En 2021, la economía española generó 115,4 millones de toneladas de residuos, lo que supuso un 9,3% más que el año anterior, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). De éstos, las empresas de tratamiento final de residuos gestionaron 99 millones, reciclando un 49,9% de ellos.
Iniciativas y métodos que pueden implantar las empresas para continuar apostando por modelos de producción y consumo circulares
- Preparación para la reutilización: una de las medidas para fomentar la economía circular es tratar de identificar aquellos residuos que puedan ser destinados a la preparación para reutilización. Es decir, limpieza, comprobación o reparación de forma que puedan prepararse para ser introducidos de nuevo en el mercado cumpliendo las normas técnicas y de producto. Muchas empresas dedicadas a la gestión de residuos disponen ya de autorización para realizar este tipo de tratamiento. Un buen ejemplo podrían ser los equipos informáticos.
- Valorización de los residuos: el término valorización se utiliza cuando los residuos generados se destinan a cualquier finalidad que pueda sustituir a otros materiales. Esto incluye tanto la valorización de materiales (que mantiene o transforma los residuos) como la valorización energética (que aprovecha los residuos para generar energía, electricidad o calor). Para favorecer que más materiales puedan ser destinados a valorización de materiales y que se mantengan en la cadena productiva es importante la correcta identificación y clasificación en el lugar en el que se generan. De esta manera pueden separarse y distinguirse aquellos residuos que pueden ser reciclados o valorizados de algún modo en lugar de ser eliminados.
- Potenciar el alquiler. Si el negocio lo permite, el alquiler es una práctica que contribuye a una economía más sostenible al ahorrar el capital de la compra, el gasto en mantenimiento, el transporte o el seguro. Este modelo también permite sustituir el concepto de consumidor por el de usuario, al aplicar la venta de una suscripción a un servicio, en vez de la compra del producto.
- Aplicación del ecodiseño. Una de las claves de la economía circular es la mejora de productos, servicios o procesos diseñar productos cuya vida útil sea lo más larga posible. Para ello, no solo el producto debe crearse, desde un principio, para durar el máximo posible, sino que además debe ser fácil de reparar, reciclar y reutilizar. Según el Parlamento Europeo, diseñar productos más eficientes y sostenibles, desde el principio, reduciría el consumo de energía y recursos, pues se calcula que más del 80% del impacto ambiental de un producto se determina durante la fase de diseño.
- Potenciar la innovación tecnológica. Otra forma en la que las empresas pueden impulsar la economía circular es a través de la innovación. Cuando un negocio rediseña materiales o productos, teniendo en cuenta su mayor durabilidad o el uso de materiales reciclables, se consiguen reducir los deshechos. También se puede innovar en los procesos industriales, intentando generar menos desperdicio o más reaprovechamiento.
Desde TEIMAS señalan que apostar por modelos de producción y consumo circulares debería ser, hoy en día, una de las máximas imprescindibles en el funcionamiento de las empresas españolas para abogar por un crecimiento económico que respete los límites del Planeta.