En el vestuario de la piscina, mientras nos secábamos, mi hijo me comentó: “Papá, hoy es el Día de Acción de Gracias”, y yo le respondí “Thanksgiving Day”.
Como hacemos los padres, le iba a soltar el rollo de dónde proviene esa celebración pero, en cambio, me pudo más la sorpresa y pensar en lo que ha ocurrido, en el cambio habido para que un niño de nueve años sepa de una fiesta nacional allende los mares. Pero me dí cuenta que era una señal más -de las muchas que podemos observar hoy en día- de la neocolonización a través de las nuevas tecnologías, la globalización, etc.
Al día siguiente al comentario de mi hijo coincidía el Black Friday, que está llevando a las antaño famosas Rebajas al baúl de lo añejo. Y hacía poco, a principios de mes, mi hijo también celebraba -como todos los años- Halloween; jornada en la que, cual carroza, comentaba con otros padres: “cómo ha cambiado esto, a mí me llevaban al cementerio a poner flores y, en cambio, ahora están de fiesta y disfrazados”.
Ni que decir tiene que las nuevas colonizaciones no son como antes, por medio de invasiones militares, sino a través del comercio, los avances tecnológicos, la comunicación a través de las redes, etc. Google, Facebook, Apple o YouTube nos son tan familiares, o incluso nuestros, como el chorizo, la morcilla o la paella. ¿Quién no tiene o dice Whatsapp, Twitter, Blog, etc.? Por no hablar de los Brunchs, Business, Masters, Cash Flow, etc.
No sé si esta neocolonización es aplicable también al modelo empresarial y si, de serlo, nuestros empresarios preferirían, por ejemplo, no tener que asumir las cargas sociales, como la Seguridad Social, y que corrieran por cuenta ajena, como pasa en EE.UU.; aunque supongo que, en tal caso, tampoco querrían unos sueldos acordes a ello. Y es que, quizá, nos dejamos colonizar en ciertos aspectos pero, para otros, España sigue siendo different.