La fascinación de los humanos por los robots sigue una larga tradición de conexión emocional con objetos inanimados.
Los japoneses ya han comprado más de 20.000 unidades del perro robótico de Sony que se llama Aibo. ¿Por qué alguien querrá un perro robótico?
Según una investigación en curso, se sugiere que parte de la atracción podría explicarse a través de la conexión -de larga tradición en la humanidad- con varias formas de títeres, iconos religiosos y otras figurillas, que colectivamente llamamos «muñecos». Así que estos muñecos estarían profundamente arraigados en nuestras vidas sociales y culturales.
Muñecos socioculturales
En la antigua mitología de las tradiciones judía, cristiana y musulmana, Dios formó al primer ser humano de la tierra y luego le dio vida. Es la criatura de barro.
Desde entonces, los seres humanos han intentado hacer lo mismo, metafóricamente, místicamente y científicamente, al transformar las materias primas en formas y figuras que se parecen a las personas.
En un estudio reciente, «Dioses y robots», estas criaturas artificiales encuentran su camino hacia los mitos de varias culturas antiguas, de varias maneras.
Más allá de las historias, las personas han hecho de estas figuras parte de sus vidas en forma de iconos y objetos con forma humana.
A finales del siglo XIX, las muñecas con un disco de gramófono que podían recitar la Oración del Señor se produjeron en una escala masiva. Esa fue considerada una forma lúdica de enseñar a un niño a ser piadoso.
En la República Democrática del Congo, se cree que ciertos espíritus residen en figurillas creadas por humanos.
El famoso «budú» también se basa en muñecos.
En el sur de Asia, los muñecos de varias formas se vuelven ritualmente importantes durante el gran festival de diosas Navaratri.
Las muñecas Katsina de la gente Hopi les permiten crear su propia identidad.
Y en los famosos wayang javaneses y balineses, representaciones de títeres o teatro de sombras, las audiencias masivas aprenden sobre un pasado mítico y su relación con el presente.
Por no hablar de la mítica película Metrópolis, o los no menos míticos Frankenstein, R2D2 y C3-PO, que el cine ha popularizado tanto.
Por tanto, a través del tiempo y lugares, los muñecos han jugado un papel en los asuntos humanos.
Haciéndolos humanos
También se sabe que los muñecos pueden tener un impacto psicológico profundo y duradero en los jóvenes.
En el contexto occidental moderno, los muñecos Barbie y Madelman han jugado un papel importante en el desarrollo de los niños. Se ha demostrado que Barbie tiene un impacto negativo en las imágenes corporales de las niñas, mientras que Madelman ha hecho creer a muchos niños que son importantes, poderosos y que pueden hacer grandes cosas.
¿Cuál es la raíz de nuestra conexión con los muñecos?
Los humanos comparten una relación profunda y antigua con objetos comunes. Cuando las personas crean formas, están participando en la antigua práctica de la fabricación de herramientas.
Las herramientas tienen usos agrícolas, domésticos y de comunicación, pero también ayudan a las personas a pensar, sentir, actuar y orar.
Los muñecos son una herramienta principal que los humanos han utilizado para las dimensiones espirituales y sociales de sus vidas.
Llegan a tener una profunda influencia en los humanos. Ayudan a construir conexiones religiosas, como enseñar a los niños a orar, sirven como un medio de comunicación, brindan protección e impulsan el buen estado de salud.
También modelan los roles de género y enseñan a las personas cómo comportarse en la sociedad.
Juguetes técnicos y mensajes
Aibo y otras tecnologías similares desempeñan un papel similar.
Parte del encanto de Aibo es que parece ver, oír y responder al tacto. En otras palabras, el perro mecánico tiene una inteligencia encarnada, no a diferencia de los humanos. Uno puede encontrar rápidamente vídeos de personas cautivadas emocionalmente por Aibo porque tiene ojos grandes que «miran» a las personas, asoma la cabeza, parece oír y menea la cola cuando «enfila» el camino correcto.
Otro robot de este tipo, PARO, una máquina peluda con forma de foca que ronronea y vibra a medida que se la acaricia, ha demostrado tener varios efectos positivos en las personas mayores, como reducir la ansiedad, aumentar los comportamientos sociales y contrarrestar la soledad.
¿Externalizar la vida social?
No todos aprecian la influencia que estos muñecos han tenido en nuestras vidas. Los críticos argumentan que subcontratan algunas de las habilidades sociales más básicas de la humanidad. Los seres humanos, argumentan, necesitan que otros humanos les enseñen sobre las normas de género y proporcionen compañía, no muñecos y robots.
Estamos ante los que son o se muestran escépticos acerca de los roles que asignamos a estas herramientas mecánicas.
¿Enseñarlos a ser humanos?
La cuestión es que, como seres humanos, compartimos una conexión profunda con estos muñecos. Así que ante la nueva ola de inteligencia artificial y robótica es fundamental motivar más preguntas sobre quiénes somos como seres humanos.
Dados los avances tecnológicos, las personas se preguntan si los robots «pueden tener sentimientos», «ser cristianos» o «hacer arte».
Algunos académicos van tan lejos como para argumentar que los humanos siempre han sido cyborgs, una mezcla de cuerpos biológicos humanos y partes tecnológicas.
Las tecnologías no están en competencia con los humanos. La tecnología es la fuerza animadora y desarrolladora del Homo sapiens.
Y los robots son herramientas tecnológicas vitales, que se abren paso en los lugares de trabajo y los espacios sociales.