El floreciente mercado de aplicaciones móviles ha facilitado mucho la vida cotidiana de la sociedad, al tiempo que contribuye a la expansión del mercado publicitario. Pero también esconde ciertos peligros. PrivacyCloud revela una serie de consejos a tener en cuenta por los desarrolladores de aplicaciones a la hora de seleccionar un modelo estable de percepción de ingresos.
“El nuevo reglamento de protección de datos pone énfasis en que sean los usuarios los que tomen el control de su propia información y sean ellos mismos quienes decidan qué datos ceder y a que organizaciones se les envía, y ésta es una premisa que a día de hoy no se está cumpliendo en el mercado publicitario digital”, señala Sergio Maldonado, CEO de PrivacyCloud.
Aun destacando un importante nivel de negligencia por parte del común de los usuarios a la hora de aceptar condiciones de uso altamente gravosas, o consentimientos en blanco, debemos poner el acento en el resto de agentes implicados en el mercado de las aplicaciones y la publicidad.
¿Qué información recaba una app?
Una vez analizados los procedimientos de las 110 aplicaciones más descargadas, la última investigación de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos reveló que éstas no solo comercializaban los datos con terceros, sino también qué tipo de información compartían. En este sentido, un 47% de las apps analizadas enviaban la ubicación de quienes las estaban utilizando, un 18% estaban programadas para mandar el nombre de los usuarios y el 16% sus direcciones de correo electrónico. A ellas se suman otras, igualmente comercializadas en el mercado español, como los listados de apps instaladas en cada teléfono móvil.
Las apps se pueden financiar con el pago por compra o suscripción, mediante un servicio adicional (compras “in-app”) o bien acudiendo al mercado publicitario para poner ciertos espacios a disposición de plataformas de comercialización de banners o anuncios. Si bien esta última fórmula es de sobra conocida y asumida por quienes optan por descargar una aplicación gratuita, es frecuentemente una alternativa derivada de la misma, la que mayor rentabilidad aporta: la venta de datos personales para su aprovechamiento en el enriquecimiento de perfiles publicitarios.
Esta última deriva, además de directamente ilegal (puesto que ni los datos recabados guardan relación alguna con el propósito de uso de la app, ni el consentimiento para su venta se ha obtenido de forma válida), también perjudica a la propia app, así como a los anunciantes que terminan aprovechando dicha información. ¿A quién favorece entonces? A los “data brokers”, o agentes cuyo modus vivendi es la mera intermediación para la venta a granel de dichos datos.
“Con la aplicación del nuevo reglamento de protección de datos, la venta de información a terceros ha quedado restringida, sin embargo, los actuales sistemas de permisos en iOS y Android no informan a los usuarios de forma nítida sobre la cantidad de información que están compartiendo, ni con quién se está compartiendo”, indica Sergio Maldonado, CEO de PrivacyCloud.