La revolución está en marcha. ¿Te apuntas?

La revolución del día a día con el Internet de las Cosas

©The Valley

Actualizado 25 | 04 | 2016 12:20

Bernardo Campillo, Head of New IOT Business and Innovation en Telefónica

Internet of Things. IoT. Internet de las cosas. Has oído el término y hasta suena curioso. ¿Es que las sillas están empezando a escribir blogs? ¿Se intercambian consejos entre ellas o escriben una Sillapedia? ¿Aplicaciones de dating para utensilios de cocina y electrodomésticos? No. Podría ser (todo llegará) y sería divertido, pero es algo mucho más profundo y potente.

Y no, tampoco es que todas las cosas se conecten a redes (celulares o de cualquier otra naturaleza) y comuniquen ciertos datos o reciban ciertas órdenes. Y tampoco es que tengamos acceso a internet o notificaciones en diferentes dispositivos como smartwatches, que es casi lo primero que se nos viene a la cabeza.

La revolución empieza cuando, efectivamente, somos capaces de comunicar nuevos entornos y dispositivos de manera que todas las cosas son gestionables remotamente, aportan información y toman decisiones de manera desasistida en función de información que viene de otras cosas. Así, elementos básicos en este ecosistema son:

  • Dispositivos: Sencillos, de bajo coste y con gran durabilidad pero gestionables de manera remota. Su principal misión es tomar medidas, enviarlas, ejecutar órdenes y tomar decisiones en función de lógica interna, reglas de negocio y aprovechando la información disponible en el resto del sistema aportada por otros dispositivos.
  • Conectividad: Redes celulares (3G, 4G, 5G…) o tecnologías LPWA (Low Power-Wide Area) como SigFox, Lora, NB-IoT (Narrow Band IOT), etc. Estas últimas tecnologías funcionan en bandas públicas y pueden ser licenciadas o no y, a cambio de menor capacidad para envío de volúmenes de datos ofrecen ventajas como gran eficiencia energética (dispositivos con baterías que pueden durar hasta 10 años), la mayor cobertura y la penetración de la señal, de manera que la señal se propaga hasta estancias como sótanos, parkings subterráneos, etc. Sin repetidores.
  • Plataformas de gestión de dispositivos y redes: Manejan el ciclo de vida de los dispositivos y sus servicios en la parte más básica de la cadena de valor y cómo operarla. Nos dan visibilidad sobre la vida de los dispositivos y la gestión de la red o la eficiencia de su funcionamiento.
  • Plataformas de Servicios y Aplicaciones: Suponen la inteligencia del servicio, las reglas de negocio que indican cómo han de tomarse las decisiones y donde se enriquece la percepción de cliente. Incluye capacidades de visualización, de reporte de servicio y de integración con otros servicios, lo cual nos permite generar servicios más complejos y que se enriquecen mutuamente.

Y yendo más allá, la verdadera revolución está ya no en IoT, sino en Internet of Everything (IoE) de la que nosotros mismos (los humanos) somos nodos integrantes. Como decíamos, no es que podamos verificar nuestros mensajes de Whatsapp en nuestro reloj, sino que influimos en el entorno simplemente por aparecer en él, de manera que toda la experiencia alrededor se transforma, se adapta y se personaliza.

Podremos tener entornos de trabajo y de convivencia totalmente adaptados a las necesidades y preferencias de cada uno de los interesados de manera dinámica y teniendo en cuenta la información contextual. Y esto es lo que le da calidad a la película: El Contexto. La mejor página del mejor libro del mundo probablemente no es nada por sí sola, sino que lo es por el contexto que la rodea. El uso de información contextual es lo que nos permitirá construir verdaderas experiencias inmersivas personalizadas y lo que supondrá la gran revolución de las cosas y cómo nos relacionamos con ellas y con nosotros mismos.

Todos estos cambios suponen un gran cambio en el modo que las empresas se acercarán a sus procesos productivos para revisitarlos y cambiarlos en muchos ejes y formas de automatización. También cambiará la forma en la que los espacios físicos se comunican con los usuarios de los mismos. Y cambiará la propia forma de idear servicios, su ejecución y cómo se genera valor en los diferentes sectores de actividad. Entender estos cambios será clave para el posicionamiento de la empresa y la capacidad de adaptación a estos grandes cambios de una manera flexible será vital.

La revolución está en marcha. ¿Te apuntas?


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