El IPC de enero, aunque continúa registrando tasas muy elevadas, comienza a desacelerar, situándose en el 6,1%. El encarecimiento de los productos energéticos es el principal elemento inflacionista.
Además, en este dato de continúa existiendo un significativo componente de “efecto base”, ya que en enero de 2021 la inflación fue tan solo del 0,5%.
La inflación subyacente aumenta tres décimas, situando su tasa de variación en el 2,4% interanual en enero. El núcleo de la inflación registra tasas más contenidas, reflejando el control de precios que todavía permanece en algunos sectores de la economía española que no han repercutido el aumento de costes de producción en los precios finales de bienes y servicios, lo que implica una reducción significativa de los márgenes empresariales en estos sectores en un momento delicado para muchos de ellos tras meses de crisis y restricciones a la actividad.
De cara a 2022, se espera que la inflación general se vaya desacelerando, dado el carácter transitorio de los factores que la han impulsado hasta ahora, como los efectos base provocados por la pandemia, las dificultades de aprovisionamiento o el intenso crecimiento de los precios de algunos bienes intermedios, lo que, unido a que la subyacente continuará en niveles moderados, serán factores atenuadores de la inflación.
En este contexto, resulta especialmente relevante evitar un escenario en el que los aumentos de los precios y salarios se retroalimenten entre sí, para no producir efectos de segunda ronda que nos lleven a una espiral inflacionista.
En términos de comparación con Europa, el IPCA en enero alcanzó una tasa del 6,2%, mientras que en la Unión Monetaria esta tasa se situó en el 5,1%, por lo que se redujo el diferencial positivo con respecto al registrado en diciembre.
En un análisis más desagregado de la inflación, cabe destacar que dentro del componente subyacente, los precios de los servicios disminuyen su ritmo interanual en una décima hasta el 1,7%; los precios de los bienes industriales sin productos energéticos incrementan en un punto su tasa de variación hasta el 2,4%; y los alimentos con elaboración, bebidas y tabaco aceleran su tasa interanual medio punto hasta el 4,0%.
Los precios de los alimentos sin elaboración disminuyen en más de un punto su tasa de variación interanual hasta el 5,2%. Destaca el incremento de los precios de todos los tipos de carne, especialmente la de ovino (12,6%), los huevos (6,6%), el pescado (5,5%) o las frutas frescas (8,8%).
El precio del petróleo aumentó notablemente en enero, situándose el crudo Brent en 88 dólares/barril en promedio del mes, el mayor nivel desde septiembre de 2014. El aumento de la demanda mundial, el menor ritmo de la oferta y las tensiones geopolíticas están presionando al alza los precios, que en enero han sido un 17,8% superiores a los de diciembre. En términos interanuales el incremento es del 61,2% en dólares y del 73,3% en euros. En los primeros días de febrero el precio del crudo ha seguido aumentando, situándose en media en 97,2 dólares/barril, que de mantenerse implicará subidas interanuales del 55% en dólares y del 65% en euros. Estos incrementos se irán moderando a lo largo del año, por el paulatino descenso que apuntan los futuros para los precios del crudo, aunque con una elevada incertidumbre. También va a influir a la baja el efecto base frente a los niveles de 2021.