Las empresas podrán espiar el uso que sus empleados hacen del correo electrónico y de otras aplicaciones de mensajería en horario laboral siempre y cuando se asegure de que el trabajador es consciente de ello.
Es la decisión que ha establecido este martes el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en respuesta a la apelación de un ciudadano rumano despedido por haber escrito correos personales desde la mensajería de su empresa.
Bogdan Barbulescu, de 38 años, denunció que su jefe espió sus comunicaciones, violando su derecho al respeto de su vida privada y de su correspondencia, protegidos por el artículo 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH).
La justicia rumana se pronunció a favor de la empresa, estimando que el jefe tuvo una conducta razonable y que la revisión de las comunicaciones de Barbulescu era la única manera para establecer que hubo una infracción disciplinaria.
El empleado rumano apeló entonces a la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH), que en 2016 dictaminó que un empresario puede revisar el contenido de las comunicaciones de sus empleados en el marco de un procedimiento disciplinario.
De alguna manera, la sentencia daba la razón al Estado rumano y a la empresa, pero el fallo conocido esta mañana la matiza al concluir, por 11 votos contra 6, que las autoridades rumanas «no han alcanzado un justo equilibrio entre los intereses en juego» y «no han protegido correctamente» el derecho del demandante al respeto de su vida privada y su correspondencia.
En concreto, Estrasburgo cree que los tribunales rumanos no protegieron la correspondencia de Bodgan Barbulescu porque su compañía no había notificado previamente que estaba vigilando sus comunicaciones.
