Con la temporada de gripe, muchos adultos inevitablemente sufrirán algún tipo de dolencia en los próximos meses. Y cuando lo hagamos, estaremos ante la misma decisión con la que se enfrentan innumerables trabajadores: ¿Venir a trabajar con enfermedad o simplemente quedarse en casa?
Uno pensaría que esta última sería la respuesta natural pero, sorprendentemente, el 69% de los trabajadores consultados no se enferman, incluso cuando realmente lo están.
¿Por qué tanta gente viene a trabajar enferma?
Para algunos, es una cuestión de preservación de empleo y/o ingresos. No a todos se les paga la baja por enfermedad. Para otros, es un medio para no perder días de vacaciones; aunque generalmente las compañías diferencian entre el tiempo de vacaciones y el de baja por enfermedad.
Luego están los que vienen a la oficina enfermos no por razones egoístas, sino porque no quieren quedarse atrás en el trabajo o decepcionar a otros. Este es quizás el motivo más noble para arrastrarse a uno mismo a la oficina cuando una cama y una almohada lo llaman, pero no obstante, es una línea de pensamiento sesgada.
¿Qué mal estás?
Hay una diferencia entre estar con síntomas y estar completamente enfermo. El primero abarca cosas como un resfriado de baja intensidad, un dolor de garganta leve o un dolor de cabeza persistente que se puede atenuar con una pastilla u otro remedio.
Para el propósito de nuestra discusión, la palabra «enfermo» significa estar en una forma lo suficientemente mala como para que cualquier persona razonable espere que se quede en casa.
Pero no importa con qué dolencia acabes sufriendo si es más que un simple resfriado. Aquí hay tres razones por las que realmente no vale la pena venir a trabajar cuando no estás bien.
1. Prolongarás los efectos
No solo es desagradable estar enfermo, sino que también puede repercutir en términos de responsabilidades laborales y de la vida misma. Por lo tanto, vale la pena hacer todo lo que esté a tu alcance para eliminar esa enfermedad al inicio. Pero si se arrastra al trabajo y no le das a tu cuerpo la oportunidad de recuperarse, es probable que permanezcas enfermo durante un período de tiempo más largo del necesario. Y eso no te ayudará a largo plazo.
2. Podrías cometer algún error crítico
Es difícil concentrarse en tareas esenciales cuando tu cabeza está latiendo con fuerza y luchando por respirar. Si intentas abordar asuntos importantes mientras estás enfermo, podrías terminar cometiendo un error que afecte a tu trabajo, tu equipo o tu compañía en general. Y eso es mucho peor que quedarse en casa por un par de días.
También ten en cuenta que es poco probable que tengas un rendimiento óptimo si estás enfermo/a. En una encuesta de Staples, los empleados que admitieron ir a trabajar por enfermedad dijeron que solo eran un 60% productivos en esos días, en comparación con los días normales. Y aunque se podría argumentar que el 60% es mejor que nada, no vale la pena abrirle la puerta a un gran error.
3. Tus compañeros te dasaprobarán
¿Cómo te sentirías si la persona frente a ti comenzara a toser? Incluso si te presentas a trabajar enfermo/a por una buena razón, digamos, para cumplir con una fecha límite o evitar cargar a otros con tus responsabilidades, tus colegas no estarán muy emocionados de exponerse a lo que sea que tengas. De hecho, la mayoría de ellos probablemente preferirían hacerse cargo de algunas de tus tareas que terminar en la cama 48 horas después de haber atrapado tus gérmenes.
Por tentador que sea ir a trabajar enfermo, la próxima vez que realmente no te sientas bien, haz un favor a todos los demás a tu alrededor y decide simplemente quedarte en casa. Lo más probable es que te recuperes lo suficientemente rápido como para compensar el tiempo perdido y, de esta manera, no infectarás a nadie más en el proceso.
