El aumento del comercio electrónico está causando estragos en nuestras ciudades. Los millones de paquetes entregados cada día empeoran la congestión del tráfico y generan un exceso de emisiones, y se espera que estos efectos secundarios de las compras en línea empeoren.
La demanda de este tipo de entrega urbana de última milla aumentará un 78% para 2030, según un nuevo informe del Foro Económico Mundial, y sin un cambio serio y efectivo, las emisiones de carbono relacionadas con estas entrega podrían aumentar más del 30% en las ciudades del mundo en los próximos 10 años.
“Las ciudades se encuentran actualmente en un punto muy crítico, en el que no solo tienen que encontrar una manera de satisfacer las demandas de los consumidores y los ciudadanos y permitir que surjan innovaciones, sino que también deben vigilar la congestión y reducir las emisiones”, dice Richa Sahay, uno de los autores del informe que lidera la cadena de suministro y el trabajo de transporte del WEF (World Economic Forum o Foro Económico Mundial).
Si no se interviene, se espera que la congestión aumente en más del 21% en las ciudades, lo que equivale a 11 minutos adicionales al viaje diario de cada pasajero.
Podríamos intentar que la gente haga menos pedidos, pero eso no es una garantía.»Reconocemos que los consumidores siempre se inclinarán por la comodidad», dice Sahay, por lo que WEF quiere centrarse en cambiar la forma en que estos paquetes llegan a los consumidores, sin sacrificar la facilidad o los beneficios económicos de todas estas compras.
La buena noticia es que existen soluciones para el tráfico y los impactos ambientales de nuestra adicción a los envíos que se pueden implementar en este momento, y tienen grandes beneficios, ya sean los obligados por las regulaciones de cada ciudad o cuando las empresas los brinden como una opción para los clientes. El mayor beneficio vendría de un cambio a vehículos de distribución eléctrica; si es obligatorio, este cambio conduciría a una caída del 60% en las emisiones de carbono, según el informe del WEF, y permitir que los clientes elijan esto como una opción de entrega reduciría las emisiones en un 24%.
Cuando se trata de congestión, exigir a los clientes que recojan sus paquetes en los casilleros de paquetes reduciría el tráfico en un 28%, y solo el darles esa opción a los clientes conduciría a una reducción del 5%. Sahay también sugiere las entregas nocturnas, lo que aliviaría la congestión en un 15% y reduciría los costos de envío en un 28%; y el surgimiento de «tiendas de paquetería multimarca», como la que abrió en Hamburgo en 2018, que agrupa los paquetes de múltiples marcas en vez de que cada marca tenga sus propios sistemas de entrega. Eso reduciría la congestión en un 20%.
«Estos son algunos de los grandes impactos, y todos se pueden parar subsanar ahora», dice Sahay. Algunos lugares están invirtiendo en innovaciones como drones o bicicletas de carga, pero a menudo necesitan avances tecnológicos serios o cambios en la infraestructura para ser realmente efectivos. Para WEF, se trata de instar a una colaboración entre los sectores públicos y privados, entre ciudades, empresas, conductores y consumidores, para resolver este problema.
Hay algunas ciudades que han dado grandes pasos para aliviar la congestión y las emisiones relacionadas con la entrega, y Sahay apunta específicamente a Amsterdam, que tiene un plan para prohibir todos los vehículos no eléctricos para 2030, reduciendo las emisiones de NO2 en un 77% y las emisiones de CO2 en 42%; Singapur, que probará la entrega de drones aéreos en su nueva flota de drones; y Shanghai, en la que Ikea realiza entregas a través de una flota totalmente eléctrica. Pero no existe una solución única para todos, porque lo que podría funcionar en Pittsburgh, por ejemplo, podría no ser la mejor propuesta para Nueva York. «La localización de estas soluciones es muy importante, y eso es parte de la siguiente fase», dice Sahay.
WEF ha estado trabajando con Amsterdam y Singapur, y espera trabajar también con ciudades de EE.UU. Para llevar a cabo algunas pruebas y error, y analizar los resultados en un próximo informe. «La conveniencia de comprar cualquier cosa, desde comida hasta ropa y productos, incluso tu café, es tan fácil que la gente no se da cuenta del impacto real», dice Sahay.