Muchas veces trabajamos de manera rutinaria, sin interés, aislados o sin fijarnos lo suficiente, con los errores y consecuencias que de ello se derivan. De hecho, resulta sorprendente cómo algunos cambios te ayudan a ver tu carrera profesional bajo una nueva perspectiva.
Para ello, puedes probar algunos de estos consejos para mejorar en el trabajo y, tal vez, incluso te brinden la energía, la perspectiva o la confianza necesarias para ascender en el escalafón o para asumir nuevos desafíos.
Respondes inmediatamente a todos los correos electrónicos
La capacidad de respuesta puede ser una ventaja, especialmente si respondes a tu jefe. Pero si se responde apresuradamente, puede que te olvides de incluir un archivo o dirección adjunta o que se vea desorganizado. Una respuesta rápida solo es útil si es correcta y apropiada. A veces, es mejor esperar y pensar detenidamente hasta que se pueda responder con toda la información solicitada.
Estás en línea las 24 horas, los 7 días
Enviar correos electrónicos a todas horas puede hacerte parecer comprometido, pero también te da una falsa sensación de eficiencia y, probablemente, se pasará por alto al felicitarte por tu dedicación. Tus colegas pronto llegarán a esperar que estés en línea las 24 horas, los 7 días de la semana, lo que da como resultado un círculo vicioso. Tu jefe o equipo puede enviar correos electrónicos que requieren una respuesta de la noche a la mañana simplemente porque ellos asumen que estarás allí. El trabajo se ampliará para adaptarse a cualquier hora que le demos. Estar disponible 24/7 es malo para tu salud y peligroso a largo plazo, así que es mejor no hacerlo.
Pasas tu tiempo con un grupo
Es genial tener un equipo con el que trabajas y socializas. Pero en una empresa más grande, es importante diversificarse. Si estás en marketing, haz amigos y encuentra patrocinadores (personal de mayor rango que te interese en tu carrera) en recursos humanos u operaciones. Esto ampliará tu perspectiva y te permitirá conocer nuevas oportunidades de proyectos, desarrollo y promoción en toda la empresa. Así que sal de tu zona de confort y conoce a nuevos amigos la próxima vez que estés en la cafetería o lugares de esparcimiento en el trabajo.
Evitas personas difíciles
Aprendemos desde el principio a alejarnos de aquellos que nos causan dolor. Esto funciona bien en el patio de recreo, pero no en la oficina. A todos nos encanta pasar tiempo con las personas con las que nos relacionamos. Pero podemos aprender más de aquellos con opiniones divergentes (incluso cuando son difíciles de escuchar) y personalidades distintas. No tengas miedo de relacionarte con personas que puedan parecer un tanto agresivas o que tengan diferentes perspectivas. Son las personas que nos desafían lo que nos hacen mejores, no las que piensan exactamente como nosotros. Y a medida que avances en tu carrera profesional, tendrás que trabajar con más y más personas, por lo que es una gran práctica.
Te vistes como todos los demás
La ropa no es todo, pero es una excelente manera de distinguirse de otros contendientes: las cosas pequeñas importan y demuestra que estás comprometido con los detalles. También vale la pena tratar de diferenciarse de las masas, pero hacerlo de una manera adecuada para el lugar de trabajo. Si estás en un bufete de abogados, es probable que tomes decisiones más conservadoras que tu amigo que trabaja en una agencia de diseño.
Nunca pides ayuda
Ir solo es un signo de fortaleza … ¿verdad? A veces es bueno invitar a los demás a participar. Esto no solo puede proporcionar una nueva perspectiva, sino ayudar a otros a sentirse interesados en tu proyecto. Dirigirse a individuos que no sean tu jefe es una excelente manera de hacerlo. Si uno de tus colegas tiene buen ojo, pídele su opinión sobre tu último PowerPoint o Prezi. A la mayoría de las personas les gusta que les pidan que contribuyan, siempre y cuando sea fácil para ellos decir que sí.
Dejas que la perfección sea enemiga del bien
La regla 80/20 dice que el 20% de los esfuerzos producen el 80% de los resultados. Por tanto, hay que saber qué parte de tu esfuerzo es el 20% y qué parte de los resultados es el 80%. Los economistas lo llaman rendimientos marginales decrecientes, lo que básicamente significa que puede ponerse mucho más esfuerzo en algo y obtener solo beneficios modestos. A veces es mejor hacer algo rápido y bien que gastar tres veces más para hacerlo perfecto. Comprender qué, de tu cartera, se puede hacer más rápido y qué necesita toda tu atención es una habilidad crítica para dominar tu trabajo y avanzar.
Intentas ser bueno en todo
Todos tenemos debilidades Y si eres uno de esos tipos sobrehumanos que son buenos en casi todo, aquí hay una lección importante: solo porque eres capaz de hacer algo no significa que debas hacerlo. Muestra competencia en los asuntos administrativos complicados y la gente acudirá a ti como un solucionador. Si te encanta ser un «manitas», genial, pero si no quieres que te etiqueten como un solucionador, ten cuidado al mostrar esos talentos a todo el mundo.
Vives para tu lista de tareas
Tener una lista de cosas por hacer está bien, si es una lista de tareas pendientes. En primer lugar, no deben ser solo asuntos urgentes sino importantes (incluir tareas no urgentes cuenta con la paradoja de que, es posible, que nunca se llegue a ellas y que sean esos proyectos los que quiebren tu éxito o el de tu empresa). En segundo lugar, conócete a ti mismo: todos tenemos mejores momentos del día para hacer algo o lo contrario, momentos de concentración y distraídos, momentos en que somos pacientes y en los que no. Programa tus tareas pendientes en relación o para aprovechar eso.
Tienes miedo de fallar
A todos nos gusta tener éxito. Podemos sentirnos tentados a permanecer en una zona segura donde sabemos que estamos funcionando bien y podemos hacer un gran trabajo. Pero las verdaderas victorias ocurren cuando nos extendemos y asumimos riesgos. Los mejores gerentes y ejecutivos lo saben, y te apoyarán en establecer objetivos ambiciosos y probar cosas nuevas: alcanzar ese nuevo mercado o intentar un nuevo proceso puede ser el próximo gran salto para la empresa (y para ti). Y cuando falles (lo que todos hacemos de vez en cuando), prepárate para recuperarte. También se aprende de los errores, así que tratemos cada revés como una rica fuente de aprendizaje.
No conoces tu valor
Conoce cómo creas valor en el trabajo. Puede ser a través de ayudar a compañeros a llegar a un objetivo común o a mantener la moral en períodos difíciles de trabajo. Si no estás seguro de lo que aportas, anota las cosas que haces mejor que nadie en el trabajo. Luego, piensa en cuáles contribuyen más al negocio de la empresa: si no estuvieras allí para hacer esas cosas, ¿cómo afectaría a la organización? Esto puede suponer dos cosas muy importantes: 1. Te ayuda a comprender qué es lo que, desde la perspectiva de una empresa, vale (muy útil al negociar esa promoción o aumento), y 2. puede ayudarte a ver dónde te ajustas mejor a largo plazo y cómo promocionarte a un posible puesto.
Esperas a que te digan qué hacer
Toma la iniciativa. Las empresas se basan en la creatividad y el pensamiento estratégico. Si haces lo que siempre has hecho, obtendrás lo que siempre has conseguido. Si escuchas una actualización de proyecto en una reunión y tienes una idea que podría ayudar, habla, pero elige tu tiempo. Puede ser mejor decirlo en ese momento, o podría ser mejor hacer un seguimiento después. Depende de la cultura y la formalidad de las reuniones y los roles.