Los dos últimos años se han centrado en «lo que hemos vivido». Pero creo que deberíamos verlo como «lo que hemos conseguido y estamos consiguiendo».
En todo el mundo hemos visto cómo de la noche a la mañana casi todos los sectores pasaban a trabajar a distancia al 100%. Independientemente de la industria y el tamaño, las organizaciones aprendieron a operar virtualmente y bajo demanda. Las empresas necesitaban suministrar bienes y servicios a los clientes de una manera diferente a la tradicional. Vimos surgir nuevos centros tecnológicos en lugares insospechados porque los trabajadores ya no estaban obligados a residir en las ciudades donde estaban sus empresas. Los nuevos trabajadores que se desplazaron se dieron cuenta de que no tenían que estar atados a una oficina física, y las organizaciones se centraron en la contratación de nuevo talento en función de sus habilidades y no de su ubicación.
No son logros insignificantes, y aunque esta forma de trabajar era desconocida para los que se vieron obligados a adaptarse durante la pandemia, para el mundo del código abierto era una práctica que se venía haciendo desde hace mucho.
Todos los proyectos de código abierto se trabajan a distancia y así ha sido desde su inicio. Basta con mirar a la Fundación Linux, que apoya más de 2.300 proyectos. En 2021 había más de 28.000 colaboradores activos en estos proyectos, que añadían más de 29 millones de líneas de código cada semana y con participantes de la comunidad procedentes de casi todos los países del mundo. La mayoría de estos colaboradores nunca se encontrarán cara a cara, pero siguen siendo capaces de impulsar la next generation de tecnologías abiertas.
Nos diéramos cuenta o no, nuestros logros durante la pandemia nos acercaron al modelo de código abierto, y es por ello que la innovación de código abierto está impulsando ahora gran parte del mundo del software. Gracias a esta nueva forma de trabajar, vimos nuevas fuentes de ingresos, encontramos nuevas formas de ser más eficientes y descubrimos nuevas formas de relacionarnos con nuestros clientes.
A medida que nos acercamos a lo que, con suerte, es el final de unos años increíblemente difíciles, es el momento de pisar el acelerador. Es el momento de aprovechar las lecciones que hemos aprendido y aplicado en nuestra transformación hacia lo digital y utilizarlas para mejorar nuestras empresas, culturas y comunidades globales.
El término «nueva normalidad» se utiliza ahora como si estuviera predeterminado y fuera estático. No lo es.
Tenemos que definir nuestra nueva normalidad. ¿Cómo queremos que sea nuestro negocio? ¿Cómo queremos adoptar la next generation de TI? ¿Cómo impulsar nuestras estrategias tecnológicas para acercarnos a la innovación?
La única manera de acercarse a esta innovación y la única manera de utilizarla para seguir el ritmo de los constantes cambios de la demanda es adoptando la tecnología desarrollada en código abierto. Eso es lo que llevará a la nueva normalidad. El código desarrollado en código abierto es la base de la innovación que está impulsando el futuro de las TI, no el core abierto ni el software propietario. La única manera de crear y adaptarse a estas innovaciones es a través de la tecnología desarrollada en código abierto.
En el fondo, la nueva normalidad de las TI comienza con el código abierto. El software de código abierto proporciona un canal que no limita su inspiración ni sus aspiraciones. Este ha sido siempre el modelo de Red Hat: las prácticas, el código y las tecnologías de código abierto están en el centro de todo lo que hacemos.
Hace ocho años, lo que suena a toda una vida en términos de TI, hay que admitir que el 90% de las empresas con las que hablé se dirigían a un único proveedor de la nube. Ya sea porque intentaban estar a la vanguardia o debido a otras presiones, muchos CIOs podrían haber entrado en la nube antes de tener un plan concreto. Ahora, casi una década después, algunos de estos mismos CIOs están descubriendo que sus elecciones no eran las mejores, ni para su presupuesto, ni para sus cargas de trabajo, ni para su estrategia general.
La realidad es que estas organizaciones no podrán elegir la nube híbrida: les llegará, estén o no preparados. Aunque la nube aporta mucho valor a algunas aplicaciones, no todas las aplicaciones necesitan, o deberían, estar en una nube pública. Algunas aplicaciones pueden ser más adecuadas en una nube específica, y algunas aplicaciones tienen que ser ejecutadas en on premise mientras consumen servicios en el modelo de nube. Esa es la belleza de la nube híbrida, un concepto que Red Hat adoptó hace tiempo.
Sus aplicaciones, cargas de trabajo e infraestructura deben ejecutarse y vivir donde las necesite. Esto podría ser el centro de datos, la nube pública, varias nubes públicas o en el edge, donde los recursos informáticos deben estar lo más cerca posible de sus datos. La quinta nube no es un centro de datos, sino un conector. Se trata de vincular entornos de nube dispares, dispositivos y cargas de trabajo establecidos en estándares industriales comunes y abiertos.