Las vacaciones terminan, pero no todos vuelven con las pilas cargadas. Según datos de Hays, este año el 38% de los profesionales reconoce sentirse desmotivado en la vuelta al trabajo tras el verano, seguido de otro 37% que reconoce necesitar varios días para recuperar el ritmo. Para muchos, septiembre ya no es solo un mes de “reenganche”, sino el punto de partida de una reflexión más profunda sobre su situación laboral y su futuro profesional.
¿Qué es el síndrome postvacacional y por qué importa a las empresas?
El síndrome postvacacional no es una enfermedad, pero sí un estado anímico, comúnmente conocido, que afecta a la satisfacción y al rendimiento profesional. Falta de energía, desmotivación, dificultad para concentrarse o incluso cierta tristeza e irritabilidad son señales comunes en este periodo.
Según Silvia Pina, directora de Perm & Temp Recruitment Services en Hays España, “esta sensación puede durar unos días, pero si no se gestiona bien, puede alargarse e impactar negativamente en la productividad y en el clima laboral”. También añade que “este fenómeno se ha intensificado en los últimos años. Hoy el talento valora el equilibrio, el propósito y la flexibilidad. Si al volver al trabajo estas expectativas no se ven cubiertas, el malestar se hace más evidente.”
Los perfiles más afectados por el fenómeno
Algunos perfiles profesionales son especialmente sensibles al impacto emocional de la vuelta al trabajo. Según los expertos, los profesionales —especialmente millennials y centennials— tienden a experimentar con mayor frecuencia este desajuste emocional, en parte porque valoran más el equilibrio entre vida personal y profesional, y suelen tener expectativas más altas sobre el propósito y la flexibilidad en el entorno laboral.
También se ven más afectados quienes tienen contratos temporales o están en periodo de prueba, ya que perciben una mayor presión por demostrar resultados desde el primer día, lo que intensifica el estrés postvacacional.
A esto se suma la falta de una desconexión real durante las vacaciones, cada vez más habitual debido a la hiperconectividad digital. Revisar correos, atender mensajes o mantenerse disponible durante el descanso impide una recuperación completa, lo que agrava el malestar al reincorporarse.
Las claves para una reincorporación saludable
La vuelta al trabajo tras las vacaciones puede ser un reto, pero existen estrategias que ayudan a convertirla en una transición más amable y productiva. Desde el plano individual, planificar una reincorporación progresiva, mantener rutinas saludables y reconectar con los propios objetivos profesionales puede marcar una gran diferencia en el estado de ánimo y el rendimiento.
En el ámbito empresarial, se recomienda promover una cultura organizacional que valore el descanso, evitar concentrar tareas críticas en los primeros días y fomentar espacios de conversación informal entre los equipos. Desconectar durante las vacaciones no debería percibirse como una falta de compromiso, sino como una inversión en bienestar y sostenibilidad laboral.
Septiembre: mes clave para cambios laborales
Septiembre es también un mes de alto movimiento en el mercado de trabajo. “El síndrome postvacacional actúa como un disparador: si el regreso genera rechazo, probablemente ya existía una desconexión más profunda. Para muchos profesionales, septiembre se convierte en el momento de buscar nuevas oportunidades que encajen mejor con sus valores y expectativas”, apunta Pina.
Según datos de Hays, los principales motivos para un regreso difícil al trabajo son:
- la baja motivación laboral (49%)
- la falta de desconexión durante las vacaciones (20%)
- la presión por rendir desde el primer momento (20%)
Lo que antes se veía como una mera adaptación tras el descanso, hoy puede ser un síntoma de desalineación más estructural entre profesional y empresa. En un contexto donde retener y atraer talento es clave para el éxito de las empresas, prestar atención al malestar que puede surgir tras las vacaciones no es solo cuidar el bienestar emocional de los empleados, sino que también tiene implicaciones directas en la productividad, el compromiso y la fidelización del talento.