Desde que se permitió a las mujeres el acceso al cuerpo notarial, la realidad se ha impuesto sin necesidad de cuotas

¿Cómo ha evolucionado el papel de la mujer en el mundo notarial?

©Consejo General Notariado

Actualizado 05 | 07 | 2021 09:55

María Nogales Sánchez

La respuesta es sencilla: cualitativamente. El salto se produjo en el momento en que se permitió a la mujer optar por ser notario; es decir, concurrir a las oposiciones. Tras ello y conforme transcurren los años, el número de opositoras y mujeres notario ha ido incrementándose hasta el punto de que, en la última oposición, el porcentaje de mujeres aprobadas ha alcanzado el 60% y, a día de hoy, representamos más del 30% de los notarios de España.

Desde una perspectiva histórica, salvo el impasse que supuso en este punto la Primera República, no se reconoció expresamente la posibilidad de acceso de la mujer a la oposición de notarías hasta la Ley 56/1961, del 22 de julio. Hasta dicho momento solo habían accedido, en 1942, Consuelo Mendizábal Álvarez, que fue la primera mujer que ostentó dicho cargo en nuestro país; Margarita Baudín Sánchez, que accedió en 1944; y, en 1947, Carolina Bono Huerta. No debe olvidarse la realidad social del momento, ya que el porcentaje de analfabetismo en España en los años cincuenta rondaba el tercio de la población, por lo que el acceso a dicho cargo era un privilegio en general y, además, dados los roles existentes en la familia, una excepción para las mujeres en particular. En el sistema legal vigente, hasta la ley del 2 de mayo de 1975, no se suprimió la licencia marital, ello implicaba, entre otros aspectos, que la mujer casada necesitara la licencia (autorización) de su marido para administrar y disponer de sus bienes. Por tanto, el acceso de la mujer al Notariado se permitió antes de suprimir la mencionada licencia, incluida, claro está, la que precisaba la mujer notario.

Desde que se permitió a las mujeres el acceso al cuerpo notarial, la realidad se ha impuesto sin necesidad de cuotas. Una mujer inteligente y trabajadora aporta valor a nuestra profesión, al igual que un hombre con las mismas características, no se necesita más que igualdad de oportunidades.  Los hombres y mujeres compiten en igualdad de condiciones por aprobar la oposición, sin más merma que las limitaciones propias y las que el peso de la juventud, en la mayoría de los casos, impone. Es una inversión de tiempo y de medios, no se puede obviar, y si bien para ayudar a esta última existen becas, la primera es un peso que el opositor en su soledad y la familia sufridora deben soportar.

Pero centrándonos en las mujeres, ¿por qué se han impuesto en las oposiciones en general y en notarías en particular? Bajo mi punto de vista, ser notario es una carrera de fondo donde se premia el esfuerzo, la capacidad, el mérito. Es una prueba objetiva cuya superación te permite prestar un servicio público con una preparación óptima al tiempo que, una vez que accedes, has llegado a tu objetivo profesional, no hay más selección que la que realice el cliente por tu buen hacer. Después de superar la oposición, la formación es permanente pero la opción de formar una familia, por ejemplo, no va a limitar la posibilidad de ascenso profesional. Eres tu propio jefe, con todo lo que ello implica y con movilidad profesional en todo el territorio nacional. Es cierto que todos opositamos con visión de futuro, pero dados los porcentajes de mujeres aprobadas, parece que la constancia, disciplina, estabilidad y perseverancia necesarias para una oposición es una cualidad que parece imponerse en nosotras.

Desde la perspectiva institucional, hay mujeres en todas las juntas directivas, mujeres decanas, así, entre otras, la jovencísima Teresa Barea, decana de Andalucía. Tampoco es extraño el caso de notarías en las que el personal es exclusivamente femenino.

Como colofón a estas breves notas, añadiría que me alegran el día las señoras que llegan a la notaría y al verme, comentan: “qué bien, una mujer”. Percibo la añoranza de haber tenido la oportunidad de hacerlo; la alegría generosa por la opción que tenemos actualmente las mujeres; me siento orgullosa del esfuerzo que supuso, para mí y para todos los que me acompañaron. Me siento agradecida a aquellas primeras notarios que, en condiciones adversas, tuvieron el arrojo de enfrentarse a la situación y a la oposición y fueron pioneras en este precioso trabajo que desempeñamos.


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