Cuando una persona se da de alta como trabajador por cuenta propia, no siempre precisa un local donde ejercer su actividad y lo hace desde casa. Y es que en muchas ocasiones, es posible funcionar desde el propio domicilio, convirtiendo una parte del mismo en centro de trabajo. Esto es especialmente frecuente en las profesiones liberales (abogados, procuradores, consultores…) o en el caso de los freelance (programadores, editores, diseñadores…). Con solo una mesa de despacho y un equipo informático, se pueden realizar innumerables ocupaciones sin moverse de casa.
Trabajar desde casa. Efectos
Trabajar de este modo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Si nos centramos en el aspecto fiscal, podemos salir perdiendo a la hora de practicar deducciones, es decir, los gastos deducibles. Indudablemente, esta operativa supone un ahorro, puesto que no tenemos que soportar el abono de alquileres o de gastos vinculados a un local. Pero, por otro lado, también podemos tener problemas para deducir otros gastos, como los suministros, que podríamos desgravar sin problema en virtud de un contrato de arrendamiento de local de negocio.
Para trabajar desde casa, debemos afectar una parte de nuestra vivienda al ejercicio de la actividad. Para ello hay que utilizar el modelo 036. En la página donde se indica el domicilio de la actividad, pondremos el nuestro, especificando a continuación el número de metros que se van a destinar al ejercicio profesional (por ejemplo, una habitación).
Esto nos dará derecho a deducir la parte del préstamo hipotecario o del alquiler (dependiendo del caso) proporcional al número de metros afectados. Es decir, si yo he afectado 10 metros de mi casa y pago 500 euros de alquiler, podré deducir el 10% de esa cantidad en IRPF. Si fueran de hipoteca, deduciría el 10% de los intereses de cada cuota y el 10% de la amortización anual que corresponda, según las tablas contables.
Lo que no podremos deducir de ningún modo son los gastos de suministros: luz, agua, gas, teléfono fijo. Sería imposible determinar qué porcentaje de la luz consumida en cada factura se corresponde con la parte afectada de la vivienda, a no ser que instaláramos un contador independiente. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con el teléfono fijo, aunque a veces sí se admite el gasto de la conexión a internet, si podemos probar adecuadamente que está originado por el ejercicio de nuestra profesión.
De todos modos, las ventajas de trabajar desde casa no pueden medirse tan solo en criterios fiscales. La comodidad y la posibilidad de conciliar la vida familiar y la profesional son factores mucho más importantes a tener en cuenta.