¿Te sientes como si nunca estuvieras haciendo un trabajo «suficientemente bueno» mientras diriges tu empresa? Puede que estés luchando contra el síndrome del impostor.
Cuando tienes confianza y te concentras en el futuro, puedes encontrar soluciones para la mayoría de las cosas. Cuando no estás seguro, o estás centrado en el pasado, o ambos, avanzar es más difícil. Cuando diriges una empresa, no es raro sentirte sobrecargado o abrumado. Pero podría ser algo más que estar ocupado y estresado lo que hace que te sientas así.
El síndrome del impostor puede ocasionar todo tipo de problemas en tu negocio. Por ejemplo:
- Cobro insuficiente durante el proceso de venta.
- Contratar a las personas equivocadas.
- Pasar demasiado tiempo con clientes que no terminan de decidirse.
- Tener demasiado estrés por ser demasiado duro contigo mismo.
- Procrastinar con tareas importantes o urgentes
- No delegar y retrasar la realización de trabajos o la entrega de los mismos
Entonces, ¿cómo puedes saber si estás lidiando con el síndrome del impostor?
¿Qué es el síndrome del impostor?
El síndrome del impostor es un sentimiento generalizado de duda, inseguridad e incompetencia a pesar de la evidencia de que eres hábil y exitoso.
Acuñado por primera vez por investigadores en la década de 1970, aproximadamente el 25-30% de los grandes triunfadores pueden sufrirlo. Según la investigación, alrededor del 70% de los adultos lo experimentan en alguna ocasión a lo largo de su vida.
Esto plantea las preguntas: ¿Cómo saber si realmente tienes el síndrome del impostor? ¿Y qué puedes hacer al respecto si lo tienes?
7 signos del síndrome del impostor
Primero, veamos los siguientes 7 signos del síndrome del impostor de la investigación científica para ver si lo estás experimentando:
- Deseo de ser el mejor: las personas que desean ser las mejores a menudo son reconocidas como las más exitosas o las más brillantes de un grupo cuando se trata de sus habilidades o logros. En un escenario más amplio, aquellos que luchan con el síndrome del impostor se dan cuenta de que hay muchas personas excepcionales y que no son únicas en ese sentido, lo que lleva a descartar sus propios talentos y logros a pesar de ser muy talentosos y capaces.
- Tendencia perfeccionista: las personas afectadas luchan por ser sobrehumanas y tienen una expectativa interna de ser perfectos y desempeñarse sin problemas. Establecen metas y expectativas personales altas para sí mismos y, si se quedan cortos, con frecuencia se sienten abrumados y decepcionados.
- Miedo al fracaso: todos podemos identificarnos con esto, pero aquellos que luchan con el síndrome del impostor experimentan altos niveles de ansiedad cuando se exponen a una tarea relacionada con el logro, porque temen un posible fracaso. Cometer errores y no desempeñarse a su nivel personal más alto provoca sentimientos de vergüenza y humillación, por lo que tienden a esforzarse demasiado para asegurarse de que no fallarán.
- Descartar el elogio como inválido: aquellos con síndrome del impostor tienen dificultades para interiorizar su éxito y aceptar el elogio como válido. Tienden a atribuir su éxito a factores externos y argumentan que no merecen elogios (lo que no debe confundirse con una falsa modestia).
- Culpabilidad y miedo al éxito: esto suele suceder cuando son los primeros en tener éxito en su familia o entre sus compañeros. No quieren sentirse diferentes y, a menudo, se sienten culpables por su éxito. También temen que su éxito genere una mayor expectativa de los demás, incluso si ese no es el caso.
- Preocupación por mantener el rendimiento: las personas con síndrome del impostor han logrado el éxito, pero sienten la presión de mantener el mismo nivel de éxito, lo que provoca estrés, agotamiento, agotamiento emocional y pérdida de motivación. Se convierten en su propio peor enemigo.
- Falta de felicidad cuando se tiene éxito: los éxitos deben traer alegría. El síndrome del impostor hace lo contrario: roba la felicidad y la reemplaza por miedo, ansiedad, dudas sobre uno mismo e incomodidad con los logros. Es difícil para aquellos con síndrome del impostor aceptar y disfrutar sus habilidades y logros. Son incapaces de interiorizar su éxito, lo que a su vez significa que no pueden disfrutar de la felicidad que conlleva.
Puede que te reconozcas en esa lista. Si es así, no estás solo.
Por definición, si diriges un negocio, eres competente y capaz … ¡porque lo estás haciendo! Pero si crees que tienes el síndrome del impostor, lo más recomendable es buscar apoyo profesional, ya sea con un terapeuta, un coach o ambos. Más allá de eso, aquí hay cinco consejos.
5 consejos para gestionar el síndrome del impostor
Aquí hay cinco consejos para ayudarte a gestionar el síndrome del impostor:
- No estás solo: muchas personas tienen estos sentimientos. Aunque no se discute ampliamente, el síndrome del impostor es normal. Conectarte con compañeros puede ayudar a mitigar esa sensación de soledad que crea el síndrome del impostor.
- Replantea las tareas: si una tarea relacionada con el logro te crea ansiedad (o dudas y preocupación), intenta replantear la tarea como una oportunidad para aprender algo en lugar de demostrar tu valía. Esto puede reducir la presión que ejerces sobre ti mismo.
- Gira hacia afuera y trabaja de manera más inteligente: es probable que estés atrapado en tu cabeza, lo que puede ser la vía rápida hacia la procrastinación o la preparación excesiva. Ninguno de los dos ayuda a tu productividad. En su lugar, busca un colega que pueda ayudarte a cargar con el trabajo. O habla con un entrenador u otro asesor para tener una perspectiva de lo que es normal. También puedes delegar en tu equipo.
- Haz aquello en lo que eres bueno: si hay algo que temes, elige en lo que eres bueno y hazlo primero. Todavía necesitas hacer las tareas más difíciles, pero ayuda a generar impulso si comienzas con algo en lo que sabes que tendrás éxito.
- Estudia tus datos: una gran parte del síndrome del impostor es pensar que no te mereces estar donde estás. Si atribuyes tus logros a la suerte, siéntate y enumera las acciones que te llevaron a donde estás. Acepta tu progreso. Entiende que realmente lo hiciste y que te lo mereces. Acepta los elogios de los demás, ¡pero también de ti mismo!
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