El World Competitiveness Yearbook, uno de los más prestigiosos y completos informes sobre competitividad internacional, elaborado por el IMD World Competitiveness Center, aborda la dimensión política, social y cultural de la competitividad, además de la estrictamente económica, al evaluar la capacidad de los países para proveer aquellas infraestructuras, instituciones y políticas que fortalezcan y apoyen la competitividad de las empresas.
El World Competitiveness Ranking 2021 está liderado por Suiza, Suecia y Dinamarca, ocupando las siguientes posiciones Holanda, Singapur y Noruega, por este orden. Hong Kong se coloca en séptima posición y se sitúa por encima de Taiwán, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos, que ocupan las primeras diez posiciones.
España desciende tres puestos hasta la posición 39, de un total de 64 economías analizadas, tras mantenerse los tres años anteriores en la posición 36. Con respecto a otras grandes economías de la UE, todas ellas ascienden varias posiciones, en especial las economías nórdicas, con respecto al último ranking, excepto España. Así, Alemania se sitúa en la posición 15 del ranking, Reino Unido en la 18, Francia en la 29. Por debajo de España en el ranking solo se encuentra Italia en la posición 41, que asciende tres posiciones con respecto a 2020.
En el informe se analiza la competitividad de los países participantes a partir de cuatro áreas: Resultados Económicos, Eficiencia del Sector Público, Eficiencia Empresarial e Infraestructuras. España alcanza su mejor ranking en el área de Infraestructuras, donde se sitúa en la posición 26. La peor posición en el ranking se da en el área de Eficiencia del Sector Público, donde se sitúa en la posición 49, tras descender cuatro y cinco posiciones respectivamente en 2020 y 2021.
España registra su peor posición en el ranking en el área de Eficiencia del Sector Público, que se sitúa en la posición 49 tras descender cinco puestos. Algunos de los criterios que han mostrado una peor evolución con respecto a la última edición han sido las relativas al déficit del sector público y la deuda pública total, a la estabilidad del tipo de cambio o a la burocracia. Además, continúan siendo un importante lastre para la competitividad las finanzas públicas, lo referente a la regulación del mercado laboral y su flexibilidad, la elevada contribución a la Seguridad Social de las empresas o la adaptabilidad de las políticas gubernamentales. No obstante, entre los factores que mejoran en esta edición cabe destacar la evasión fiscal y la corrupción.
El aspecto en el que más ha mejorado la competitividad de la economía española el último año ha sido Eficiencia Empresarial, que mejora tres posiciones hasta la 39. Dentro de este bloque de indicadores destacan los resultados obtenidos en lo referido a activos del sector financiero, productividad y grandes empresas. Sin embargo, según se desprende de los resultados del informe, la eficiencia empresarial se ve lastrada por la necesidad de reformas económicas y sociales. Además, se hace necesaria una mayor transformación digital de las empresas, incluyendo el uso de las herramientas y tecnologías digitales o del Big Data.
En el otro extremo, el área que más ha empeorado desde la última edición del ranking ha sido Resultados Económicos, descendiendo once posiciones con respecto a la edición anterior. Dentro de los factores que componen esta área, se ha constatado un deterioro notable, con respecto a la edición anterior, en el crecimiento del PIB, de la Formación Bruta de Capital Fijo o del Empleo, apreciándose también un peor comportamiento de las exportaciones y, por consiguiente, de la Balanza por Cuenta Corriente. Los aspectos relacionados con el mercado laboral siguen siendo una de las principales debilidades de la economía española, situándonos casi en las últimas posiciones del ranking en variables como desempleo juvenil o desempleo de larga duración. Otros aspectos como la resiliencia de la economía (su capacidad de adaptación a los cambios) o la relocalización de empresas se ven como un lastre a la competitividad. Destacan como fortalezas en esta última edición, dentro de los Resultados Económicos, la inflación, la inversión extranjera tanto en España como de España hacia el exterior y las exportaciones de servicios.
El área de Infraestructuras se mantiene en la posición 26, y continúa siendo el factor en el que España alcanza su mejor resultado. En este ámbito se analiza el grado en que los recursos básicos, tecnológicos científicos y humanos cubren las necesidades de las empresas. España ocupa una muy buena posición en esperanza de vida al nacer, educación secundaria y universitaria y cobertura universal de la sanidad, entre otros. No obstante, determinados aspectos continúan siendo un lastre para nuestra competitividad, ya que no se ajustan a los requerimientos del sistema productivo, como los conocimientos de idiomas, las exportaciones de alta tecnología, la legislación sobre investigadores científicos o la transferencia del conocimiento.
Los resultados de este informe ponen de manifiesto algunas de las principales debilidades estructurales de la economía española que afectan a su competitividad y limitan su crecimiento a medio y largo plazo. En este sentido, puede ser de gran utilidad a la hora de identificar los principales retos para la competitividad de la economía española, de cara a emprender reformas estructurales pendientes y abordar posibles actuaciones por parte, tanto de las autoridades públicas, como de las propias empresas.