Dicen que mujeres y hombres somos los únicos animales que tropezamos dos veces con la misma piedra. Esto, que suele ocurrirnos tanto a nivel figurativo como literal, está provocado por una falta de autocrítica constructiva y un exceso de peso en la mochila de la culpabilidad negativa.
¿Cuántas veces nos hemos ‘fustigado’ por haber tomado una mala decisión y no hemos pensado en las posibles soluciones con las que podríamos haber atajado el problema?
Echarnos la culpa por todo, incluso por algo que no hemos provocado, es una mala costumbre bastante habitual que hay que erradicar de nuestro día a día. Tenemos que sustituirla por esa autocrítica constructiva de la que antes hablábamos. Tomar conciencia y responsabilidad de una mala decisión que hemos tomado o de un problema que hemos generado y buscarle solución, para que la próxima vez que nos ocurra seamos capaces de subsanarlo de forma rápida y eficaz. Es decir, sortear la piedra sin llegar a tropezarnos.
Pero todavía podemos ir más allá y utilizar estas técnicas para ser más productivos en nuestro día a día. La autocrítica es una buena forma de ver en qué hemos fallado y dónde podemos mejorar. Por ejemplo, si nos marcamos como meta realizar diez llamadas a clientes en una mañana y sólo hemos llegado a seis, hemos de preguntarnos: ¿qué es lo que ha pasado? ¿Por qué no he cumplido con lo que me había propuesto? Y, lo más importante, ¿qué estrategias debo diseñar para que mañana no vuelva a ocurrirme?
Según Aritz Urresti, CEO de goalboxes, Centro de Productividad, las claves para realizar un buen ejercicio de autocrítica son las siguientes:
Marcarnos unas metas previas
Es imposible autoevaluarse si no nos hemos marcado unas acciones previas a lograr. Éstas nos servirán para comparar y para medir nuestro grado de compromiso, motivación y responsabilidad. Con ellas, una mala decisión o un mal comportamiento pueden servirnos para aprender, corregir y mejorar nuestras acciones. También para reducir imprevistos e interrupciones, un tiempo muy valioso que no podemos perder.
Elegir un momento del día propicio
Cada día debemos intentar buscar un momento tranquilo y sin interrupciones, como la hora de la comida o un rato antes de irnos a la cama, para meditar sobre las acciones realizadas, los fallos cometidos y sus posibles soluciones. Y aún será más efectivo si realizamos estas observaciones anotando nuestras debilidades y las fortalezas con las que subsanarlas, al más puro estilo análisis DAFO.
No dejarse llevar
Ante un escollo, el subconsciente suele llevarnos por el camino más fácil, que normalmente es el equivocado, el que nos hace tomar decisiones que no van encaminadas a conseguir ningún resultado. Por eso hay que evitar dejarse llevar por él y hacerle autocríticas de forma constante para que en nuestras decisiones mande siempre nuestro lado consciente.
Evitar culpabilizarnos sin más
Si cada vez que no alcanzamos nuestras metas nos culpabilizamos sin analizar los porqués de nuestros errores, nunca mejoraremos. Ante el fracaso, hay que levantarse, coger ‘el toro por los cuernos’, asumir nuestra parte de responsabilidad y diseñar estrategias eficaces para que la próxima vez nos salga mejor.
Implementar dos acciones de mejora al día
Si al meditar sobre nuestros errores detectamos una gran batería de problemas, no debemos agobiarnos ni buscar estrategias para todos los frentes abiertos de golpe. Es mejor ir poco a poco, e implementar dos acciones de mejora al día, que sean sencillas y asumibles. De esta manera, habremos conseguido 14 en una semana y 50 en un mes. En definitiva, le habremos dado la vuelta completamente a nuestra rutina diaria para ser más eficientes.