Hoy quiero hablaros de uno de los aspectos más desconocidos del trabajo de los notarios, como es el de las salidas a domicilio. Generalmente los notarios autorizamos los documentos notariales en nuestros despachos profesionales, pero en ocasiones, debido a circunstancias como avanzada edad, o imposibilidad de desplazamiento, somos nosotros los que acudimos a los domicilios de los interesados, o incluso a los hospitales, siempre dentro de nuestro marco de actuación (que es la población de nuestro ámbito profesional o distrito).
Ahora bien, cómo es fácil de imaginar, estas salidas a veces suponen complicaciones. Pensad en poblaciones rurales que están distantes de la notaría. Pensad en un caso en el que se prepara el documento y, una vez llegados al domicilio, hay que hacer algún cambio porque el interesado no puede firmar, o es ciego, o es sordo, y son necesarios testigos. Eso en la notaría se arregla rápidamente. Pero en un domicilio ajeno te obliga a volver a la oficina para reelaborar la escritura y regresar a dicho domicilio; aunque las nuevas tecnologías nos permiten solucionar algunas cosas, pero no siempre todas. Y sobre todo, la más complicada: ¿cómo sabemos los notarios antes de verla que esa persona que solicita la elaboración de un documento tiene capacidad para ella?
SERVICIO A DOMICILIO DE NOTARIO
Me explico: muchas veces, ante situaciones delicadas de salud, quienes encargan la elaboración de un documento son familiares del interesado, de modo que los notarios no tenemos contacto directo con esa persona hasta que vamos a su casa. Yo generalmente pido que se ponga al teléfono la persona afectada para poder hablar con ella. Pero ya me ha pasado en más de una ocasión que no oiga bien, o que tenga dificultades para hablar, o que no que tenga acceso al teléfono.
Por eso, cuando nos desplazamos a un domicilio, lo hacemos precavidos. Entended que nuestra labor como notarios es asegurarnos de que una persona presta su consentimiento a la escritura elaborada y que tiene capacidad para ello, asumiendo toda la responsabilidad civil e incluso penal. ¿Y cómo hacemos eso? Los notarios no somos médicos, ni tenemos forenses como los juzgados. Para ello, debemos hablar con el interesado y valorar su capacidad y su consentimiento a la escritura efectuada.
En general, mi experiencia en este tipo de salidas es muy grata. La gente suele apreciar el esfuerzo que hacemos, llegando incluso a invitarte a comer, o a tomar un café. En concreto, me acuerdo de dos señoras de más de cien años de edad, una de las cuales me preguntó si tenía pareja, y la otra me “riñó” por llegar unos minutos tarde, fumándose un pitillo.
No obstante, no os voy a negar que en ocasiones se dan situaciones complicadas y delicadas. Desde gente del círculo familiar que presiona al interesado, así como intentos de presiones al notario para la autorización de una escritura cuando la persona no nos parece apta para ello, o simplemente no quiere hacerlo.
Y frente a esa idea tan extendida de que el notario cobra mucho, sólo me queda deciros que el importe de la salida por hora de un notario es de 18 o 24 euros según sea ordinaria o extraordinaria comparecencia.