Es evidente que la relación laboral entre empresarios y trabajadores se sustenta en una relación de confianza. En ella, el empresario deposita en parte el devenir de su negocio a terceras personas de las que espera el máximo. Y los trabajadores confían en que el empresario sea justo en la contrapartida que ofrece a cambio del esfuerzo, el know how y el tiempo que ellos brindan.
Pero esta relación de confianza, lamentablemente, no siempre se cumple. Puede ser a causa de ambas partes, por supuesto. Pero hoy nos vamos a centrar en la problemática laboral que se ocasiona cuando es el trabajador quien rompe esta relación. Sucede, básicamente, cuando el ánimo doloso y ambicioso de un trabajador hace que solo mire por el aprovechamiento personal, sin tener en cuenta que están comprometidos con una relación laboral.
Es lo que llamamos transgresión de la buena fe. ¿A qué nos referimos?
La transgresión de la buena fe supone la ruptura de un paradigma de conducta esperado y deseado por el empresario.Ruptura que no tiene cabida en la relación laboral, y que cobra mayor exigencia en supuestos donde el trabajador ostenta un mayor puesto de confianza en la empresa, maneja dinero de esta o es el máximo responsable de un centro de trabajo en un determinado turno.
Lejos de ser una conducta solo censurada por la parte empresarial, el propio Estatuto de los Trabajadores refleja de forma expresa en su artículo 54, que es causa de despido disciplinario “la transgresión de la buena fe contractual, así como el abuso de confianza en el desempeño del trabajo”.
De esta forma, el legislador ha querido dar reflejo a un conjunto de conductas que merecen la máxima sanción disciplinaria, toda vez que quiebran la relación de confianza existente entre empresario y trabajador y ofrecen una casuística tan variada como relaciones laborales, sectores y empleados existan.
Para que la transgresión de la buena fe contractual, así como el abuso de confianza, puedan constituirse en causa que justifique el despido disciplinario, ha de alcanzar niveles de gravedad y culpabilidad suficientes, siendo necesario un análisis individual de cada conducta para determinar así la proporcionalidad entre la infracción y la sanción aplicable.
¿Cuándo se considera transgresión grave de la buena fe?
Hay casuística para todos los gustos. Pero los tribunales coinciden en considerar que la buena fe se ha transgredido cuando se produce apropiación indebida;por uso de materiales de la empresa en beneficio propio; por engaño a clientes;por cobro indebido de cantidades; por manipulación de las cuentas; o por violación de secretos profesionales.
La Justicia considera igualmente que hay una transgresión grave de la buena fe cuando se comprueba que se ha trabajado en otra empresa durante una situación de Incapacidad Temporal. Si el trabajador está impedido para consumar la prestación laboral a la que contractualmente viene obligado tiene vedado asimismo cualquier otro tipo de quehacer, sea en interés propio o ajeno, y ello, aunque se preste en negocios familiares, máxime cuando las incapacidades temporales se encuentran compensadas económicamente por la empresa y por la Seguridad Social, a las que perjudica.
Hay casos en los que no es tan obvio como los anteriores descritos. Se trata de la competencia desleal del trabajador hacia la empresa. Por ejemplo, la competencia directa: me beneficio de los conocimientos técnicos y profesionales adquiridos. ¿Dónde está la línea entre deslealtad y acumulación de experiencia para futuros proyectos? Otra cosa bien distinta es usar la clientela adquirida en la anterior empresa para un negocio posterior.
Finalmente apuntamos, que, para entender acreditada la deslealtad, la conducta del trabajador ha de ser cometida con plena conciencia de estar violando los mínimos valores éticos que deben inspirar el cumplimiento de los deberes básicos que cualquier relación laboral exige.
