La creación de empleo para personas con dificultades en el acceso al mercado laboral y en riesgo de exclusión social tiene un impacto positivo en la familia, empresa, sociedad y el Estado, según el estudio ‘Empleo con Impacto Social’ realizado por Esade.
El principal impacto se da en el bienestar material, aunque también afecta al desarrollo personal del trabajador, porque le proporciona aprender cosas distintas; a la realización de las personas y a la adquisición de conocimientos.
No obstante, para Esade también es destacable que el empleo de inclusión permite dar estabilidad en las enfermedades psíquicas, en el abandono de las drogas, en el caso de los adictos; la mejora de la autoestima y bienestar emocional, socialización y sentimiento de pertenencia a un colectivo y una mayor motivación y autodeterminación, entre otras.
Para Esade, las empresas que facilitan este tipo de trabajo tienen que ser sostenibles. Por su parte, las personas de inserción tienen que ser activas para consolidar el crecimiento de la empresa y de su propio puesto de trabajo.
A pesar de que existe la percepción de que el empleo de inserción es «menos» rentable para la empresa por le hecho de considerar que los empleados de inserción son menos productivos, aunque, según el estudio de Esade, demuestra que hay un aumento de la competitividad por la motivación de los empleados.
Favoreciendo la inserción laboral, se desciende el gasto en las prestaciones para este colectivo, por lo que el Estado evita una situación de «pobreza y drama social», ya que se evita que un sector productivo de la población se convierta en inactivo.
Las empresas, en general, contribuyen a la generación de empleo con información corporativa, el diálogo formal e informal, la celebración de talleres informativos y la elaboración de artículos en medios de comunicación.