Como todos sabemos, WhatsApp es una aplicación de mensajería instantánea con más usuarios. Es un referente en el sector gracias a su facilidad de uso y, además, por su constante actualización e implementación de nuevos servicios. La última incorporación, con no poca polémica, es prohibir las capturas de pantalla de las conversaciones.
Aunque no lo hayamos hecho nunca, o si, ya sabemos que una captura de pantalla en WhatsApp se hace para no tener que volver a transcribir a un tercero una conversación que hemos mantenido con alguien, para mostrar algo concreto y textual que nos han dicho o, incluso, como prueba fehaciente del contenido de una conversación. Pues bien, la compañía está barajando la posibilidad de impedir que los usuarios puedan realizar capturas de sus conversaciones, asociadas a un cambio que tiene que ver con la seguridad de la app.
WABetaInfo, sitio especializado en estas cuestiones, confirma que las últimas pruebas que se están llevando a cabo en los usuarios que cuentan con la versión beta de WhatsApp tienen que ver con la posibilidad de entrar en los chats gracias a la identificación con huella digital en los sistemas Android, algo que en iOS está disponible desde hace algún tiempo.
La compañía trabaja para que el usuario pueda entrar en sus chats de manera tradicional o desbloqueando la aplicación a través de su huella dactilar. Esta opción podrá habilitarse o no pero, en caso de hacerlo, se nos restringirá la opción de poder hacer pantallazos de nuestras conversaciones automáticamente. Es decir, si elegimos la biometría (opción con la que confirmamos al 100% que somos nosotros mismos quienes estamos usando la aplicación) para acceder a nuestro WhatsApp, no podremos hacer capturas de conversaciones.
La principal razón por la que WhatsApp quiere impedir la captura de pantallas es que el hecho de compartir con alguien una conversación mantenida con un tercero puede conllevar la práctica de un delito tipificado por la ley y, por lo tanto, penado hasta con penas de prisión. En principio, compartir una conversación en la que intervenimos, bien sea privada o dentro de un grupo, no tiene por qué ser punible, pero hay estudios que confirman que un pantallazo que contenga una conversación puede llegar a una media de tres personas. Y si, por lo tanto, una de esas tres personas que no han intervenido en la conversación, decide reenviarla, sí está incurriendo en un hecho delictivo por revelación de secretos. Y, dependiendo de la gravedad y de la difusión, puede conllevar cárcel. Veremos qué pasa.