El 3 de febrero tuvo lugar en Madrid, en la sede de CEOE, una mesa redonda sobre el tema de la taxonomía europea como pilar para la transición sostenible y sus expectativas para este año.
En el evento se abordaron, desde las perspectivas financiera, industrial, medioambiental y regulatoria, las implicaciones para el negocio de la integración de la Taxonomía, así como sus consecuencias y oportunidades.
La taxonomía europea consiste en un sistema de clasificación de actividades económicas ambientalmente sostenibles que identifica todas aquellas que pueden ser consideradas como tales y las que no lo son. Con ello, se pretende que los inversores dispongan de una definición válida que les garantice una mayor seguridad para invertir en actividades sostenibles.
La taxonomía se alinea con el cumplimiento de los criterios establecidos en este ámbito por el Pacto Verde Europeo, el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Constituye un pilar fundamental del marco de financiación sostenible y se basa en criterios científicos. El acto jurídico comunitario inicial que establece esta lista de actividades sostenibles es el Reglamento 2020/852, de 18 de junio de 2020, sobre la taxonomía. Este Reglamento funciona mediante la publicación de actos delegados por parte de la Comisión Europea, que definen los criterios técnicos para diferenciar las actividades sostenibles.
La mesa redonda, moderada por Tomás Conde (ESG and sustainable finance de NWORLD), contó con la participación directivos del área medioambiental de organizaciones y empresas de los sectores financiero e industrial, como Gregorio Gonzalo (socio de NWORLD), Ricardo Laiseca (managing director de BBVA), José María Fernández (director de Economía Circular de IHOBE), Roberto Fernández (director de RSC y Reputación de Iberdrola), Susana Molinuevo (directora de Cumplimiento y ASG de CIE Automotive) y Luis López-Cózar (managing director de Azentúa).
Cristina Rivero, directora de Industria, Energía y Medio Ambiente y Clima de CEOE, inauguró la jornada destacando que la taxonomía es una herramienta compleja que hace necesario previamente plantear qué es y qué no es. En este sentido, recordó que la taxonomía no es un instrumento obligatorio, ni para las empresas ni para los inversores, y que tampoco es una herramienta para medir el nivel de actuación ambiental de las instalaciones. Señaló también que hay que ser conscientes de que se trata de un sistema complejo con objetivos que no son fácilmente medibles, y que una actividad que no figure en la taxonomía no implica que no sea una actividad verde. Así mismo, Cristina Rivero aludió a la labor que están desarrollando en este ámbito los grupos de trabajo de BusinessEurope y CEOE para analizar las cuestiones técnicas relativas a la definición y aplicación de la taxonomía.
A continuación, fueron presentados los distintos ponentes, que ofrecieron una breve e interesante perspectiva sobre la visión, las implicaciones y el enfoque de sus organizaciones en torno a la taxonomía.
Ricardo Laiseca (BBVA) se refirió a la taxonomía como un reto muy complejo que supondrá la transformación de los modelos de producción y consumo, así como cambios en la forma de gestionar las empresas, afectando a sus costes. También indicó que la taxonomía es una herramienta muy útil para los inversores y la canalización de sus inversiones, pero no debería utilizarse como herramienta para medir los esfuerzos de las empresas en descarbonización porque no es este su objetivo. Asimismo, destacó que en BBVA ya han desarrollado estándares internos basados en la taxonomía. Desde BBVA se están fomentando actividades taxonómicas, pero sin dejar de lado al resto de actividades. «Creemos que es muy útil, pero hay que seguir mejorando. Es un proceso de aprendizaje y por parte de la banca nuestro rol es estar con todos los clientes y esperamos que la taxonomía vaya incorporando nuevas actividades. Los clientes tendrán que descarbonizar sus procesos internos. Queremos ser un actor importante en este proceso. Junto a la taxonomía, los bancos estamos promocionando otras herramientas con impacto directo en las empresas, como la generación de incentivos y ayudas a la descarbonización. Los datos son importantes y necesarios, y los bancos van a pedir información financiera, sobre procesos y forma de trabajar a la empresas. La calidad de los datos será un elemento muy importante en este proceso», señaló Laiseca.
José María Fernández (IHOBE) hizo alusión a la taxonomía como un elemento positivo que ha permitido unir los conceptos de sostenibilidad y financiación. Se mostró favorable al reto asumido por la Comisión Europea para su desarrollo y dejó constancia de la preocupación de la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del País Vasco (IHOBE) en lograr que esta herramienta pueda llegar a todo el tejido industrial vasco. Señaló que el gran dilema es cómo dar credibilidad a la información que exige la taxonomía y cómo vamos a ser capaces de que sea asumida por todas las empresas. Preguntado sobre cómo está actuando la IHOBE para dar a entender la taxonomía al tejido empresarial, Fernández respondió que «el medio ambiente es un factor diferenciador en el mercado; tenemos un gran abanico de medidas para transformar nuestro tejido económico. Con nuestra actividad tratamos de anticiparnos a nuestras organizaciones sobre los retos que vienen y transformarlos en oportunidades, facilitando el conocimiento acerca de qué es la taxonomía y ayudando a las organizaciones a su aplicación. Entendemos que la taxonomía es el principio y habrá otros nuevos instrumentos en el futuro y las empresas tendrán que afrontarlos». También indicó que, aunque esta regulación no afecta a las pymes por ahora, esta situación cambiará a más largo plazo.
En su intervención, Roberto Fernández (Iberdrola), apuntó que la taxonomía es una gran obra europea, tremendamente compleja por su enfoque, que está aún en sus comienzos y establece un marco de actuación elevado, aunque también hay sostenibilidad más allá de la taxonomía. Señaló asimismo que el proceso legislativo de la taxonomía es muy participativo y permitirá discriminar actividades alineadas que merecen mejores condiciones de financiación.
Por su parte, Luis López-Cózar (Acentúa) comentó que queda todavía mucho margen de mejora en el ámbito de la taxonomía, se ha marcado ya una tendencia positiva para lo que queremos que sea la sostenibilidad en el futuro. Destacó que tiene una base científica potente y que no hay que quedarse fuera del camino que señala la taxonomía. Indicó también que esta solo es un sistema de clasificación para identificar cuál es el grado de sostenibilidad de las actividades empresariales y que también los ODS tienen su rol, en concreto el ODS número 16 (alianzas para los objetivos). Recordó que “la taxonomía no obliga a nada; obliga a reportar con una calidad adecuada y concreta. Por ello, es necesario medir con criterio y apoyándonos en todos los grupos de interés implicados”, puntualizó.
Susana Molinuevo (CIE Automotive) indicó que hay tiempo para que se asienten los criterios de elegibilidad de la taxonomía y que las empresas cuyas actividades queden fuera de la taxonomía no van a estar al margen de la financiación. Aunque por el momento, hay muchas empresas que están al margen de la taxonomía, es un instrumento que está en plena evolución y se prevén muchos cambios en un futuro que facilitarán la inclusión de más empresas.