Los resultados de la EPA evidencian que el primer trimestre ha sido un periodo perdido para la normalización de la economía española, ya que se han destruido 137.500 empleos, con especial incidencia negativa en el sector privado, con una pérdida de 155.800 puestos de trabajo.
Del mismo modo, hay que destacar la caída en el número de horas trabajadas en un -1,56% en el primer trimestre frente al último trimestre de 2020. Este comportamiento del mercado laboral apunta a un descenso del PIB en el primer trimestre de una magnitud mínima del –0,5% en tasa trimestral.
La tasa de paro se ha situado en el 16%, pero esta cifra no refleja la gravedad del problema del desempleo. Si se considerase la población que no está trabajando por estar en ERTE y a las personas inactivas que teniendo disponibilidad para trabajar no han podido realizar una búsqueda de empleo, la tasa de paro se situaría por encima del 22%. Por tanto, urge impulsar la recuperación de la actividad y acelerar el proceso de vacunación para que se materialice el mayor vigor económico que se espera en la segunda parte del año y contribuya a incrementar los niveles de empleo.
Además, y como nota dominante, en los últimos meses el proceso de normalización de la economía española está siendo muy asimétrico, tanto por CCAA como por sectores.
Desde la perspectiva regional, el impacto en el mercado laboral es diferente. De hecho, Madrid se adelanta en el proceso de recuperación con la creación de 40.400 empleos. También Cataluña (33.300 personas) y Cantabria (1.200 personas) han registrado un incremento del número de ocupados, mientras que en Melilla el empleo se ha mantenido estable. El resto de CCAA pierden empleo, reflejando el mayor retraso en la normalización de la actividad.
En cuanto a los sectores, cabe señalar que el empleo ha aumentado en la agricultura en términos intertrimestrales, mientras que ha mostrado un deterioro en el resto de sectores, destacando especialmente la caída de la ocupación en la industria (-51.500 personas) y en los servicios ( 83.400 personas).
Los asalariados disminuyen en 137.300 personas en el primer trimestre, si bien esto se ha debido a una caída de los asalariados con contrato temporal, en 168.600 personas, mientras que los que tienen contrato indefinido han aumentado en 31.300 personas. De esta forma, la tasa de empleo indefinido (porcentaje de los asalariados que tiene un contrato indefinido) aumenta hasta el 76,2%.
La población inactiva ha aumentado en 195.300 personas en el primer trimestre, que ha derivado en un descenso de la tasa de actividad de medio punto, hasta el 57,69%. Preocupa el hecho de que este descenso de la actividad pueda afectar al PIB potencial de la economía en el medio y largo plazo. En este sentido, hay que señalar que las personas que no han podido buscar empleo, a pesar de estar disponibles para trabajar, y por tanto son considerados inactivos, ha aumentado en 162.500 personas en el trimestre, hasta un total de 1.096.200 personas.
Este aumento de la inactividad ha hecho posible que, a pesar del descenso en el número de ocupados, la cifra de desempleados haya bajado en 65.800 personas.
El número de empleadores ha aumentado en 50.500 personas, lo que contrasta con el descenso de 65.300 empresarios sin asalariados o trabajadores independientes, pudiendo haberse producido un trasvase de los segundos a los primeros.
En definitiva, los resultados de la EPA del primer trimestre apuntan a un retroceso del proceso de normalización de la actividad y el empleo a comienzos del año, en línea con el escenario de previsiones de CEOE. Esto dificulta extraordinariamente el cumplimiento de los objetivos del Gobierno de crecimiento y creación de empleo para el conjunto del año.
Hay que recordar que tanto los niveles de empleo como de actividad son claramente inferiores a los existentes hace un año, aun teniendo en cuenta que los ERTE están jugando un papel relevante, evitando un mayor incremento del desempleo. Por lo tanto, se han de intensificar las medidas para minimizar el impacto de la crisis sobre las empresas y generar un clima favorable para las mismas, para poder revertir la destrucción del empleo y aprovechar el mayor vigor económico que se espera para la segunda parte del año.