La recuperación de la economía global sigue su curso, con una previsión de crecimiento global del 3,5% este año y del 3,6% el siguiente.
Aaunque la creciente desigualdad y la debilidad del crecimiento de los salarios, particularmente entre las economías avanzadas, pueden lastrar la sostenibilidad de las economías, según señala el Fondo Monetario Internacional (FMI) en un informe publicado en la cumbre del G20.
«No hay tiempo para quedarse quieto», advierte el FMI, subrayando que la debilidad del crecimiento de la productividad y el desigual reparto de las ganancias de la economía limitan el crecimiento futuro, particularmente entre los países desarrollados.
En el caso de las economías avanzadas, el FMI prevé que el repunte de la actividad siga adelante, aunque señala las diferencia del ciclo en el que los países de este grupo se encuentran, ya que EEUU cumple su noveno año de expansión y registra pleno empleo, mientras las perspectivas son algo mejores para la zona euro gracias a l a demanda interna y el impulso derivado de la política monetaria.
No obstante, la institución advierte de que en estas economías más desarrolladas, «los bajos tipos de interés han enmascarado las vulnerabilidades», señalando que los inversores han traspasado los umbrales de riesgo tradicionales en busca de mayores rentabilidades.
En este sentido, el informe apunta la presión que supone este entorno de política monetaria, junto al impacto de los préstamos no productivos, para la rentabilidad de los bancos, lo que hace que las entidades «sean más propensas a dificultades financieras».
«La eurozona debe continuar mejorando la resiliencia de sus bancos y superar sus problemas de rentabilidad», apunta el informe, señalando que, además del crecimiento económico, la mejora de rentabilidad debe venir de la racionalización de costes, la actualización del modelo de negocio y la consolidación.
LA DESIGUALDAD FRENA EL POTENCIAL DE CRECIMIENTO
Por otro lado, el FMI advierte de que las perspectivas de una mayor aceleración del crecimiento global se ven limitadas por el deslucido potencial de crecimiento, especialmente entre las economías avanzadas, donde la creciente desigualdad y la debilidad del crecimiento de los salarios «ensombrecen» las perspectivas a medio plazo y pueden dañar la sostenibilidad del crecimiento.
Asimismo, la institución pone de manifiesto que la debilidad de las presiones salariales, sumada a la mayor presencia del empleo a tiempo parcial y el elevado paro han contribuido a mantener la tasa de inflación subyacente por debajo de los objetivos de los bancos centrales.
A este respecto, la institución dirigida por Christine Lagarde apunta que los insuficientes progresos en muchos países en la aplicación de reformas estructurales, así como el lento crecimiento de la fuerza laboral y el mantenimiento de la brecha laboral de género representan un freno al potencial del crecimiento.
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