La llegada de Internet a nuestras vidas supuso una de las mayores revoluciones en la historia de la humanidad. Nos permite hacer cosas que en otra época eran inimaginables: tener a golpe de click miles de millones de páginas de información, hablar en tiempo real con alguien que está a miles de kilómetros.
Trae consigo tantos cambios a tanta velocidad, que lo que ayer nos parecía de última generación, hoy ya puede estar anticuado. Los tentáculos de Internet lo alcanzan todo, también las cosas, los objetos cotidianos. Es lo que se denominó como Internet de las cosas o IOT (Internet Of Things, en inglés).
Podríamos definir el Internet de las Cosas como la consolidación a través de la red de redes de una “red” que alojase una gran multitud de objetos o dispositivos; es decir, la interconexión de cualquier producto con cualquier otro de su alrededor. Aunque ya es habitual encontrarlo en dispositivos como móviles, tablets u ordenadores, el IOT pretende ir mucho más allá, abarcando todos los objetos que nos podamos imaginar: frigoríficos, coches, maletas, muebles, etc. El objetivo es conseguir que todos estos elementos se comuniquen entre sí, siendo, por lo tanto, más inteligentes e independientes. Se pretende así hacer más cómodas nuestras vidas y proporcionar una mayor seguridad en ciertos ámbitos (automoción, medicina, etc).
La aplicación del Internet de las Cosas es infinita. Sería útil desde la esfera más personal (frigoríficos que detectan alimentos caducados o en mal estado, hogares “inteligentes” que regulan automáticamente la temperatura, las luces, etc) hasta la pública, con las llamadas “ciudades inteligentes” (semáforos que detectan la presencia de personas o vehículos y cambian de color en consecuencia, coches que adecuan la velocidad según la señal de tráfico recibida, huertos automatizados, alumbrados inteligentes, etc).
Otras ventajas del IOT son:
- Nuevos modelos de negocios e ingresos.
- Eficiencia operativa.
- Productividad de la fuerza laboral.
- Mejores, y más especializadas, experiencias para el cliente.
IOT y ¿una sociedad Orwelliana?
Como ocurre con toda evolución tecnológica, los inconvenientes y los problemas están ahí. Muchos analistas dicen que, con el Internet de las Cosas, corremos el riesgo de entrar en una espiral de control y de pérdida de privacidad muy peligrosa. Muchos lo comparan con la sociedad de “Gran Hermano” que retrata George Orwell en su libro 1984. Si todos los objetos que tenemos alrededor comparten información, podría deducirse dónde y qué están haciendo esos objetos que, en muchas ocasiones llevamos con nosotros. La solución estará, como en todo lo relacionado con el campo de la tecnología, en el ensayo/error y en los límites que los propios usuarios especifiquen
