Viajar solo ha dejado de ser una excentricidad y se está consolidando como una opción que, incluso, contribuye a nuestro bienestar personal. Al auge de esta nueva tendencia, como explican varios expertos de la UOC, contribuyen tanto los cambios sociodemográficos que ha experimentado nuestra sociedad a lo largo de las últimas décadas como las facilidades que aporta la tecnología.
El profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC Pablo Díaz considera que el auge de los solo travellers es una «dinámica propia de los tiempos en que vivimos», porque se viaja más y los valores que se asocian a este tipo de viajes («reto, libertad de movimiento, flexibilidad, autoaprendizaje y posibilidad de conocer gente nueva») están también en auge. Y porque la posibilidad de compartir y difundir estas experiencias se ha facilitado enormemente por las redes sociales.
Al éxito de la fórmula se añade ahora el abaratamiento de las opciones de alojamiento y movilidad en solitario, tradicionalmente más caras. «Se están viendo disminuidas por la mayor flexibilidad a la hora de escoger fechas y la adecuación de la oferta a este nuevo nicho de mercado», sostiene Díaz.
Otro motivo de este auge lo indica el profesor de los Estudios de Economía y Empresa y director del máster universitario de Responsabilidad Social Corporativa, Lluís Garay. Asegura que algunas de las motivaciones que más se han desarrollado los últimos años favorecen precisamente el viajar solo, «como por ejemplo las relacionadas con el deporte, la montaña o incluso aquellas relacionadas con el autoconocimiento, como por ejemplo incluso el Camino de Santiago», que hace una mezcla de las tres. Garay señala a los «cambios sociodemográficos de las últimas décadas» como principales responsables de la nueva tendencia. Aspectos como el envejecimiento, la crisis de modelos de familia tradicional o el empoderamiento femenino tienen bastante que ver con todo ello. «También es fácil entender que una persona soltera con unos ingresos medios-altos y con suficientes días de vacaciones, dispone de unas oportunidades que otros perfiles no tienen», añade el profesor de la UOC.
La tecnología como impulso
La tecnología no es ajena a esta nueva modalidad de viajar y resulta de gran ayuda para los que viajan solos. El profesor Pablo Díaz destaca la ayuda que la tecnología ofrece a la hora de planificar el viaje con independencia y flexibilidad. Pero también en el momento previo a iniciar el viaje la tecnología es clave para motivar al viajero solitario. «Se verán inspirados por otros viajeros solitarios que hacen uso intensivo de la tecnología mediante las redes sociales o los blogs en los que documentan la experiencia», apunta Díaz.
Durante el viaje, la tecnología continuará al servicio del usuario. «El sentimiento de soledad en el momento de viajar se puede ver disminuido por el uso de las redes sociales que permiten compartir las experiencias con sus seres más cercanos», explica Díaz. La tecnología, paradójicamente, también puede contribuir a reducir el sentimiento de soledad o incluso a resolverlo en destino si el viajero la utiliza para relacionarse con otros viajeros o locales usando «aplicaciones de encuentro, actividades o compartir desplazamientos», entre otras.
Los beneficios de viajar solo
Además de las ventajas que viajar solo puede tener desde el punto de vista logístico, está comprobado que también comporta beneficios para el desarrollo de la autonomía y la madurez de las personas. La profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación Sílvia Sumell ha resumido en esta lista las principales ventajas de viajar en solitario:
-
Aumentamos nuestra seguridad y autoestima.
-
Mejoramos nuestra toma de decisiones, puesto que de alguna forma todo depende de uno mismo y no hay demasiado espacio para la «duda» o dejarse llevar por los demás.
-
En general, se ve aumentado nuestro nivel de bienestar global.
-
En el cerebro se crean nuevas conexiones neuronales, puesto que de alguna manera lo estamos exponiendo a situaciones nuevas y lo estamos estimulando. Estas situaciones nuevas van desde el hecho de estar en contacto con gente nueva, hasta vernos inmersos en un idioma o paisaje diferentes o tener que hacer uso de un mapa para poder llegar a los lugares.
-
Aprendemos a estar con nosotros mismos.
-
Rompemos el mito de que se viaja solo porque no tenemos amigos o alguien con quien ir. Esto ya no es cierto y mucha gente prefiere viajar sola como una nueva experiencia más.
-
Aprendemos a enfrentarnos a sensaciones o sentimientos que si vamos en pareja o en grupo posiblemente evitaríamos.
-
Aprendemos a buscar recursos para resolver diferentes problemas o situaciones que nos puedan surgir. Ver que hemos sido capaces nos hace sentir mejor.
-
Hacemos frente a posibles miedos o inseguridades.
-
Potenciamos o estimulamos diferentes áreas cognitivas como la orientación espacial (ej.: a la hora de llegar a ciertos lugares que queremos visitar), capacidad de organización y planificación (ej.: preparar todo el viaje, planificar el dinero…), funciones ejecutivas, capacidad de atención, concentración y memoria (ej.: el hecho de estar solo hace que de alguna forma tengamos que estar más alerta y atentos a lo que hacemos, puesto que no dependemos del grupo o de la pareja), aprendizaje o práctica de un idioma o palabras nuevos, potenciación de nuestras habilidades sociales (ej.: cuando nos relacionamos o comunicamos con gente nueva o de otra cultura…).
-
Rompemos falsos mitos sobre la gente, culturas, esquemas que tenemos o prejuicios.
Además de los pros también hay que advertir de los contras de esta forma de viaje. Pablo Díaz apunta que la individualización de las redes sociales puede generar el llamado FOMO (‘fear of missing out’). «La preocupación por perderse algo de lo que generan las redes sociales por la continua exposición de experiencias —explica—, tiene un efecto llamada en los viajeros solos que quieren satisfacer esas necesidades creadas en las redes». También hay dudas en cuanto a la seguridad de las mujeres que viajan solas, un grupo creciente. Y finalmente debe tenerse en cuenta una tipología de viajero solitario que, como apunta Díaz, «son desgraciadamente los turistas por motivos sexuales, que se desplazan a geografías muy diversas donde por motivos legales o económicos encuentran más fácil la satisfacción de sus deseos».
Por su parte, Garay recuerda el reto que esta nueva tendencia representa para la industria turística. Los destinos que reciban viajeros solitarios tendrán que hacer cambios «especialmente en cuanto al tipo de alojamiento (habitaciones de uso individual), restauración (opciones para viajeros en solitario) u ocio (esto ya más vinculado con las motivaciones)».