Algunos/as Empresarios/as y Directivos/as consideran que la juventud que se está incorporando al mercado laboral no está preparada para las exigencias del trabajo, y no tanto por la falta de conocimientos y aptitudes, sino más bien por la falta de actitud.
¿Cuántas veces oímos o decimos nosotros mismos que el personal que incorporamos a nuestras Empresas no tiene el sentimiento de pertenencia que tenían los trabajadores/as “de antes”? Que no se identifican con los objetivos corporativos, que no son fieles a la Compañía que les contrata ya que por un salario un poco más elevado o por un tiempo de ocio mayor, no se lo piensan y cambian de trabajo como si cambiasen de móvil, que sólo piensan en sí mismos y se van con el primero que les ofrece unas condiciones laborales que les permita disfrutar más de sus intereses personales, que el trabajo lo viven como un medio, pero no como un fin en sí mismo,…
Y nos fustigamos, y llegamos a la conclusión que no hay nada que hacer; que esta juventud va a acabar con la vida de nuestras Empresas, y no queda más que resignarse.
Pero si queremos ser una Empresa “Saludable”, no sólo debemos preocuparnos por nuestros trabajadores/as ofreciéndoles apoyo para que tengan la oportunidad de disfrutar de una alimentación más saludable, o para que realizan alguna actividad física que les libre del sedentarismo o del estrés, sino que también deberemos conseguir que nuestra Empresa sea atractiva en el mercado para que consiga retener el talento, que se adapte a los nuevos tiempos y al nuevo “mercado” laboral que ya forma parte de nuestra sociedad.
Deberemos entonces adaptarnos nosotros como empresarios a ese “nuevo” concepto del trabajo, a escuchar la voz de nuestros empleados/as, a conocer sus inquietudes e intereses, a saber qué piensan del trabajo y cómo lo integran dentro de su vida diaria, a respetar sus valores y creencias. Solo de esta manera podremos conseguir hacer que nuestra Empresa sea lo suficientemente atractiva para retener a aquellas personas que aportan valor añadido, evitando rotaciones que nos resultan costosas y frustrantes.
Algunos aspectos como la flexibilidad horaria, la conciliación, los periodos vacacionales, la posibilidad de aportar creatividad en el trabajo, la iniciativa y el autocontrol, son criterios valorados por el trabajador/a de hoy, y deberemos tenerlos en cuenta a la hora de definir los puestos de trabajo.
Los tiempos en que ligábamos el nivel de productividad al tiempo de estancia en el trabajo se han acabado. No debemos olvidar que un trabajador feliz es un trabajador sano y, como consecuencia, es más productivo.