La digitación de la economía está llena de nuevos conceptos, que poco a poco se están asentando en nuestro quehacer diario, personal y profesional. Se trata de herramientas tecnológicas que nos ofrecen múltiples posibilidades, asociadas muchas de ellas a facilitar nuestro día a día y nuestra experiencia de compra.
Pero es cierto que algunas no son aún muy conocidas, según se puso de manifiesto en los encuentros que viene organizando Visa con pequeños y medianos empresarios para tratar aspectos relativos a la aplicación de nuevas tecnologías en sus compañías. Los wallets digitales son un ejemplo de ello.
¿Qué es un wallet y para qué sirve?
Son el equivalente en formato digital a una cartera de toda la vida en la que tenemos nuestras tarjetas de crédito, entradas al próximo concierto, nuestro abono transportes o el billete de nuestro próximo viaje en avión.
Este tipo de carteras digitales se usan a través de aplicaciones que antes debemos descargar e instalar en las que podemos guardar en una simulación virtual y de forma segura y cómoda todos aquellos objetos de valor cuyos originales los mantendremos en casa.
Tipos de wallets: diferentes tecnologías
Es verdad que las innovaciones en el mundo digital siempre presentan, al principio, cierta reticencia por parte de consumidores y usuarios. Sin embargo, estas aplicaciones están pensadas para hacernos la vida más sencilla y ganar en seguridad y comodidad.
Pero, ¿cómo funcionan?
Primero hay que diferenciar entre la app y el servicio. La aplicación es una mera interfaz que almacena -ya sea a través de imágenes o a través de la tecnología NFC- los diferentes títulos o tarjetas que empleamos en nuestro día a día. Por su parte, el servicio es el encargado de otorgar un valor y hacer posible el reconocimiento de los diferentes títulos. También nos permite realizar transacciones electrónicas únicamente acercando nuestro terminal a un TPV; ello nos proporciona la seguridad necesaria para evitar que se pueda realizar un uso indebido de los mismos.
De este modo, se puede distinguir entre wallets que permiten el almacenamiento de títulos visuales a través del uso de códigos QR y los que hacen posible realizar pagos electrónicos con una simulación de nuestras tarjetas en los que entra en juego la tecnología de comunicación inalámbrica NFC (Near Field Communication). Con esta “tecnología de corto alcance”no es necesario el anclaje entre dispositivos y se puede enviar y recibir datos de manera simultánea. Es la que usan, por ejemplo, los títulos de abono transportes y las tarjetas de crédito y débito, las llamadas contactless.
Ya usamos wallets digitales sin saberlo
Las carteras digitales que hemos mencionado hasta ahora se denominan “wallets de proximidad” y hacen necesaria la presencia física de un dispositivo, en este caso un smartphone que cuente con una aplicación para poder utilizarlos. Sin embargo, existe otro tipo de wallet que usamos casi a diario sin darnos cuenta. Son los llamados “wallets remotos”.
Esta tipología aglutina todas aquellas páginas web – nuestra tienda online favorita – y las aplicaciones móviles – para pedir comida a domicilio o reservar un coche- que almacenan los datos de nuestra tarjeta bancaria y nos permiten realizar pagos cómodamente a través de un click. Aunque no lo sepamos, también son wallets, pero la principal diferencia es que no necesitamos ningún tipo de soporte físico para realizar nuestra compra.
Por ello, en cada vez más tiendas online y aplicaciones móviles es posible el almacenamiento en la nube de nuestros datos, con el resultado de una experiencia de compra más rápida, cómoda y sencilla.
Los wallets suponen un paso más en la revolución digital. Gracias a esta tecnología de pagos electrónicos, atrás quedan los días en que debíamos salir de casa con la cartera llena de billetes, tickets y entradas a veces ya caducadas. Únicamente con nuestro smartphone podemos acceder a cuanto necesitamos.
