Mujer y generación de riqueza

Participación de la mujer en la generación de riqueza

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Actualizado 08 | 03 | 2018 07:00

Mujer y generación de riqueza

Existe una relación directa entre ocupación y emprendimiento femenino, por un lado, y generación de riqueza e igualdad, por otro; lo que se puede traducir en que, cuando el número de mujeres ocupadas crece, también lo hacen las economías.

Aun así, los datos a nivel mundial reflejan que el 70% de las personas empobrecidas son mujeres, pese a tener el 66% de la carga de trabajo y producir el 50% de los alimentos, para tan sólo recibir el 10% de los ingresos o poseer el 1% de la propiedad, según Naciones Unidas.

En cambio, los emprendimientos liderados por mujeres están cambiando la realidad social y económica de los países en desarrollo, apostando por la sostenibilidad social y ambiental, según se desprende del informe «Mujer, pobreza y desarrollo sostenible», elaborado por Fundación “Comercio Para el Desarrollo” (COPADE) en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid.

Para Javier Fernández, director de Fundación COPADE, “es un hecho que existe la feminización de la pobreza. Las mujeres se enfrentan a muchos más obstáculos para acceder a la educación, a la salud, a un empleo remunerado que les permita ser independientes, por lo que sufren una pobreza multidimensional mucho mayor que los hombres”.

Mujer y emprendimiento como forma de acabar con la desigualdad

Tradicionalmente, la mujer se ha visto relegada a un papel muy secundario en la actividad económica, dedicándose a tareas domésticas y quedando al margen de la participación activa como trabajadora por cuenta ajena o por cuenta propia.

Ese rol ha ido cambiando de forma lenta pero paulatina en los últimos años, con la incorporación de la mujer en las empresas, sobre todo para ciertas tareas menores. Al respecto, un problema generalizado es el de conseguir una igualdad efectiva en el acceso de la mujer a puestos directivos. Los puestos de mayor responsabilidad están ocupados en su gran mayoría por hombres: es el llamado techo de cristal. Según datos de «ONU Mujeres», en 2014 solo había un 24% de mujeres en puestos de alta dirección en todo el mundo.

Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reconoce que para que las mujeres se conviertan en agentes efectivos en el desarrollo del capital humano, se debe prestar especial atención a intensificar su contribución y a tener en cuenta sus necesidades, sus diferentes roles y sus cambiantes circunstancias económicas y familiares. Esto significa que se debe reconocer más su contribución actual y potencial como productora, como individuo capaz de tomar decisiones y como generadora de ingresos.

El empoderamiento económico de las mujeres tiene importantes beneficios sociales:

  • Cuando el número de mujeres ocupadas aumenta, las economías crecen. Según estudios efectuados en países de la OCDE y en algunos países no miembros, el aumento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, o una reducción de la disparidad entre mujeres y hombres en la fuerza laboral, produce un crecimiento económico más rápido.
  • Incrementar la proporción de los ingresos del hogar controlados por las mujeres modifica los patrones de gasto en formas que benefician a hijas e hijos.
  • El aumento en la educación de mujeres y niñas contribuye a un mayor crecimiento económico. Un mayor nivel educativo da cuenta de aproximadamente el 50% del crecimiento económico en los países de la OCDE durante los últimos 50 años, del cual más de la mitad se debe a que las niñas tuvieron acceso a niveles superiores de educación y al logro de una mayor igualdad en la cantidad de años de formación entre hombres y mujeres. No obstante, para la mayoría de las mujeres, los logros sustanciales en educación no se tradujeron en la obtención de mejores resultados en el mercado laboral.
  • Por cada año adicional de formación para las mujeres en edad reproductiva, la mortalidad infantil disminuye en un 9,5 por ciento.

Barreras jurídicas y sociales

A pesar de los avances logrados en las últimas décadas, el año pasado el Secretario General de las Naciones Unidas reconoció que las mujeres y las niñas siguen enfrentándose hoy a las mismas barreras y limitaciones que hace 20 años. Si, como parece, las evidencias y los datos demuestran que la participación de la mujer en la actividad económica es beneficiosa para la economía de un país, entonces ¿por qué sigue existiendo, en muchos países, una proporción tan baja de mujeres empleadas o empresarias?

La explicación a eso podemos encontrarla en la multitud de barreras y obstáculos que se encuentran en el camino y que impiden o limitan su capacidad emprendedora, algunos de ellos a nivel jurídico o administrativo (muy difíciles de solucionar si no es cambiando la legislación interna de un país) y otros a nivel social o cultural (costumbres, patrones de actuación y comportamientos machistas que se arrastran del pasado y que desmotivan y dificultan enormemente la capacidad emprendedora la mujer).

  • Las mujeres ganan menos que los hombres (es la llamada brecha salarial de género): En la mayoría de los países, las mujeres en promedio ganan sólo entre el 60% y el 75% del salario de los hombres.
  • Además, las mujeres tienen más probabilidades de dedicarse a trabajos de baja productividad, empleos vulnerables, estacionales y subvalorados, con baja remuneración.
  • Muchas trabajan en el sector informal (sin contrato, sin seguro y con bajo salario) o incluso realizan trabajos no remunerados (en negocios de sus propias familias).
  • Son muchas las mujeres asalariadas y muy pocas las que deciden o consiguen emprender un negocio por su cuenta convirtiéndose en empresarias, lo que lleva a perpetuar la dependencia económica de la mujer.
  • Las mujeres dedican mucho más tiempo que los hombres a la atención y cuidado de sus familias y al cuidado de las personas mayores (es la llamada crisis de los cuidados).
  • Las mujeres dedican entre 1 y 3 horas más que los hombres a las labores domésticas; entre 2 y 10 veces más de tiempo diario a la prestación de cuidados (a los hijos e hijas, personas mayores y enfermas), y entre 1 y 4 horas diarias menos a actividades de mercado.
  • Las mujeres tienden a tener menor acceso a las instituciones financieras y mecanismos de ahorro formales.
  • Mientras el 55% de los hombres informa tener una cuenta en una institución financiera formal, esa proporción es de sólo el 47% en el caso de las mujeres en todo el mundo.
  • Esta disparidad es mayor en las economías de ingresos medios bajos, así como en Asia meridional, Oriente Medio y África del Norte.

Cómo romper ese círculo vicioso

No se podrá alcanzar el pleno potencial de las mujeres hasta que derribemos o eliminemos todas las barreras que hemos mencionado anteriormente. La creación de más y mejores empleos para las mujeres, la protección social universal y la adopción de medidas para reconocer, reducir y redistribuir las labores de cuidado y las tareas domésticas no remuneradas, son indispensables para hacer realidad la nueva y transformadora agenda para el desarrollo sostenible de Naciones Unidas.

Algunas acciones que, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), permitirían mejorar la equidad de género son:

  • Reconocer la función de la educación y la formación para promover la ruptura de los estereotipos de género
  • Ofrecer capacitación a las mujeres y los hombres en campos no estereotipados
  • Promover el espíritu empresarial de las mujeres
  • Apoyar la participación y el liderazgo de las mujeres en la toma de decisiones, en particular en los gobiernos, organizaciones de empleadores y de trabajadores
  • Eliminar la desigualdad de trato de hombres y mujeres en el mercado laboral
  • Promover la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor a través de la transparencia de los salarios
  • Limitación de horas de duración pagadas y el exceso de trabajo
  • Cambiar la actitud hacia el trabajo de cuidado no remunerado.

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