Los resultados del PIB del segundo trimestre de 2021 evidencian la reactivación de la economía española, con un avance en tasa trimestral del 2,8%.
La vuelta paulatina a la normalidad y el levantamiento de las restricciones que ha propiciado el proceso de vacunación han impulsado el consumo de las familias y la actividad de aquellos sectores que estaban más limitados. Sin embargo, la nota de cautela viene de la mano de la inversión empresarial.
En términos interanuales, el PIB repuntó de manera significativa (+19,8%, frente al –4,2% anterior) porque el impacto de la crisis provocada por la pandemia se concentró en el segundo trimestre de 2020. Por ello, para un mejor diagnóstico de la situación desde comienzos de año se deben analizar las tasas intertrimestrales.
Por otro lado, frente a la situación previa a la pandemia, es decir, el cuarto trimestre de 2019, la caída del PIB es del –6,8%, lo que da cuenta del camino que aún queda por recorrer para recuperar los niveles previos a esta crisis.
Por su parte, la demanda interna tiene una aportación positiva al PIB de 20,3 puntos porcentuales, que es parcialmente compensada por la aportación negativa del sector exterior (‑0,5 p.p.). Dentro de la demanda interna, la reactivación del consumo privado y el constante vigor del consumo público han sido los rasgos más destacados del comportamiento del PIB en el segundo trimestre de 2021.
Desde el punto de vista de la demanda interna, destaca el dinamismo del consumo de los hogares (6,6% intertrimestral). La mejora del mercado laboral en el segundo trimestre, junto con la finalización del estado de alarma y el levantamiento de gran parte de las restricciones, ha permitido que una parte del ahorro embalsado durante los trimestres previos se transforme en consumo.
El gasto de las Administraciones Públicas, tras el puntual retroceso del primer trimestre, continúa aumentando, a un ritmo del 0,8% trimestral, en línea con la política expansiva del gasto público.
También hay que destacar el nuevo retroceso de la inversión, del –1,5% en términos trimestrales, tras el –0,2% del trimestre anterior. La incertidumbre asociada a la propia evolución de la pandemia, así como los posibles cambios regulatorios, incluyendo subidas de impuestos y costes empresariales, están afectando a la confianza de los agentes y retrasando la recuperación de este componente. No obstante, dentro del mismo hay comportamientos diferenciales, con la construcción en niveles sensiblemente inferiores a los del segundo trimestre de 2019, todavía un ‑17,7% inferior, principalmente en su componente de vivienda (-21,4% con respecto a 2019).
En contraste, la inversión en bienes de equipo, maquinaria y activos cultivados, a pesar del descenso trimestral del –1,7%, se sitúa en niveles tan solo un –2,2% inferiores a los de 2019. Dentro de ella, sobresale el crecimiento robusto de la inversión en bienes de equipo y maquinaria (+9,3% frente a 2019), en contraste con el desplome de la inversión en material de transporte (-27,2%, frente a 2019) afectado por las dificultades del sector derivadas de los cuellos de botella en algunos componentes necesarios para su producción.
Por el lado del sector exterior, se observa un ligero repunte de las exportaciones (0,4% en tasa trimestral), que viene explicado por un mejor comportamiento del componente de servicios turísticos (que aumentan en tasa intertrimestral de forma notable, aunque todavía registran un descenso del –80,3% con respecto a niveles precrisis), que compensa la leve contracción registrada en las exportaciones de bienes y servicios no turísticos.
Por su parte, las importaciones aumentan un 2,9% en tasa trimestral, en consonancia con el fuerte repunte de la demanda interna, tanto por el mayor dinamismo de las importaciones de bienes, como del consumo de residentes en el exterior (que registra un significativo avance, si bien todavía se sitúa un –51,3% por debajo de los niveles precrisis).
Dentro del análisis por sectores, sorprende el retroceso de la actividad que sufren los sectores de la agricultura y construcción, en claro contraste con el aumento de VAB en el sector servicios. Además, dentro de servicios, aquellas ramas más afectadas por las restricciones, como actividades artísticas, recreativas y otros servicios, junto con comercio, transporte y hostelería, registran aumentos en tasa trimestral muy notables, del 20,4% y del 5,5% respectivamente.
Con todo, cabe señalar que, en términos interanuales, las ramas de los servicios siguen estando muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis. Comparando con el cuarto trimestre de 2019, los sectores que están más lejos de volver a sus niveles precrisis son la construcción, con un descenso del –19,1%, y algunas ramas de los servicios, destacando las actividades artísticas y recreativas, que presentan retrocesos del –19,0%, y el comercio, transporte y hostelería, con caídas del ‑17,0%.
El número de horas trabajadas ha registrado un significativo repunte y han crecido un 4,4% intertrimestral, por encima del crecimiento de la actividad económica. Aún así, en el segundo trimestre de 2021 las horas trabajadas se sitúan un –3,9% por debajo de los niveles previos a la crisis, en el cuarto trimestre de 2019.
Mientras, los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo descienden un -0,2% trimestral, debido al incremento de la jornada media realizada (que ha aumentado un 4,6%). Esta caída contrasta significativamente con el aumento de la ocupación registrada según la EPA del segundo trimestre, cuyos resultados fueron publicados ayer. Frente a los niveles previos a la crisis (cuarto trimestre de 2019), cabe destacar que se han perdido más de 750.000 empleos a tiempo completo equivalente (-4,1%).
La productividad, medida por hora efectivamente trabajada, continúa en terreno negativo, e incluso ha intensificado su ritmo de caída, hasta el ‑7,0% interanual. En cambio, la productividad, medida por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo, ha aumentado un 0,7%, tras haber registrado descensos desde finales de 2019.
Los costes laborales unitarios siguen creciendo, un 0,7% interanual, aunque de forma menos intensa que en trimestres anteriores. Por su parte, la remuneración por asalariado acelera su ritmo de crecimiento hasta el 1,4% interanual.
En relación al PIB, por el lado de las rentas, tanto la remuneración de los asalariados como el excedente bruto de explotación y los impuestos netos sobre la producción y las importaciones crecieron en términos interanuales, aunque hay que destacar que los resultados del segundo trimestre de 2020 estaban muy condicionados por la pandemia.
En este sentido, hay que señalar el fuerte incremento de los impuestos netos sobre la producción y las importaciones, que crecen un 77,5%.
Una mejor imagen de la situación actual se puede obtener comparando frente a la situación previa a la crisis. En esta comparativa, se puede ver que la remuneración de los asalariados prácticamente se ha recuperado en su totalidad (-0,2% frente al cuarto trimestre de 2019), los impuestos también están en camino de recuperación (-5,4%), mientras que el excedente bruto de explotación todavía se encuentra muy alejado, en concreto un -11,5% frente a los niveles de finales de 2019.
Estos datos reflejan la difícil situación que aún persiste en el tejido empresarial, por lo que es necesario mantener las medidas de apoyo para no poner en riesgo su supervivencia, ya que resulta vital para consolidar la recuperación y preservar el empleo.
En conclusión, el notable aumento del PIB en el segundo trimestre indica que se ha iniciado el proceso de recuperación debido al progresivo descenso de las restricciones y la paulatina vuelta a la actividad económica que ha propiciado el avance de la vacunación.
También es relevante indicar que el dinamismo de la demanda ha venido de la mano, exclusivamente, de la reactivación del consumo, tanto del público como el privado, puesto que la inversión empresarial sigue retrocediendo. Además, el sector exterior tampoco está contribuyendo al proceso de recuperación de la economía española.
La incertidumbre sobre el proceso de recuperación se refleja en mayor medida en la inversión, influida por el deterioro de los resultados empresariales, en un contexto de aumento de los costes laborales y de incertidumbre acerca de los cambios regulatorios que pudieran producirse en materia laboral y fiscal.
Por todo ello, es necesario asegurar un entorno que sea propicio para favorecer la inversión empresarial y la mejora de la competitividad de nuestra economía, así como facilitar que las empresas puedan adaptarse a la situación económica.
A pesar de que el proceso de reactivación ha comenzado, todavía no se han alcanzado los niveles anteriores a la crisis, siendo este diferencial todavía mayor en aquellos sectores que han estado más afectados por las limitaciones a su actividad. Por lo tanto y aunque las perspectivas son favorables para la economía española para 2021 y 2022, es fundamental que no se implementen medidas que desincentiven el crecimiento económico, ya que su mero anuncio afecta negativamente a las expectativas de todos los agentes.