Mirian Izquierdo | Consejera Delegada Comerciando Global

Hacia el Internet de las cosas

Actualizado 17 | 05 | 2016 15:46

El «Internet de las Cosas» es el nombre que recibe el creciente abanico de objetos conectados a Internet con sensores integrados que pueden procesar y compartir información compleja sin intervención humana.

Algunos de ellos son tan solo objetos físicos que analizan con precisión su entorno y comunican esta información para mejorar la eficiencia general de un sistema o un proceso. Estos objetos conectados a Internet, pueden ir desde máquinas en fábricas hasta frigoríficos, es decir aparatos que conocemos desde hace tiempo, que permiten una conexión a internet, que hace cambiar su funcionalidad o la complementan.

El concepto del «Internet de las Cosas» no es nuevo: el término fue acuñado por el pionero tecnológico británico: Kevin Ashton, en 1999 y en el 2000, la empresa surcoreana LG, fabricó un frigorífico con conexión a Internet.

En el presente, las limitaciones iniciales están desapareciendo y surgen nuevos hechos que lo impulsan. Un hecho fundamental para su desarrollo ha sido la capacidad de almacenar grandes cantidades de datos remotamente en «la nube». Otro factor que también ha sido un gran catalizador es el tratamiento de todo lo relacionado con las grandes bases de datos desestructurados o big data.

Pero tal vez el catalizador más importante haya sido la proliferación de teléfonos inteligentes con acceso a Internet, junto con la conectividad «siempre activa». De hecho, los teléfonos que se encuentran en muchos bolsillos hoy en día son miniordenadores conectados a Internet, más potentes que un ordenador personal medio de hace una década.

Creemos que el crecimiento de los dispositivos inteligentes conectados tiene potencial para transformar las prácticas empresariales en un amplio número de sectores, lo que ofrece enormes oportunidades a las empresas más rápidas y hábiles a la hora de crear aplicaciones que les diferencien positivamente de la competencia.

Sin embargo, las oportunidades a largo plazo con mayor potencial van a encontrarse en los beneficiarios de segundo grado, y surgirán aplicaciones en muchos sectores verticales como la industria de bienes de equipo, o el de la salud y el bienestar.

La razón principal por la que apreciamos menos oportunidades en los sectores horizontales es que el hardware es más proclive a la indiferenciación. Esto es, el hardware es más fácil de replicar, por lo que los márgenes se erosionan rápidamente y el valor bursátil se transfiere a otras áreas difíciles de replicar.

De hecho esto es lo que ha sucedido en el sector informático, a medida que han ido proliferando las empresas fabricantes de, su valor bursátil se ha ido desplazando hacia los editores de software, los suministradores y los proveedores de servicios (como Microsoft, Intel o Google).

En definitiva, el Internet de las Cosas se verá favorecido por el abaratamiento de los equipos (procesadores, sensores, etc.), el aumento de la conectividad en todo el mundo, ordenadores cada vez más potentes y la informática en la nube.

 


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