Existe en España una generación de pequeñas y medianas empresas (PYME) fuertes y resistentes que se ha enfrentado a retos y cambios durante varias décadas. A día de hoy, muchos de los propietarios y accionistas de estas PYMEs están buscando la mejor manera de garantizar el legado y el desarrollo continuo de las empresas que han construido.
Según el Sistema Ibérico de Análisis de Balances de Informa D&B, actualmente existen alrededor de 21.750 pequeñas y medianas empresas españolas[1] con al menos 30 años de actividad en el mercado nacional. La trayectoria y la historia de estas empresas y empresarios son destacables. A lo largo de su existencia, han pasado por la rápida integración política y económica de europa ypor la adopción de una nueva moneda, han sido testigos de la globalización de la economía mundial y se han enfrentado auna demanda de adaptación a las nuevas tecnologías permanente y de rápida aceleración.
Muchas de estas empresas – que ahora son PYMEs de referencia- fueron construidas a partir de pequeñas inversiones personales y casi todas ellas deben su éxito al carácter trabajador, a la intuición para los negocios y a la resiliencia de sus fundadores y/o directivos.
Habiendo superado los difíciles obstáculos de la crisis económica y financiera más reciente, con las exportaciones nacionales alcanzando nuevos máximos y con un crecimiento de la economía récord en la última década, muchas de estas PYMEs están disfrutando de los mejores resultados operativos de su extensa trayectoria de más de tres décadas.Notablemente, muchas siguen incluso siendo destacadas por CEPYME como líderes de crecimiento por su contribución en la creación de empleo, la innovación y la internacionalización de la economía española.
En este entorno históricamente favorable, muchos de los fundadores, socios y accionistas de estas PYMEs de referencia están empezando a planificar e implementar estrategias para asegurar la sucesión y continuidad de las empresas a largo plazo, en concreto proporcionándoles a las compañías las competencias necesarias para afrontar los retos de un mundo cada vez más globalizado.
A menudo, estas estrategias implican la apertura del capital a un socio nuevo, o la venta a un socio profesional que le aporte experiencia, contactos, acceso a mercados y capacidad financiera para apoyar el desarrollo estratégico de la empresa, así como para realizar adquisiciones. Además, para los accionistas, la venta de parte del capital de la empresa permite la diversificación del patrimonio familiar.
Abrir el capital a un socio nuevo o la venta de la empresa es quizás una de las decisiones más difíciles a las que se enfrentan los empresarios, pero a menudo el reto parece ser mayor de lo que es en realidad,debido a la carga emocional que conlleva. De hecho, actualmente existen soluciones alternativas, que permiten a los empresarios seleccionar cuidadosamente el socio o socios de capital ideales para desarrollar estrategias de crecimiento, internacionalización y profesionalización, para ejecutar planes de sucesión o para resolver problemas de sustitución de accionistas.
Las PYMEs nacionales se han beneficiado de un acceso cada vez mayor a soluciones más eficientes, flexibles y de valor añadido para su capitalización, búsqueda de nuevos socios y venta. A esta nueva realidad han contribuido el creciente movimiento de capitales a través de las fronteras, la digitalización de las economías y la aparición de soluciones como la de Capitalizer, haciendo más eficiente y generalizado el acceso de las PYMEs al capital de los inversores profesionales.
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[1]Según la definición de PYME en la Unión Europea (“UE”), excluyendo a las Microempresas.