El modelo ‘rider’ de entregas a domicilio, basado en un repartidor ajeno tanto a la empresa que ofrece el producto como a la plataforma digital que lo pone a disposición de los usuarios, se ha convertido en un elemento o «factor tóxico» que pone en peligro la continuidad de este tipo de negocios, basados en el ahorro de costes con sistemas de «falsos autónomos».
Esta es la principal conclusión del estudio que el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada ha realizado sobre las perspectivas de futuro que tienen los diferentes sistemas de reparto o envío a domicilio de productos de toda índole tras la polémica desatada en los últimos meses sobre las condiciones de trabajo y el estatus laboral de los repartidores de empresas como Deliveroo, Ubereats, Stuart o Glovo.
Todas ellas, según el estudio, los utilizan como trabajadores autónomos pese a que la Inspección de Trabajo les atribuye una relación laboral dependiente con esas empresas.
Más allá del debate sobre la situación laboral de los repartidores (‘riders’), el estudio del Instituto Coordenadas se centra en analizar el impacto que la visualización de las condiciones en las que los ‘riders’ realizan sus tareas tiene en la viabilidad o permanencia de este tipo de negocios.
Sin importar la forma en que esas empresas establecen sus relaciones con los ‘riders’, ya sea como autónomos o como clientes de sus plataformas, la propia naturaleza de la forma en la que desarrollan su función los convierte en un elemento que condiciona toda la cadena de valor sobre la que se sustentan esas actividades, resalta el Instituto Coordenadas.
Un elemento o factor que el estudio del Instituto califica de «tóxico» y que considera que va a influir de forma muy negativa en la evolución de estas actividades de negocios. «Si no hay cambios, el modelo ‘rider’ puede acabar por condenar a la desaparición a este tipo de negocios, al menos en el espacio europeo», señala el Instituto.
En contraposición al modelo ‘rider’, el análisis del Instituto Coordenadas señala la viabilidad de los modelos de reparto que han puesto en marcha empresas como Burger King, Telepizza o Domino’s, al integrar en sus estructuras laborales a los repartidores, con plenitud de derechos y ausencia de riesgos en el desarrollo de su trabajo.
Son modelos, según el estudio, que aseguran la permanencia del negocio al eludir cualquier elemento de rechazo social y conforman un factor que contribuye a mejorar la experiencia de compra en esas empresas.
En opinión del Instituto Coordenadas, al contrario que el modelo ‘rider’, que empieza a generar una percepción de rechazo social, el estudio señala que el denominado como ‘modelo Telepizza’ acumula un plus de empatía social, al ser percibido por amplios sectores como un espacio adecuado para el desarrollo de iniciativas de empleo estudiantil, fuente complementaria de ingresos o primer empleo.
El informe del Instituto Coordenadas reitera la evidencia de que en la logística recae buena parte de la experiencia de compra en este tipo de negocios, lo que la convierte en pieza estratégica de todo el sistema.
Las empresas que ponen el foco en este punto, asegurando no sólo los elementos operativos sino los intangibles de percepción pública son las que avanzan en su sostenibilidad a futuro, con un conjunto de consumidores comprometidos con los valores éticos y sostenibles, resalta el informe.
Por el contrario, las que se limitan a asegurar la operatividad pero desprecian esos intangibles están condenadas al fracaso, señala el Instituto Coordenadas.
Enfrentándose no solo, según el estudio, al rechazo de usuarios y consumidores, también a modelos que introducen mecanismos de competencia «severamente discutibles, mediante atajos de cuestionada legalidad que reducen costes con estándares de protección social a todas luces inadecuados». «Es en definitiva la importación de modelos foráneos sin una adecuada trasposición», apunta el informe.
Los negocios desarrollados por Deliveroo, Stuart, Glovo o Ubereats, señala el estudio del Instituto Coordenadas, son «de una enorme creatividad y están perfectamente adaptados a las necesidades de los usuarios», si bien tienen un «Talón de Aquiles insuperable en el modelo de reparto».
Un sistema que, tal y como está diseñado en la actualidad, significa «precariedad, inseguridad, peligrosidad y trabajo extenuante, una especie de estructura de explotación inadmisible socialmente».
«Todo el empuje de la digitalización que permite desarrollar e innovar en nuevas formas de negocio, algo tan avanzado y positivo como desde nuestro móvil podamos pedir lo que sea, en cualquier momento y en cualquier parte, no puede estar sustentado en un elemento tan anómalo», señala el Instituto.
En opinión del Instituto, el avance de la digitalización no se puede hacer a costa de arrasar con derechos o avances sociales muy consolidados en Europa y se verá cómo modelos que no cumplen esta norma van a desaparecer del mercado.
El vicepresidente Ejecutivo del Instituto Coordenadas, Jesús Sánchez Lambás, ha considerado que es necesario avanzar de forma homogénea en el desarrollo de una plena sociedad digital. «Todas las partes deben ir al mismo ritmo y no puede haber puntos débiles que afecten a la viabilidad global de los negocios, ahorrando en la protección social del último estavon de la cadena, ya el unico contacto humano entre la empresa y el consumidor», ha subrayado.