar y será menos efectivo a la hora de mejorar el comportamiento ambiental del envase.
- Para hacer frente a los retos legislativos. En España, la actual Ley 11/1997 de Envases y Residuos de Envases marca como objetivo prevenir y reducir el impacto sobre el medioambiente de los envases a lo largo de todo su ciclo de vida. En Europa, la legislación promueve un paquete de medidas que fomenten una producción compatible con el cuidado del medioambiente, impulsando la circularidad de los envases o el uso de materiales reciclados en la producción de estos, entre otras medidas. Esto también se aplica a la ecomodulación, es decir, aplicar la variable de la sostenibilidad a la tarifa del Punto Verde de manera que se prime la circularidad de los envases en la que ya está trabajando Ecoembes. Además de la legislación vigente, las empresas deben hacer frente a objetivos que van más allá. Actualmente se está tramitando en España el proyecto de Real Decreto de Envases y Residuos de Envases que incorpora los objetivos incluidos en la Estrategia Española de Economía Circular al flujo específico de los envases y mantiene la obligación de elaborar planes de prevención anuales por parte de las empresas envasadoras. Mientras, a través del Plan de Economía Circular, Europa avanza con la formulación de nuevas medidas orientadas a garantizar que, de aquí a 2030, todos los envases existentes en el mercado de la Unión Europea sean reutilizables o reciclables.
- Para cumplir con las demandas de la sociedad. Los ciudadanos están cada vez más preocupados por proteger el entorno y, por ello, no solo se movilizan en defensa de políticas que protejan la salud del planeta, sino que adoptan hábitos como el reciclaje, que ya es la práctica medioambiental más extendida entre los hogares españoles. Pero la sociedad también muestra su compromiso a través de sus costumbres de compra. De hecho, el 76% de los españoles afirma haber cambiado sus hábitos de consumo para luchar contra el cambio climático (Ipsos junto al Foro Económico Mundial). Ante esta demanda de la sociedad y una legislación que incita a fomentar una producción sostenible, las empresas han comenzado a dar pasos en este sentido. Además, se están dando cuenta de que una producción sostenible tiene también sentido desde el punto de vista económico, ya que permite reducir costes de fabricación y distribución, mediante la identificación de procesos y formas de producción que pueden optimizarse; mejorar el valor añadido de los productos haciéndolos más fáciles de reparar y reciclar; o reforzar la imagen de la marca y el producto, puesto que las empresas dan así respuesta a la sensibilización de los consumidores por el cuidado del medioambiente.