Elena Pisonero, presidenta de HISPASAT -el operador español de satélites de comunicaciones, líder en la distribución de contenidos en español y portugués-, cuenta con un currículo en el que están presentes las primeras instituciones y empresas españolas. En su etapa actual como máxima dirigente del noveno operador de satélites del mundo con más de 25 años de experiencia, Pisonero apuesta por el I+D y la internacionalización como las claves para asegurar la competitividad y el desarrollo económico.
¿Por qué es tan relevante conectar a las personas?
Porque son las personas las que están en el centro de todo: del desarrollo económico, del progreso social, del funcionamiento de las empresas, de la difusión de la cultura y la educación, de los avances de la ciencia y la medicina… Conectar a las personas significa conectar los intereses, los descubrimientos, los afectos, todo aquello que impulsa la vida, el conocimiento, la sociedad. Estamos acercando la tecnología a las personas para que tengan acceso a todo lo que pasa en el mundo y puedan hacer sus aportaciones y sumar al conjunto. Además, hoy en día son los ciudadanos los que demandan nuevos servicios y los que definen así la evolución del mercado y de las tecnologías.
¿Qué papel cumple en el s. XXI la conexión por satélite?
Un papel muy relevante en el ámbito de las telecomunicaciones, porque constituyen la única infraestructura que puede llegar a cualquier punto de la Tierra de manera eficiente, por lo que son los únicos capaces de garantizar la universalidad de las comunicaciones.
Las redes terrestres nunca llegarán a cubrir todo el planeta, bien por impedimentos físicos, geográficos o de rentabilidad económica. Sin embargo, el satélite, una vez en órbita, llega a cualquier lugar dentro de su ámbito de cobertura de forma inmediata y con una alta calidad de servicio. Por eso, en los países donde las redes terrestres están menos desarrolladas, el satélite constituye la única posibilidad de conexión en muchos lugares; y en las regiones más desarrolladas, al tratarse de sistemas de alta capacidad, complementan a estas para mejorar la calidad del servicio y para cumplir los exigentes objetivos de las agendas digitales en estos países.
También es fundamental en situaciones de catástrofe, cuando las redes terrestres se ven afectadas, ya que es la única infraestructura que puede asegurar las telecomunicaciones para los servicios de emergencias. Además, el satélite es clave para la comunicación en movilidad, que es uno de los grandes avances del siglo XXI: aviones, barcos y trenes (y, en un futuro próximo, coches autodirigidos) no tendrían ninguna posibilidad de conexión sin contar con el satélite.
Y ¿dentro del tejido empresarial español?
En nuestro país contamos con una buena red terrestre de telecomunicaciones, incluyendo el mayor despliegue de fibra óptica de Europa en los últimos años. Por lo tanto, el satélite no es tan imprescindible como en regiones menos desarrolladas, aunque también hace su papel, sobre todo en grandes corporaciones o empresas que deben conectar muchas sedes distantes, a veces en lugares complicados, como ocurre con las del sector del gas y el petróleo. O en explotaciones agrarias y otros negocios de zonas rurales donde las redes terrestres no llegan o dan un servicio muy limitado. También en el sector de las telecomunicaciones, en el que las teleoperadoras cuentan con el satélite para dar algunos servicios, para enlaces troncales entre distintos puntos de las redes terrestres o como back up de las mismas. Finalmente, las televisiones son clientes fundamentales de los operadores de satélites, tanto para servicios de contribución y distribución como para la difusión directa al hogar.
¿Cuáles son los retos de la tecnología por satélite en este momento?
El principal objetivo estratégico de Hispasat a medio y largo plazo es seguir creciendo para poder consolidar nuestro liderazgo en los mercados donde somos fuertes, como la península Ibérica y Latinoamérica, y ampliar nuestra presencia en otras zonas como el norte de África.
Para impulsar nuestro crecimiento hemos puesto en marcha un plan que ya nos ha permitido pasar de dos a seis posiciones orbitales en donde tener presencia, gracias a la obtención de nuevos derechos y a alianzas con otros operadores. De este modo podremos extender nuestra huella, ofrecer una cobertura más amplia a nuestros clientes y llegar a nuevos mercados. Además, hemos acelerado las inversiones desde 2012 con el fin de duplicar nuestra flota de satélites, pasando de 5 a 10 en cinco años. Dos nuevos satélites ya están en órbita (Amazonas 3 y Amazonas 4) y tenemos otros tres en construcción, el Hispasat 36W-1, el Hispasat 30W-6 y el Amazonas 5, que se lanzarán en 2016 y 2017.
La forma de ver TV está cambiando mucho y ha incorporado nuevas posibilidades: on line, bajo demanda, multipantalla, etc. ¿Podría afectar esto al negocio de los operadores de satélites?
El satélite sigue siendo la tecnología más eficiente para la distribución y difusión de contenidos audiovisuales. En Europa, 90 millones de hogares ven la televisión por satélite -el 35% del total- frente al 27% de consumo de televisión terrestre o por cable y sólo el 11% por Internet. Incluso en los países con mayor crecimiento de los servicios de vídeo bajo demanda, como Estados Unidos, el consumo de televisión lineal se mantiene muy alto. En otras regiones, como Latinoamérica, hay todavía mucho recorrido: las plataformas de TV directa al hogar por satélite siguen creciendo en mayor proporción que la televisión por cable, a la que superan desde 2014.
Es evidente que los servicios OTT (Over The Top) a través de Internet son una tendencia que cobra fuerza, pero están muy lejos de la televisión lineal. En todo caso, el crecimiento del vídeo por Internet podría llevar hacia un escenario de saturación de redes terrestres, que podría resolverse con una solución que cuente con el satélite para contribuir a su descongestión. Por eso creemos que el futuro del consumo de televisión será híbrido y que las tecnologías se complementarán para conseguir un ecosistema eficiente y equilibrado.
¿Qué palancas debe activar el tejido industrial tecnológico nacional del ámbito de las telecomunicaciones para seguir siendo competitivo ante los gigantes internacionales?
España está bien situada en el sector de las telecomunicaciones: Telefónica es una de las 10 telecos más grandes del mundo, una auténtica gigante tanto en términos de ingresos como de extensión en el mundo. Y también Hispasat -salvando las distancias- se cuenta entre los 10 mayores operadores mundiales de satélites de telecomunicaciones y es líder en los mercados de habla española y portuguesa. Hay muchas empresas españolas del ámbito tecnológico muy potentes y punteras que participan en grandes proyectos espaciales internacionales, como los relacionados con la investigación de Marte, la Estación Espacial Internacional, la sonda Rosetta; el programa Copérnico de observación de la Tierra o del sistema de navegación Galileo desarrollados por la Agencia Espacial Europea.
Hispasat ha contribuido activamente a la internacionalización de estas compañías mediante su programa de retornos industriales, que compromete a los fabricantes de sus satélites a contratar con empresas españolas, con lo que, más allá de garantizarles una cartera de pedidos -que ha generado hasta ahora 1.000 millones de euros para la industria española-, ha facilitado su integración en las cadenas de producción globales, reforzando su competitividad.
¿Cuál sería, a su juicio, una efectiva política de I+D que incentive la inversión a nivel nacional? ¿Qué necesita España para ser referente del sector tecnológico?
España cuenta con muy buenos mimbres para poder desarrollar una investigación de excelencia, y deberíamos dedicar recursos para recuperar o retener todo el talento que tenemos y conseguir formar equipos potentes en todos los ámbitos de la investigación. Exige una actitud más emprendedora, que implica una cultura del riesgo y un sentido del fracaso adecuados para impulsar la I+D de forma decidida. Investigar significa estar dispuesto a fallar varias veces antes de llegar a una buena solución, y en España el fracaso no se entiende como el camino hacia el éxito.
Una política inteligente de I+D debería tener en cuenta no exigir resultados inmediatos y facilitar la inversión necesaria durante el proceso de investigación. Esa inversión debe salir, fundamentalmente, de las empresas, que son el verdadero motor de la economía y que deben saber que la I+D, junto con la internacionalización, es hoy en día una de las claves fundamentales de la competitividad. Contar con un tejido productivo innovador es esencial, y la Administración debe apoyarlo con planes marco, aportaciones económicas y desgravaciones fiscales, pero también fomentando la investigación básica en las universidades y otras instituciones públicas, mejorando la colaboración entre éstas y el sector empresarial, impulsando la transferencia de tecnología a la industria y la comercialización de estos nuevos productos, y creando un ambiente en que este esfuerzo se valore, la información se intercambie con fluidez y en el que los investigadores sean respetados y pagados suficientemente.
Únicamente el 24% de los puestos de los consejos de administración de las empresas españolas está ocupados por mujeres. ¿Se cumple esta proporción en las empresas tecnológicas?
Todavía estamos lejos de la paridad en lo que se refiere a puestos de alta dirección en el mundo empresarial y más aún en el sector tecnológico, donde el porcentaje de directivas sólo alcanza el 19% de media mundial, según el último informe de Grant Thornton. En Europa es aún más bajo, 15%.
Además de las causas que afectan a la mujer en su desarrollo profesional a nivel general, la principal explicación para este desequilibrio en el ámbito tecnológico está en la universidad, ya que el número de mujeres que optan por carreras técnicas es muy bajo.
En España, por ejemplo, el porcentaje de mujeres que se graduó en Ingeniería de Telecomunicaciones en 2014 fue del 15,4%, así que es difícil que las empresas puedan superar esa cifra de representación, que es la que ofrece el mercado laboral. En la actualidad se están llevando a cabo algunas iniciativas para impulsar las vocaciones femeninas en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM) desde etapas tempranas de la educación, e Hispasat se va a involucrar en alguna de ellas.
¿Cuáles son los retos que ha tenido que superar como presidenta del mayor operador español de satélites de comunicaciones?
Está siendo una experiencia interesantísima y un reto apasionante, porque Hispasat está afrontando una época de plena transformación tanto en el sector como en la propia compañía, que ha puesto en marcha un cambio de la cultura corporativa para hacerse más eficiente, sostenible y responsable. El mercado de las telecomunicaciones está cambiando a una velocidad vertiginosa y los operadores de satélites tenemos que adaptarnos para seguir siendo competitivos y responder a las demandas cada vez mayores de conectividad y calidad de servicio que la sociedad plantea: mayor capacidad de redes, total movilidad de conexiones, universalización de telecomunicaciones para llegar a cualquier lugar, nuevos formatos televisivos o reducción de los precios de los servicios.
Son algunas de las principales tendencias del mercado que exigen a los operadores innovación tanto tecnológica como en los servicios y en el modelo de negocio. En todo ello estamos trabajando, de cara a un futuro que está lleno de posibilidades para el satélite.