En la vida tenemos éxitos equivocados. El éxito no es triunfar en el campo profesional sino tener equilibrada la rueda de la vida.
En la sociedad las experiencias negativas se entienden como un fracaso y no es así. De estas experiencias hay que extraer lo mejor, lo positivo. Se aprende de los errores y es la actitud lo que lleva a hacer cosas diferentes.
“Desde hace varios años estoy estudiando los distintos perfiles de las personas y he llegado a la conclusión de que todos tenemos unos patrones en común: Todas las personas priorizamos fatal. La sociedad sólo nos enseña a priorizar el aspecto económico. El 90% de las horas trabajadas no son rentables. Cuando las personas son conscientes de ello se desmoronan”, ha explicado el CEO de goalboxes, Aritz Urresti.
A continuación, se ha centrado en explicar cómo somos las personas para entender por qué fallamos en la asignatura de la productividad.
5 rasgos que caracterizan a las personas
1- Somos genéricos
Solemos usar las palabras “más”, “menos” y “mejor” porque sirven para entendernos, pero no ayudan a nuestro cerebro a priorizar. El cerebro necesita algo específico para funcionar. Esta situación plantea un problema, porque cada vez que la persona se plantea hacer algo si es genérica y no especifica no llega a ejecutar las acciones necesarias para llevar a cabo lo que se había planteado.
2- Somos intangibles
En España se trabajan muchas horas y no es una situación rentable. Las personas no son capaces de tangibilizar su tiempo y poner en valor su experiencia por lo que buscan empresas que lo tangibilicen por ellas con un salario. Es crucial que cada persona y cada profesional ponga precio a su hora y con la experiencia esta crezca exponencialmente. La sociedad no nos ayuda a pensar sino a ejecutar.
3- Somos reactivos
La reactividad no trae ningún resultado. Hay que dar un paso adelante y ser proactivos, encontrar la oportunidad para crecer.
4- No tenemos metas
Sin metas no sabemos cuáles son nuestros “para qué”. Hay que planificar la semana para cumplir metas. No sirve de nada intentar cumplir metas si no se tiene un “para qué”.
5- No medimos
Las personas no suelen medir lo que hacen cada día. Hay que hacer autocrítica. “Yo suelo hacerlo dos veces al día. A la hora de comer y a la hora de cenar. De esta forma tengo feedback de la mañana y puedo corregir o adaptar por la tarde las tareas a desarrollar”, ha declarado Aritz Urresti.