Humanos conectados a sensores, aplicaciones que monitorizan nuestros niveles de glucosa en sangre, ciudades que vigilan nuestros pasos… ¿Nos vamos a convertir en Frankenstein?¿Estamos ante la última película de ciencia ficción de Hollywood? Ni una cosa ni la otra.
Se llama Internet de las cosas (IoT), es el futuro (casi, casi presente) y promete revolucionar nuestra vida. Si no te lo crees, sigue leyendo. La tecnología está invadiendo tu vida, con todos sus pros y sus contras, y, si no puedes con tu enemigo, ¡únete a él!
El Internet de las cosas ya está aquí
¿No te lo crees? Echa un vistazo a tu entorno: la mitad de tu vida social se desarrolla a través de tu teléfono inteligente, tu ciudad es más lista que tú y esa pulserita que te acabas de comprar tiene línea directa con tu corazón. En un universo regido por apps, ya no somos capaces de distinguir lo que en tiempos pre-smartphone llamábamos mundo online y mundo offline, distinción a través de la cual levantábamos una frontera entre las actividades relacionadas con Internet y las que no.
El combinado humano-máquina hace tiempo que dejó de ser una utopía y cabe preguntarse, si en unos años esto dejará de ser el planeta Tierra para pasar a ser Matrix.
Un chip que te conoce mejor que tú mismo
Internet de las Cosas también te promete medicina personalizada para ajustar a tu medida los tratamientos. De momento, se está investigando en la monitorización de la glucosa en sangre de los diabéticos a través de una app o el control en remoto de embarazos de alto riesgo, pero nada impide que en el futuro, una app conectada a un sensor te indique en todo momento tu nivel de alcohol en sangre (recuerda: si bebes, ¡no conduzcas!) y que incluso te ayude a sobrellevar la resaca.
¿Una casa o un centro de operaciones?
Estás cansado de oír hablar de las Smart Cities, y poco a poco empiezas a ver los beneficios del aparcamiento inteligente o de la red de transportes monitorizada en tiempo real (sí, los autobuses siguen funcionando igual de mal en tu ciudad, pero al menos ahora sabes en tiempo real cuánto te toca esperar). Pero seguro que te suena un poco menos el Smart Home o, al menos, no disfrutas de ello en tu pequeño apartamento alquilado construido en el siglo XIX y con tecnología de los años 70.
Para cuando consigas independizarte allá por 2030, quizá puedas equipar tu nuevo hogar con electrodomésticos tan inteligentes como tú.
- Un frigorífico que hace inventario de su contenido y elabora la lista de la compra.
- Una lavadora que elige la dosis automáticamente en función de la carga y la suciedad de la ropa.
- O un horno que cocina al punto cada alimento, capaz de calentar un trozo de pescado mientras deja intacto un bloque de hielo. Todo ello controlado desde la tableta mientras ves en tu Smart TV tu serie favorita en realidad virtual.
Todo tiene un precio: tus datos
Este mundo de ciencia ficción donde humanos y cosas inteligentes conviven en los mismos espacios tiene un precio, y no nos referimos al económico, que con tu smartphone último modelo ya lo habrá notado tu bolsillo. Hablamos de la seguridad y la privacidad y todos los interrogantes éticos y legales que IoT plantea. En nuestro Matrix particular el tratamiento de los datos de los usuarios cobra una importancia crucial. Con chips capaces de recoger información que ni siquiera conoces tú mismo, por ejemplo, respecto a tu salud, ¿quién y cómo hará uso de esos datos?
Y, como en cualquier ámbito humano, ¿quién se erigirá en el malo de la película? Hackeo de un marcapasos, de sistemas de dosificación de medicamentos, coches autónomos que se estrellan a voluntad de un tercero… los ciberdelitos podrán trascender el ámbito de lo online para llegar a la propia seguridad física de la persona a golpe de clic. No queremos asustarte, pero la ciberseguridad será el gran reto de este siglo XXI y su Internet de las Cosas.
Mientras este nuevo mundo termina de transformar radicalmente nuestra vida, en Consumity nos quedamos con lo bueno: IoT tiene un enorme potencial para hacer más cómoda nuestra vida, para prevenir enfermedades y accidentes y ahorrar energía y recursos.