No deja de sorprenderme como una y otra vez, demasiadas personas confunden el liderazgo con una posición, pero el liderazgo no es una posición, ya que se puede alcanzar un alto puesto jerárquico en una organización o en la política, pero ni mucho menos, como todos hemos podido comprobar, esa posición no conlleva que mágica y automáticamente, esa persona adquiera las cualidades de un líder.
El liderazgo no se puede regalar, otorgar o adjudicar, eso se hace con un puesto. El verdadero liderazgo hay que generarlo, hay que conquistarlo, y al igual que el respeto se puede exigir, pero ante todo hay que ganárselo.
Creo que por desgracia todos hemos visto demasiados casos en donde se ha confundido el liderazgo con una posición a mantener, en donde algunos piensan que es una privilegiada posición desde la que servirse y ser servido. Pero un verdadero líder es aquel que sabe que está para servir, aquel que pone a los demás como su prioridad, y comprende que una de sus principales funciones no es lucirse, sino sacar lo mejor de los demás.
Recientemente me he encontrado algún caso así, en el que el CEO, o algún alto cargo, autoproclamándose a sí mismo como líder, asumen que el sueldo cobrado por las personas de su organización es suficiente para exigir obediencia y casi sumisión. Personas que nunca preguntan las opiniones y puntos de vista de los demás, sino simplemente se dedican a decir a los demás lo que tienen que hacer.
Son personas que no comprenden la importancia de la inteligencia emocional, que no comprenden el poder y la importancia de las emociones y la enorme influencia que ciertas actitudes pueden tener en cualquier organización, ni comprenden la importancia del espíritu de equipo, ni del orgullo del sentido de pertenencia a una organización con valores y calidad humana.
La consecuencia de esas actitudes pueden llegar a ser mortales a largo plazo, ya que su falta de tacto e indiferencia hacia los demás, hacia sus opiniones, conocimientos y capacidades, provocan la indiferencia en los empleados o personas de cualquier equipo. Como resultado de tal torpeza, la implicación y el compromiso desaparecen, el entorno de trabajo se vuelve tóxico, y la calidad de las acciones, servicios y productos sufrirán las consecuencias.
Sin embargo algo fundamental y que debemos comprender, es que el progreso, el cambio y el futuro de una empresa, implica un cambio personal de las personas que componen la empresa, comenzando por sus dirigentes y altos cargos.
Si no hay un cambio personal, si no hay un cambio en la manera de pensar y no hay un cambio en el comportamiento, en las actitudes, en las relaciones; por muchos sistemas y programas que se quieran implantar, podrán durar un tiempo, pero todo volverá a ser como antes, porque solo será un cambio superficial, un cambio en el exterior, y se necesita un cambio más profundo, un cambio interior.
Si queremos cambiar, si queremos progresar, si aspiramos a algo más grande en la vida, eso implica un cambio personal, un cambio de hábitos, de actitudes y un cambio de comportamientos. No podemos pretender seguir pensando y actuando igual y esperar que las cosas cambien, porque las cosas volverán a ser como antes. Las cosas cambiarán cuando nosotros asumamos la responsabilidad de cambiar y mejorar personalmente.
A un líder se le mide por su capacidad de influencia, si no es capaz de influir en los demás no puede liderar, y no hay poder más grande que la capacidad de influir en las personas para que pasen a la acción y alcancen resultados extraordinarios.
Cada vez que influyes de manera positiva en el pensamiento y las creencias de otra persona estás liderando, estás siendo una influencia positiva en el desarrollo de alguien, estás ejerciendo el liderazgo.
El liderazgo tiene que ver con creer en los demás, para que ellos aumenten su propia creencia en sí mismos y sus capacidades. Si crees, creas.
Pero hay un punto crítico para cualquiera que quiera liderar, y es que un líder para poder serlo tiene que seguir aprendiendo y creciendo, ya que si deja de hacerlo su capacidad de influir e inspirar a otros se erosiona.
El crecimiento y desarrollo personal de un líder, es como el oxigeno para un buceador, es necesario para el progreso de su organización, no es opcional, es como la gasolina para un coche, si no se detendrá. Ese aprendizaje, crecimiento y evolución personal no es negociable, hay que seguir aprendiendo y formándose, porque entonces el líder no necesita decir mucho, ya que todos los demás están observando su crecimiento, pueden percibir su evolución y se convierte en un ejemplo inspirador a través de los hechos y no de las palabras, aumentando así su capacidad de influencia de forma positiva .
Por lo que debemos tener presente que nuestra capacidad de aprendizaje y evolución, condiciona nuestra capacidad para liderar, y a su vez determinará nuestra capacidad para adaptarnos al cambio, ser competitivos y seguir creciendo.