Se puede definir la motivación como el conjunto de factores capaces de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo. Dentro del ámbito laboral, conviene identificar y tener presentes algunos consejos para lograr esa motivación, tan importante para las personas como para la buena marcha del negocio.
Si un empleado está satisfecho con su trabajo también rendirá más e, incluso, puede ser creativo y ayudar a mejorar los procesos productivos de la empresa. Por tanto, conviene tener en cuenta la motivación en la estrategia de recursos humanos, así como los diferentes tipos de motivación, cómo se interrelacionan y sabiendo que, al final, es algo que depende y afecta a cada trabajador.
Mejorar las condiciones laborales
Un lugar de trabajo que los empleados toleran y disfrutan puede fomentar la motivación laboral y ofrecer mejores resultados. Sin embargo, las malas condiciones en el lugar de trabajo pueden afectar al rendimiento y a la productividad de los empleados.
Se puede aumentar la motivación laboral mejorando las condiciones higiénicas, el contexto laboral y, en general, eliminando todo lo que pueda suponer insatisfacción en el trabajo.
Adecuación de la persona a su puesto de trabajo
Un trabajador que no está donde debería o ejerciendo unas tareas para las que no está preparado supone una desmotivación peligrosa, tanto para él como para su entorno. En cambio, si la persona cuenta con los conocimientos, habilidades y experiencia suficientes para desarrollar con garantías el puesto de trabajo, además estará motivada e interesada en el mismo.
Participación
Muchos puestos de trabajo se limitan a lo suyo y, fuera de eso, apenas saben ni participan del proceso general o más global. Este fraccionamiento o especialización acentuada puede perjudicar a la motivación laboral, ya que el trabajador se limita a desarrollar una actividad mecánica y rutinaria, sin participar en la planificación ni en el diseño de tareas.
Tanto en la teoría como en la práctica, los trabajadores suelen ser los que mejor conocen su trabajo. Por tanto, tienen que tener suficiente ámbito competencial, confianza y, en definitiva, participación en los procesos concernientes a su actividad, ya no solo por cuestiones de motivación, sino también porque seguramente son los propios trabajadores los que pueden proponer las ideas, mejoras o cambios más eficaces.
Reconocimiento
Esa palmadita en la espalda o reconocimiento suele, más que nada, brillar por su ausencia, cuando resulta uno de los aspectos más motivadores y, a la vez, más baratos o menos costosos. En cambio, se suele producir la situación contraria, en la que los fallos cobran un protagonismo no deseable para el buen funcionamiento de la empresa.
Tampoco es cuestión de andar adulando ni de dejar pasar los errores. Más bien, se trata de que la «rutina» de hacer bien las cosas, que se supone lo normal en cualquier trabajo, no oculte que es un logro, mientras que los errores son las excepciones.
Fundamentalmente, el reconocimiento consiste en evaluar los resultados de la conducta laboral y proporcionar la información obtenida al trabajador; algo que supone un importante factor motivador.
Establecimiento de objetivos
Saber cuáles son las metas, cuál es la dirección a seguir y qué propósitos mueven a la empresa resulta algo básico para que el trabajador no se sienta perdido, sin saber para qué realiza su trabajo. La técnica de establecimiento de objetivos consiste en consensuar periódicamente los objetivos a lograr en un plazo determinado, algo que compromete y motiva a todos.