Agosto invita a desconectar, pero no siempre es posible. Revisar correos desde el aeropuerto, asistir a una videollamada desde el chiringuito o acceder a documentos desde el móvil se han convertido en escenas habituales del trabajo híbrido. Sin embargo, esta flexibilidad también abre nuevas puertas a los riesgos digitales.
Con redes públicas inseguras, dispositivos personales sin protección y menos personal técnico operativo, el verano se convierte en uno de los momentos más críticos para la ciberseguridad corporativa.
Amenazas reales en entornos relajados
Según Proactivanet, agosto es un mes de alto riesgo para las organizaciones. La combinación de falta de visibilidad sobre accesos, uso de dispositivos no corporativos y protocolos relajados multiplica el riesgo de accesos no autorizados, fugas de información o ataques silenciosos que pueden pasar inadvertidos durante semanas.
“Muchas empresas no saben desde dónde, con qué permisos ni con qué dispositivos se están conectando sus empleados en verano. Están volando a ciegas”, explica Alberto Lombardía, socio cofundador y director comercial de Proactivanet.
¿Qué puede salir mal durante las vacaciones?
Durante el verano, son muchos los factores que pueden comprometer la seguridad digital de una empresa si no se toman las precauciones adecuadas. Entre los más comunes se encuentran el acceso a redes WiFi abiertas sin utilizar una VPN, el uso de dispositivos personales que no cuentan con el antivirus corporativo, la falta de control sobre móviles o portátiles utilizados durante las vacaciones, las descargas de software no autorizado y, especialmente, la ausencia de alertas automatizadas que permitan detectar comportamientos anómalos a tiempo.
Todo junto genera un entorno de riesgo donde una brecha de seguridad puede pasar desapercibida hasta que ya es demasiado tarde. La reducción de actividad de los equipos de TI durante el verano también dificulta la detección temprana de incidentes, lo que puede escalar problemas menores en crisis graves.
La clave para evitar sorpresas desagradables
Por eso, los expertos proponen afrontar este desafío con soluciones de gestión de activos TI (ITAM) que permite tener visibilidad en tiempo real, generar alertas automáticas, mantener trazabilidad y aplicar control centralizado, incluso cuando los equipos están en movilidad.
Esto permite detectar software no autorizado, supervisar configuraciones críticas o conocer de forma inmediata quién accede a qué, cuándo y desde dónde. Todo, sin importar si el empleado está en la oficina… o en una tumbona frente al mar. “El problema ya no es solo el ataque externo, sino la pérdida de control interno. Y eso se soluciona con visibilidad”, añade Lombardía.
Aunque algunas organizaciones creen que protegerse implica desplegar complejas arquitecturas de ciberseguridad, la realidad es que muchas medidas efectivas son asequibles y rápidas de implantar.
Porque la ciberseguridad no se va de vacaciones
Cada vez más empresas, de todos los tamaños y sectores, han comprendido que la clave para proteger su infraestructura TI es conocerla bien. Y ese control no puede perderse en agosto. Porque sí, es posible trabajar desde la playa. Pero solo si lo haces con la certeza de que tus sistemas están protegidos. “El verdadero riesgo no está en el WiFi gratuito, sino en no saber lo que ocurre en tu red”, concluye Alberto Lombardía.