Los incentivos laborales se convierten en un recurso muy efectivo para conseguir equipos más comprometidos y eficaces en sus tareas.
Está más que demostrado que tener a tus empleados contentos aumenta la productividad y, por tanto, los beneficios de tu empresa. Según un estudio del Wall Street Journal y Opener Institute for People, los empleados felices son un 31% más eficientes y están un 36% más motivados.
Se dice que el origen de los incentivos laborales se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, cuando Frederick Taylor, conocido por la implantación científica del trabajo o Taylorismo y considerado padre de la Administración Científica, expuso que los profesionales se esforzaban más cuando recibían un aliciente adicional en función de su productividad.
Desde entonces, las cosas han cambiado mucho y las rutinas empresariales han evolucionado exponencialmente. Más allá del aumento de sueldo y de unos días extra de vacaciones, incentivos que todos conocemos pero que son menos habituales de lo que a muchos trabajadores les gustaría, existen otro tipo de ventajas de las que ellos pueden disfrutar y los empresarios, beneficiarse. Estos incentivos requieren solamente, en la mayoría de los casos, un poco de imaginación y una mente abierta, y no suelen suponer un gasto ni un cambio drástico en el funcionamiento de la empresa.
Tipos de incentivos laborales
Principalmente, podemos diferenciar dos tipos de incentivos:
- Incentivos económicos. Aquellos que conllevan un incremento del salario o retribución monetaria que percibe el profesional (aumento de sueldo, comisiones, gratificaciones, etc).
- Incentivos no económicos. El cajón de sastre en el que entra todo lo demás, siempre que no implique una retribución monetaria. Aquí entrarían los diferentes tipos de seguros, las aportaciones a planes de pensiones, la flexibilidad horaria, el teletrabajo, etc.
Los incentivos laborales más eficaces
Algunos de los incentivos laborales más eficaces, implantados por grandes compañías de éxito a nivel internacional, son:
- Jornada laboral flexible. Los trabajadores valoran muy positivamente que se les ofrezca la posibilidad de conciliar su vida familiar y laboral. Está demostrado que una mayor flexibilidad en la jornada aumenta la productividad y reduce el absentismo laboral.
- Tiempo de descanso durante la jornada. Cada vez son más las empresas que, más allá de la parada a media mañana para el café, apuestan por incluir un tiempo de ocio para sus empleados (para leer, hacer ejercicio o, simplemente, descansar y desconectar).
- Mayor autonomía. Consiste en dejar que el propio empleado organice y gestione su tiempo y sus tareas, quitándole “la presión del jefe” y aumentando la libertad en su jornada laboral.
- Impulsar la formación. A la mayoría de los profesionales les gusta estar al día en las novedades de su sector. Fomentar su formación también beneficiará al empresario, que verá cómo traen ideas novedosas para su modelo de negocio.
- Actividades en grupo. Realizar actividades, ejercicios o juegos entre la plantilla favorece la integración de los trabajadores en la empresa y los refuerza como parte de un todo. Se sentirán más cómodos y felices.
- Reconocer un buen trabajo. No todos los incentivos son materiales o respecto a un tiempo o lugar determinado. Felicitar y reconocer el buen hacer de los profesionales mediante premios, el nombramiento del empleado del mes, etc, aumenta su autoconfianza y sus ganas de seguir alcanzando objetivos para la empresa.
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Por Eva Montero