Las pymes representan el 99,9% de las empresas españolas y proporcionan 2 de cada 3 empleos en el sector privado. Históricamente el principal problema de nuestras pymes ha sido el pequeño tamaño y la excesiva bancarización, sobre todo cuando se compara con otros países europeos.
Existe consenso entre todos los expertos en que, para que la economía mejore y evolucione de forma sostenible, es necesario contar con un tejido empresarial compuesto de empresas de mayor tamaño, más competitivas, eficaces, innovadoras y con vocación internacional, lo que sin duda tendría un impacto muy positivo en la creación de empleo. Y para ello las empresas necesitan no solo financiación, sino también atraer talento y experiencia, y es ahí donde el capital privado (lo que antes se conocía por capital riesgo) juega un papel fundamental, tal y como se ha demostrado en países como Estados Unidos, el Reino Unido, Francia o Alemania.
El capital privado invierte en compañías no cotizadas con elevado potencial de crecimiento a medio-largo plazo. Esta inyección de capital se complementa con un valor añadido: asesoramiento ante problemas concretos, credibilidad frente a terceros, profesionalización de los equipos directivos, apertura a nuevos enfoques del negocio, experiencia en otros sectores o mercados, etc. En definitiva, el capital privado aporta financiación estable, liquidez y asesoramiento, tanto a empresas de nueva creación (“venture capital”) como a empresas en expansión o a empresas maduras (“privateequity”).
Para una pyme, las ventajas de contar con un fondo de capital privado como accionista son numerosas:
- Acceso a financiación en forma de capital, que reduce la dependencia de la financiación bancaria y por tanto los costes financieros.
- Mayor crecimiento en facturación y beneficios, ya sea orgánicamente o mediante la compra de otras empresas.
- Profesionalización y atracción de talento, haciendo partícipes a los ejecutivos de las compañías del éxito del proyecto.
- Fomento de la inversión, muy por encima de lo que la empresa podría alcanzar solo con los recursos generados internamente.
- Mejora en innovación, aumentando la capacidad de inversión en I+D.
- Mayor internacionalización, aportando experiencia, contactos y ambición internacional.
- Reducción de la tasa de fracaso empresarial, al ser más productivas y eficaces.
- Liquidez a accionistas y empresarios, solucionando los problemas sucesorios de muchos negocios familiares.
Todo lo anterior tiene como consecuencia la creación de empleo a un ritmo acelerado, hasta diez veces mayor respecto a las empresas no respaldadas por capital privado. Y obviamente, cuanto más joven sea la empresa, mayor es la creación de empleo.
El capital privado invierte en todo tipo de compañías, en cualquiera de sus fases de desarrollo y en cualquier sector. Y al igual que existen pymes muy diferentes en tamaño, actividad o fase de desarrollo, también existen entidades de capital privado muy distintas. Unas invierten en empresas que están arrancando, otras en empresas en expansión y otras en empresas aún más consolidadas. Algunas se especializan por sectores, otras no. Algunas entidades de capital privado prefieren invertir importes elevados en pocas empresas. Otras prefieren invertir importes pequeños en muchas empresas. Esta diversidad hace que el capital privado pueda llegar a un gran número de empresas muy distintas, fluyendo el capital de forma adecuada y «regando» el tejido empresarial.
En los países de nuestro entorno, los recursos de los fondos de capital privado proceden principalmente de inversores institucionales, como son los fondos de pensiones, compañías aseguradoras, fondos de fondos, familyoffices, etc. Y en el caso del venture capital también suelen participar fondos públicos e inversores particulares.
En España, el peso de los inversores institucionales y privados nacionales es muy inferior al de otros países.Como muestra, los fondos de pensiones y planes de empleo locales, tanto privados como públicos, representan en Europa más del 35% de los fondos gestionados por el capital privado, mientras que en España apenas llega al 2%. La menor presencia de inversores nacionales implica una gran dependencia tanto de los fondos públicos (como son el Fondo ICO Global o el Fondo Europeo de Inversiones) como de los inversores institucionales internacionales. Y aunque los fondos públicos están siendo fundamentales para el desarrollo del sector, principalmente en el segmento del venture capital, no se puede depender indefinidamente de la financiación pública. Y por lo que respecta a los inversores institucionales internacionales, su interés en invertir en España es cíclico, como se demostró en el periodo de sequía inversora entre 2008 a 2013.
En consecuencia, es vital para el sector de capital privado en España (y por tanto para las pymes españolas) que los inversores nacionales, tanto institucionales como privados, aumenten su exposición al mismo. Y para facilitarlo, hay algunos aspectos regulatorios que son susceptibles de mejora cuando se comparan con los de otros países con industrias de capital privado más desarrolladas. Sirvan como ejemplo las siguientes medidas para estimular la inversión de los fondos de pensiones y planes de empleo:
- Mejorar la fiscalidad de los partícipes en el momento de cobro de las rentas.
- Otorgar el diferimiento fiscal sólo a fondos de pensiones y planes de empleo que tengan un porcentaje determinado de su patrimonio invertido en fondos de capital riesgo.
- Eliminar la limitación de comisiones en cascada.
Solo con que los fondos de pensiones españoles aumentaran su contribución actual en vehículos de capital privado a los niveles de sus homólogos europeos, el sector podría disponer de 3.000 a 4.000 millones de euros anuales adicionales para invertir en pymes españolas, disminuyendo drásticamente la dependencia tanto de inversores internacionales como de fondos públicos.
Las principales empresas de capital privado nacionales e internacionales que operan en España se integran en la Asociación Española de Capital Riesgo (ASCRI) (www.ascri.org) cuyo principal cometido es la promoción del capital privado entre los diferentes actores implicados: emprendedores y empresarios, inversores, administraciones públicas y el público en general.