Son muchas las veces que asumimos que las cosas deberían irnos mejor, que merecemos más, que la vida debería ser más justa; es más, a veces no pasamos el tiempo esperando a que algo mágico suceda y que de pronto, por fin, la vida sea más fácil. Pero la realidad es que las cosas no suceden solas y no podemos estar esperando a que así sea: somos cada uno de nosotros los que tenemos que hacer que las cosas pasen y dejar de procrastinar.
DEFINICIÓN DE PROCRASTINAR
Podemos acudir, en primer lugar, a la definición de procrastinación que establece la RAE: Diferir, aplazar.
Procrastinar viene del verbo latín procrastinare (postergar hasta mañana), pero la procrastinación no es una cuestión de vagancia o pereza, tiene más que ver con evitar emociones indeseadas, tiene que ver con la incapacidad de gestionar nuestras emociones negativas ante tareas que provocan estrés, ante una tarea o algo que no nos gusta, unida a la falta de voluntad para actuar.
Y yo, en particular, defino procrastinar como postergar lo inevitable. Me explico.
No podemos estar pensando que por ser buenas personas las cosas nos van a ir bien. ¡Y ojo! Por supuesto debemos serlo, pero creo que el mítico Bruce Lee lo dijo mejor que nadie: Pensar que la vida te va a ir bien por ser buena persona, es como pensar que un tigre no te va a comer por ser vegetariano.
No hay magia ni secretos, simplemente tenemos que hacer lo que sabemos que tenemos que hacer y que por algún motivo, a veces, lo evitamos: por miedos, por malos hábitos, por falta de planificación y disciplina, por las circunstancias, por…
Siempre tenemos una buena razón para justificarnos, pero hasta que no tomamos una firme decisión llena de determinación nada cambia. Y nada cambia hasta que nosotros lo hacemos.
PROCRASTINACIÓN, EL GRAN ENEMIGO QUE NOS HACE SUFRIR Y NOS IMPIDE PROGRESAR
Probablemente uno de los mayores problemas en la actualidad, en lo que se refiere a la productividad y niveles de estrés, es que nos hemos convertido en los reyes de la procrastinación.
Aunque tengamos la verdadera intención de cumplir o finalizar una tarea, a pesar de tener una fecha que cumplir, un plazo que se acerca y nos acecha, nos pasamos el tiempo despistados, entretenidos con mil cosas, perdidos en trivialidades, navegando por internet.
Postergamos las cosas, aparecen supuestas urgencias, nos interrumpen o tal vez simplemente es que estamos huyendo de algo…
Cuando sabemos que tenemos que cumplir una tarea y no lo hacemos es un terrorífico causante de estrés, de ansiedad, además de impedirnos progresar y mejorar nuestros resultados.
Al final, la procrastinación nos impide que saquemos nuestro verdadero potencial.
¿POR QUÉ PROCRASTINAMOS?
Procrastinar es una forma de huir del estrés, es el hábito de aplazar una tarea importante, generalmente enfocándonos en actividades menos importantes, más agradables, más entretenidas o fáciles.
La procrastinación es una solución emocional que nos proporciona un beneficio a muy corto plazo. Sin embargo, acto seguido nos hace sentir culpables, aumenta el estrés y nos puede llevar a un desastre y al fracaso porque no podemos vivir huyendo de la vida, sino asumiendo la responsabilidad y tomando control de ella.
ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA DEJAR PROCRASTINAR
El primer paso (como siempre) es reconocer que estamos procrastinando y que hacerlo empeora las cosas. Después tenemos que identificar las razones detrás de ese comportamiento y usar estrategias apropiadas para gestionar y superarlo.
Organízate: Escribe tu lista de tareas y prioridades el día anterior. No pierdas tiempo y energía pensando que es lo primero que deberías hacer al comenzar el día. Si has definido la tarea principal a desarrollar arrancarás el día más concentrado, con más control, ahorrarás tiempo y energía.
¿Qué tarea es la que estás evitando hacer?: Nuestro primitivo cerebro interpreta esa tarea como una amenaza, como una posibilidad de fracaso, de que a lo mejor lo hacemos mal, y te envía todo tipo de señales y hormonas, como si te enfrentases a un tigre para que evitas esa tarea, ese peligro y hagas algo más fácil, algo que no suponga un peligro. Por eso, nuestra mente prefiere distraerse, mirar emails, hacer la lista de tareas más grandes y ver qué pasa en Instagram… Pierdes el tiempo, te despistas, huyes, te engañas y al final, eso es crea estrés y tensión. Después te machacas por no haber hecho lo que tenías que hacer. Aquello que evitas te hace esclavo, aquello a lo que te enfrentas te hace libre. Pon eso que pospones como prioridad nº1. Lo más difícil e importante, siempre lo primero.
Define tus objetivos y ponte mentas: Eso te ayudará a trabajar de un modo más productivo y mejorar tu enfoque.
Empieza por objetivos a corto plazo: Cuanto antes veas los resultados, más satisfecho te sentirás. Eso te ayudará a tener la energía suficiente para embarcarte en grandes metas a largo plazo.
Enfoque vs distracciones: Uno de los efectos de la tecnología, del exceso de información, las multitareas, el «ruido» a nuestro alrededor, es la pérdida del enfoque y capacidad de atención. Por eso una de las prioridades es mantener el enfoque en lo prioritario y evitar las distracciones. Cuando Warren Buffet y Bill Gates fueron preguntados por cuál había sido el elemento clave para obtener semejantes resultados en su vida, la respuesta de ambos fue enfoque, la capacidad de centrase en un solo objetivo.
Burbujas de productividad vs. Procrastinación: Crea un momento y espacio sagrado. Las personas más productivas utilizan este hábito de superproductividad. Consiste en aislarse de todo durante un tiempo definido para cumplir un objetivo o tarea. Para ello, desconectan todos los teléfonos, dispositivos, wifi o cualquier cosa que pueda provocar un interrupción, y definen un plazo de tiempo, una o dos horas. Ese momento se convierte en un momento de salud y bienestar al saber que nada ni nadie nos va a interrumpir es nuestro particular santuario. De esta forma la capacidad de concentración y enfoque aumenta de manera sorprendente, y en ese espacio de tiempo somos capaces de hacer cosas que a veces tardamos días o hemos estado aplazando desde quién sabe cuándo. ¡Pruébalo!
Establece una fecha límite: La idea de un día de estos no funciona. Si tienes una tarea importante ponle fecha y proponte tenerla terminada con algún día de anticipación. Evita sufrimientos de última hora.
Evita la perfección: La perfección es un maravilloso método para garantizar el sufrimiento y además, es algo que no existe. Podríamos decir que es el arte de encontrar defectos a todo, y en el fondo es algo que nace del miedo y la necesidad de control. Así que deja de exigirte la perfección, que es tan solo una forma de frustración. Otra cosa bien distinta es la excelencia, la búsqueda de la mejora, hacerlo lo mejor posible, eso sí es positivo, pero sin el fustigamiento de la perfección.
Imagina cómo te vas a sentir cuando lo hayas hecho: Cumplir con nuestros objetivos genera una sensación de autocontrol, de disciplina y determinación que aumenta nuestra confianza, nuestro nivel de energía y motivación.
Entrena tu disciplina: No hay mayor satisfacción que sentir que tienes una clara dirección de hacia dónde vas y de lo que quieres lograr. Eso es lo que nos ayuda a ver que nuestra vida depende de nosotros y que estamos tomando el control para que las cosas sucedan.
¿Y tú? ¿Tienes claro cuál es tu siguiente meta en la vida?