La presidenta de la CEO recordó las iniciativas de la entidad empresarial en pro del emprendimiento y la dinamización del rural

El estudio considera clave la potenciación de financiación específica para comarcas rurales y el aprovechamiento de fondos europeos para facilitar el desarrollo territorial

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Actualizado 06 | 07 | 2022 14:14

Emprendimiento rural

Alberto Vaquero, profesor de la Universidad de Vigo y miembro de los grupos investigadores GEN Uvigo y GEM Galicia, presentó esta mañana en la CEO los principales datos relativos al informe ‘El emprendimiento rural: situación actual y perspectivas de futuro’, acompañado por la presidenta de la entidad, Marisol Novoa, y la decana de Empresariales y Turismo, Montserrat Cruz.

Novoa intervino en primer lugar para agradecer el trabajo de los grupos de investigación en cuestiones como el emprendimiento, pero también en ‘empresa familiar, economía regional y sectorial y otros parámetros fundamentales para la toma de decisiones y el avance de las sociedades’ y añadió que la Confederación desarrolla acciones encaminadas a dinamizar y sensibilizar a favor del rural y el emprendimiento en él, y recordó las alegaciones presentadas por la CEO a la Ley de Movilidad Sostenida ‘que no tiene en cuenta la movilidad rural o la solicitud de otro enfoque en los criterios para que los fondos Next Generation destinen también al rural proyectos de mejora de la movilidad y la conectividad y atiendan a poblaciones de menos de 50.000 habitantes; o la instalación de oficinas de asesoramiento y tramitación de ayudas en poblaciones como Verín y O Barco a través del proyecto Conecta Ourense, son algunos de los frentes en los que la CEO está presente y trabaja para fomentar una revitalización del mundo rural tan necesaria hoy en día’. Destacó, además, la necesidad de que el rural cuente con servicios, infraestructuras modernas, buena conexión a internet y comunicaciones propias de este siglo para que resulte atractivo invertir y emprender en él.

Antes de la presentación del estudio, Montserrat Cruz destacó el trabajo de la Universidad de Vigo y los grupos de investigación, además de los convenios con entidades como Xunta, CEO y Colegio de Economistas para avanzar en esta labor. A continuación, presentó a Alberto Vaquero, uno de los autores del estudio, quien desgranó los principales elementos de un informe elaborado a partir del análisis de los datos GEM (Global Entrepreneurship Monitor) 2019-2021, no sin antes aplaudir la labor de la confederación empresarial en el apoyo y dinamización de las actividades rurales.

Vaquero destacó en un comienzo que el principal lastre para el emprendimiento rural es la falta de infraestructuras y servicios en este entorno, lo que implica también falta de iniciativas. Destacó también que hay algunos factores que a priori frenan el emprendimiento y es la sensación de miedo al fracaso que hay en nuestro país, algo que hay que combatir, añadió, ‘no penalizando al emprendedor pues fracasar no es malo’.  Apuntó como otras rémoras a la hora de emprender que resulta más complicado hacerlo en el rural que en entornos urbanos, y que durante el período Covid se incrementó esa dificultad de emprender. La pandemia, añadió, ‘ha ocasionado daños, pero también se ve un repunte que hay que aprovechar’.

El análisis surge de la publicaciónActividad emprendedora en el medio rural, realizada por la Red GEM España-Observatorio del Emprendimiento y recoge un análisis de las características del emprendimiento en municipios del ámbito rural español (menos de 5000 habitantes). Se tratade un trabajo multidisciplinarfirmado por un equipo de investigación integrado por especialistas de las universidades de Cantabria, Jaén, León, Miguel Hernández y Extremadura y en el que participa, por parte de la Universidad de Vigo,el propio Alberto Vaquero.

La publicación realiza un análisis de la situación con datos de la Red GEM de 2019-2021 en lo que pone de manifiesto su situación desde diferentes planos, recogiendo la perspectiva de la población, su implicación en proyectos empresariales, el perfil de las personas que emprenden, los motivos por lo que lo hacen, las características de las actividades que desarrollan y su percepción de dificultades y expectativas generales.

En ella se apuntan datos como que la edad promedio de las personas que tienen intención de emprender en los próximos meses es de 38 años; que tres de cada cuatro personas que viven en el rural creen que no hay oportunidades para emprender y que aproximadamente la mitad de la población rural piensa que está capacitada para emprender.

El emprendimiento rural, recoge el informe, “es una de las claves del desarrollo del territorio. Facilita un medio de vida, acerca riqueza y empleo y da respuesta a las necesidades locales de bienes y servicios. Conocer y analizar sus características es clave para que instituciones y agentes de apoyo al emprendimiento rural desarrollen estrategias de trabajo adaptadas a las singularidades y necesidades del territorio”. La finalidad es que el informe publicado contribuya “a conocer mejor la situación del emprendimiento rural y facilite el establecimiento de una estrategia de desarrollo acorde a sus necesidades”.

Perfil de las personas emprendedoras y características de la actividad

Tal y como recoge el informe, la edad media de las personas que tienen intención de emprender en los próximos meses (38 años) y de las que están gestionando su propia actividad (43 años en nueva actividad y 50 años en consolidada), denota “una dificultad añadida en edades más nuevas, precisamente aquellos que más dificultades tienen para abrirse un hueco en el comprado laboral”.

Sin embargo, el análisis detalla que, el último año, “en el que la situación laboral sigue sufriendo las consecuencias de la pandemia y quizás por eso, se detecta una mayor actividad de este colectivo” y algo más del 30% de las actividades emprendedoras nuevas son promovidas por personas menores de 35 años. “Reconectar a la juventud con el territorio es básico para fijar población”, advierte el documento.

Desde una perspectiva de género, el informe apunta que “alrededor del 11% de las mujeres del ámbito rural o bien tienen la intención de emprender en los próximos meses o bien están promoviendo iniciativas nuevas, y este porcentaje se mantiene razonablemente estable en el tiempo”. Las diferencias por sexo muestran una brecha de género en emprendimiento rural caracterizada por que los hombres, de partida, se involucran más (entre 3-4 puntos), aunque el dato del último año analizado, 2021, muestra una mayor equiparación en la salida de la pandemia, incluso con mayor protagonismo de mujeres en el emprendimiento nuevo. Vaquero destacó el carácter más conservador y meditado de la mujer a la hora de emprender en el rural, lo que quizás, apunta el profesor, sea motivo de mejores resultados finales.

Según indica el análisis, el motivo fundamental que lleva a la puesta en marcha de un negocio propio en el ámbito rural es claramente generarse su propia alternativa laboral para no tener que abandonar su entorno vital. El perfil educativo de las personas emprendedoras se reparte, según el informe, entre formación secundaria y superior (universitaria y FP de grado superior), aunque se detecta una cada vez mayor presencia de emprendimientos que se llevan a cabo con estudios universitarios lo que, de continuar la tendencia, implicará “una mejor preparación a futuro del colectivo emprendedor rural”. Con todo, el trabajo recoge que estos datos contrastan con el hecho de que “solo una de cada tres de las personas que tienen intención de arrancar un nuevo negocio recibieron formación específica relacionada con la creación y gestión del mismo”.

El documento también señala que los negocios orientados al consumo son mayoritarios en el ámbito rural, aunque también tienen una fuerte presencia las actividades del sector primario. “La situación delicada por la que atraviesan las explotaciones agrarias, con envejecimiento de sus titulares, sin relevo generacional y con rentabilidades a la baja, y que se agravó por la pandemia, llevó a que en el último año el emprendimiento en el sector primario se redujo alarmantemente, lo que hace urgente prestar especial atención a este sector”, destaca el informe. En cuanto al número de socios, en España, según el informe, “se emprende tradicionalmente en solitario y el ámbito rural no es una excepción”.

Además, se trata de negocios de muy pequeño tamaño, siendo mayoritarias aquellas iniciativas que no cuentan con personas asalariadas (53%), seguidas de aquellas que dan empleo a entre una y cinco personas (39%), y en las que el grado de innovación es reducido y operan básicamente en mercados locales o nacionales (menos de uno de cada diez tiene orientación internacional con más del 25% de ventas).

Perspectiva e implicación de la población

Los datos recogidos en este informe muestran igualmente que “aproximadamente la mitad de la población rural, más allá de su formación o de su experiencia personal, cree que está capacitada para emprender, mientras que prácticamente para tres de cada cinco personas el miedo a fracasar les supondría un freno importante para intentarlo”. Los datos ponen de manifiesto que tres de cada cuatro personas que viven en el rural creen que no hay oportunidades para emprender y alrededor del 65% no ve factible emprender un negocio.

Estos datos, aun suponiendo una cierta mejoría respeto al peor momento de pandemia, reflejan una situación de clara desventaja frente a entornos urbanos, “donde las oportunidades y la factibilidad de emprender son vistas más positivamente”. La intención de emprender y las iniciativas nuevas, con menos de 3,5 años en el mercado, son menores en el ámbito rural que en el urbano. Aun así, se da el caso contrario en los emprendimientos considerados más consolidados o con más recorrido en el mercado, que superan los 3,5 años de funcionamiento, y que ofrecen porcentajes superiores de implicación rural.

La excepcional situación provocada por la pandemia, señala el documento, “provocó el obvio reconocimiento de la inmensa mayoría de las personas emprendedoras del ámbito rural (77%), de que desarrollar un negocio era más difícil que previamente a la pandemia, pero lo significativo es que un año más tarde, en 2021, hay un 54% que consideran que emprender este año es más difícil que en 2020, y otro 30% que considera que se mantiene la situación igual de complicada, poniendo en evidencia la huella que dejó el impacto de la covid-19”. Aun así, una de cada cuatro actividades preveía un crecimiento más positivo en 2021 que en el año anterior.


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