El emprendimiento, una de las fórmulas a las que se ha encomendado España para reducir las cifras de empleo y reflotar la economía, no parece ser la panacea para el mercado laboral español, ya que ni aporta empleo neto de forma significativa ni permite elevar los niveles de productividad.
Así lo afirma un análisis elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), dentro de serie de trabajos denominados ‘Esenciales’.
En primer lugar, más emprendimiento en España no es sinónimo de mayor generación de empleo más allá de la salida del paro de aquel que monta un negocio.
La razón es que la supervivencia de las microempresas es reducida y la elevada rotación empresarial hace que el saldo de empleo creado cada año por las nuevas empresas y el destruido por las que cierran tenga escasa influencia en las variaciones de empleo total, de entre el 3% y el 4%.
El estudio precisa que lo más importante para la evolución del empleo es más bien el crecimiento o decrecimiento del empleo en las empresas ya existentes, cuya dinámica está a expensas del ciclo económico.
La menor supervivencia empresarial en España respecto a otros países del entorno europeo se debe, en parte, a que la mayoría de las nuevas empresas que nacen pequeñas carecen de los recursos humanos y financieros adecuados para alcanzar tamaños que les permitan aprovechar economías de escala y ser más productivas.
Así, el 61 % de las nuevas empresas sin asalariados no llegan a los cinco años, frente al 48% en Francia, el 54% en Italia o el 58% en el Reino Unido. Esta es una de las causas de que el crecimiento del empleo de las empresas supervivientes sea muy reducido, manteniéndose muchas con menos de 10 trabajadores y volúmenes de facturación bajos, añade el informe.
UN LASTRE PARA LA PRODUCTIVIDAD
Además, el bajo perfil formativo de muchos de estos nuevos emprendedores –sólo uno de cada diez parados con estudios obligatorios realiza formación– dificulta también la supervivencia de sus proyectos que, en su mayoría, consisten en actividades de escaso contenido tecnológico y bajo valor añadido.
En un país como España, en el que el peso de las microempresas en el empleo alcanza el 40,5%, «el aumento del peso de los empresarios autónomos durante la crisis como respuesta a las dificultades de muchos trabajadores para encontrar empleo no es, por tanto una buena noticia para resolver los problemas de productividad», señala el estudio.
Respecto a la UE-28, las microempresas españolas son un 29% menos productivas, mientras que en las grandes la productividad en España es un 13% inferior.
En el capitulo de recetas, el estudio señala que «cuando el capital humano de los emprendedores es mayor, las actividades desarrolladas son más productivas y los proyectos sobreviven en mayor proporción».